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Los celíacos han dejado de ser seres extraños que no comían pan. Ahora su visibilidad es cada vez mayor y pueden ser verdaderos gastrónomos y amantes de la buena mesa. Además, diferentes asociaciones provinciales y regionales, agrupadas en la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), organizan jornadas dirigidas a profesionales de la hostelería para introducirles en el mundo del “no gluten”.
Los restaurantes de la Guía Repsol no están fuera de esta tendencia. Muchos cuentan con un menú especial y otros han educado al personal con el conocimiento necesario para que los intolerantes al gluten disfruten de una experiencia plena.
En el restaurante barcelonés de Monvínic, el protagonista es, además de la comida, la bebida. Su cava de vinos es muy amplia y es una buena opción para aquellos que no pueden consumir bebidas alcohólicas elaboradas con cebada, como la cerveza. La mayoría de sus platos son libres de gluten, más del 50 %, y cada uno de los camareros cuenta con educación específica en este tema.
También en Barcelona, el cocinero Juan Pretel, del restaurante Roca Moo, está muy implicado en el tema de la celiaquía. Todos los trabajadores conocen la enfermedad y por esta razón se adaptan los platos sin modificar los precios. Un lujo gastronómico, al ser un restaurante asesorado por los hermanos Roca, al alcance de todos los intestinos.
Cerca de la Ciudad Condal, Mar Gómez y Víctor Quintillà son el fuego y el vino de una gastronomía con gran presencia mediterránea. Además de contar con una oferta casi en su totalidad apta para celíacos, siempre es recomendable avisar con antelación. En cuanto a las bebidas, en Lluerna es posible degustar la cerveza Daura de Estrella Damm.
Realizando una reserva, el restaurante Zortziko ofrece menús elaborados exclusivamente para celíacos porque, según ellos mismos aseguran, “también los intolerantes al gluten son amantes de la buena mesa”. Daniel García oficia en Bilbao para elaborar una cocina con fuertes raíces de su tierra pero también incluyendo influencias de diferentes latitudes.
El 90% de la carta de este restaurante bilbaíno está libre de gluten. Una cocina tradicional, con grandes pescados cocinados de manera sencilla. Sus merluzas, las grandes protagonistas de la casa, pueden ser degustadas por los celíacos.
El menú degustación de La Sucursal, en la actualidad, no contiene gluten salvo en el postre. Javier y Jorge Andrés (jefe de sala y de cocina, respectivamente) están siempre pendientes de las necesidades de sus comensales y cualquiera de sus platos tienen una opción sin cereal cuya diferencia será prácticamente imperceptible para los paladares.
En José María, junto a la Plaza Mayor de Segovia, el almuerzo clásico es el cochinillo asado. Como único acompañamiento, el agua y la sal, por lo que toda la mesa podría comerlo. Además de su plato estrella, los asados, el restaurante acaba de renovar su carta y son muchos los platos que no contienen trazas de harinas.
En pleno Cáceres, en la misma plaza de San Juan, se encuentra un restaurante –un antiguo figón– donde se consume comida tradicional extremeña. Camareros y cocineros conocen las necesidades de los celíacos e incluso el tomate frito está aprobado para su consumo.
En Madrid, el restaurante Sandó incluye también una carta en la que se indican los productos sin gluten. El chipirón con verduritas, como principal, y el sándwich de chocolate con vinagreta de naranja, en los postres, son algunos ejemplos.
En la sucursal madrileña de El Treintaitrés, Ricardo Gil propone a los celíacos una carta específica. Incluso existe un menú degustación por 36 euros a base de verduras cultivadas en Navarra. Los pimientos de cristal o el nido de borrajas son algunos de ellos.