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La sopa de parida –vaya nombrecito– era la primera cosa que se les daba a las mujeres recién paridas hebreas, porque acababan de dar vida y tenían que reponerse del esfuerzo con una sopa sustanciosa. No todos los días se mataba una gallina de corral, pero la ocasión lo merecía. Verdura y huevo rematan este plato dee lo más curioso para los días fríos.
La japuta no es ni más ni menos que la palometa negra, porque también la hay roja –ni siquiera emparentadas por sus familias, solo por su nombre–, ésta última, pescado más refinado, merece otras preparaciones no tan agresivas. Este nombre tan insultante esconde un pescado muy rico si se le sabe tratar bien. Tiene una carne un poco pastosa con un sabor muy bueno. Para arreglar un poco esa textura viscosa poco agradable y potenciar su sabrosidad no hay nada como el vinagre o cualquier aliño bien ácido.
No, no se solivianten ni se alboroten ante la mención de esta palabra en la mesa. No. Los chochos, en Salamanca, como también en casi toda América del Sur, no son más que los altramuces. El pringue, la pringá, el mojo, remojete o remojón son algunas de las formas de referirse a cremas para untar o para pringar con pan, picos o verduras. Este pringue es de Ecuador, pero muy bien podría acompañar a especialidades como atascaburras, ajopringue y ajilimójili con patatas y pimientos –a nombres insultantes y raros no hay quien nos gane–, en una mesa con aperitivos de nuestro país o a unos cuencos de hummus y guacamole. Una receta realmente sorprendente.
Cansada con tantas citas, chanzas, recetas barrocas y especificaciones, la cocinera y divulgadora Rosa Tovar ha decidido que va a hacer unas pochas con codornices como a ella le parezca y sin seguir ninguna de las que se encuentran en libros e internet –de las que no ha leído ninguna para no verse "contaminada"–. Si a esta receta se le quiere poner morcilla de Burgos, freírla en rodajas a la hora de servir y acompañar la olla podrida con esa exquisitez recién frita, crujiente.
Engañabobos. Sí, así, como se lee, bueno, no así, engañabobuh, porque esta curiosa receta es de Extremadura. Son las natillas con merengues, a los que en esta región extraordinaria también los llaman volaos, porque son como que se los lleva el aire, que se vuelan...