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Hay estudios que indican que los españoles dedicamos poco más de seis horas a preparar las comidas –desayuno, almuerzo, merienda y cena– de toda la semana. Ni una hora diaria. La principal excusa para no cocinar en casa es la falta de tiempo. Así que ahora que los días son más largos entre cuatro paredes, nada como dedicar el tiempo a coger ollas y sartenes y empezar a soltarse. No es tan difícil como parece, se le coge el gusto rápido y, además, la salud lo agradece.
El 5 de abril se celebra un Domingo de Ramos poco habitual. Sin procesiones y con celebraciones litúrgicas emitidas por internet, la próxima Semana Santa será histórica. Habrá que esperar al menos un año para volver a oler la cera ardiendo de los cirios, la emoción al ver pasar los tronos o el profundo sonido de una saeta. Sin embargo, los sabores sí podemos tenerlos en casa. Uno de ellos es el ajobacalao, plato tradicional de la Semana Santa de Vélez-Málaga, tan fácil como sabroso. En el municipio muchos vecinos lo suelen ofrecer, junto a un vaso de vino del terreno, a los horquilleros (quienes portan el trono). Tiene como base un pescado, el bacalao, fácil de encontrar en cualquier punto de la geografía española.
El caldillo de pintarroja es una de las recetas malagueñas por antonomasia. Es el vaso perfecto para ahuyentar una resaca, calentar el cuerpo en pleno invierno o sentir que no estás solo en tiempos de confinamiento. Los pescadores de Málaga, tradicionalmente, lo preparaban para tomar energía de cara a la faena diaria. Familia de los tiburones, la pintarroja es un clásico en las pescaderías andaluzas, pero también en otros lugares como Galicia, donde se la conoce como melgacho. Además, muchas grandes superficies las ofrecen en sus pescaderías, incluso en estos días cuando los pescadores tienen cada vez más complicaciones para salir a la mar y los precios de la lonja caen en picado.
*Consejo para paladares delicados: El picor se puede contrarrestar con un poco de zumo de limón. Y merece la pena emplatar con una ramita de hierbabuena para dar el toque definitivo.
Las habas son un producto bueno, bonito y barato. En plena temporada desde hace unas semanas, aún les queda recorrido. Así que es uno de los productos que no faltarán en supermercados durante la cuarentena. Y mucho menos en las fruterías y tiendas de cercanía, esas en las que siempre es recomendable comprar. La porrilla de habas es una receta malagueña, clásica de la gastronomía de Casabermeja, pueblo de 3.500 habitantes a 16 kilómetros al norte de la ciudad de Málaga. Fresco, sencillo, saludable y muy rápido de hacer. El jamón, claro, es opcional. Pero quién le dice que no.
Habitual sopa de diversos puntos de la geografía malagueña como Mijas o Vélez-Málaga, adopta su nombre de la naranja cachorreña, es decir, la agria. Si estos días en los mercados no hay, siempre se puede buscar una solución casera: utilizar una naranja ácida y un poquito de limón. Aunque no es lo ideal, funciona.
Pocos platos más malagueños que el gazpachuelo. Una sopa caliente con pescado que tiene sus trucos para quedar redonda, pero que anima el espíritu en cualquier crisis. Tiene su origen en la pesca, ya que muchos de sus profesionales la hacían a bordo en las largas jornadas en la mar. Aunque la receta clásica es con pescado –generalmente merluza y algo de marisco, sobre todo gambas y almejas– la propuesta de Sabor a Málaga es con albóndigas. Hay quien prefiere añadirle unas patatas hervidas como acompañamiento. Y quien usa la clara de los huevos para crear unas hebras blancas en el caldo.
Otra opción para darle un puntito de color es hacer un licuado de judías verdes o habas como hacen en 'La Revuelta'.
Como la inmensa mayoría de los dulces andaluces, los malagueños también reflejan ser herederos de la cultura andalusí. Uno de los más ricos y sencillos de hacer son las llamadas tortas de Torremolinos, que acompañan de maravilla al café, a un vasito de vino dulce de Málaga o un licor de hierbas. Sus ingredientes son fáciles de encontrar y sus secretos, muy pocos.
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