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Las cajas para vendimiar ya aguardan alineadas en cada cepa. Listas para la petit verdot y el cabernet sauvignon, las dos variedades más tardías, las que quedan por recoger este año en ‘Tesalia’ para cerrar la temporada. Porque aquí son cuatro los varietales que ensambla la familia Golding y equipo. Todas tintas: petit verdot, cabernet sauvignon, syrah y tintilla de Rota.
“Nos gusta que las cuatro variedades se expresen en cada botella. En cada vino hay una mayoritaria; por ejemplo, en el más poderoso y de larga vida meteremos más petit verdot; y en el más ligero, la tintilla de Rota. Nos gusta decir que ensamblamos por boca, no por chuleta, porque además nos juntamos todos a catarlo antes de sacar cada vino”. Quien habla es Ignacio de Miguel, enólogo asesor de ‘Tesalia’ y conocido por trabajar con algunas de las bodegas más representativas de nuestro país.
De vuelta a la Sierra de Grazalema, donde se ubica el complejo, la vendimia ha comenzado el 26 de agosto. A mano y de noche. “Con todos los vendimiadores con un foco en la cabeza, como los mineros. Aquí ni la vendimia, ni la poda, ni los aclareos, ni los despuntes se pueden hacer con máquina debido a los sistemas de conducción del viñedo”, cuenta Valle Lozano, enóloga principal de la bodega. Algunos años también está el tema de las ovejas. “En los que crece mucho la cubierta vegetal, se meten para que se coman el pasto”.
Rodeando un viñedo que ya espera al otoño, está la finca que compró el londinense Richard Golding, propietario de la bodega. “En su día aquí no había nada, ni árboles, ni viñedos”, cuenta Valle. “Solo estaba el cortijo en ruinas, donde Richard hizo su casa, y las pendientes”. Era 2008 cuando comienza a trabajarse el viñedo. Al año siguiente, ‘Bodega Tesalia’ empezaba a cobrar vida con las primeras diez hectáreas, a las que luego se añadirían las otras dos. Doce en total, en una extensión de 106 hectáreas de suelo arcilloso en una tierra, la Sierra de Grazalema, que guarda en su interior agua subterránea y ofrece un microclima propio.
“Mi padre se retiró en Arcos de la Frontera buscando tranquilidad y paz, donde también estar enfocado al mundo de los caballos”, cuenta su hija, Natalia. “También yo he competido muchos años, al igual que mi madre. Como buen amante del vino, mi padre propuso iniciar un proyecto para hacer un vino tinto. A él se unió Ignacio De Miguel y José Ramón Lissarrague, con quien empezaron a explorar el terreno”.
Tras comprobar la viabilidad del terruño, se lanzaron al reto: hacer un vino tinto en Arcos de la Frontera, zona no tan conocida por hacer tintos, “aunque haya unas pocas bodegas que lo están haciendo”, cuenta Valle, en su día alumna de Lissarrague en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid, cuando cursó el Máster de Enología y Viticultura.
Diez personas componen ‘Tesalia’, que aumentan a 30 en vendimia, todos de la zona de Arcos por decisión de Richard, según cuentan en la bodega. “Todos son ‘Tesalia’”, dice orgullosa Valle, madrileña que ha hecho de la finca y Arcos de la Frontera su hogar. En 2015 fue el año en el que dicho triángulo de apasionados de suelo y cepa se lanzaron a hacer vino, o mejor dicho, a plantar las cuatro variedades. “No es hasta 2018 cuando sale el primer vino”.
Se llamó Tesalia, nombre que hace un guiño a las montañas donde, según la mitología griega, nacían los centauros. “La región de Tesalia existe y, de hecho, en los escritos se habla de sus cuevas, donde guardaban vino, el cual les hacía enloquecer”. De ahí el caballo, el hombre y el vino presentes en la realidad y en el representativo logo de la bodega. “Además, el nombre Tesalia se puede pronunciar en muchos idiomas a la vez. La historia nos pareció divertida”, ríe Valle.
Hoy, la añada de 2019 ha salido a la luz tras doce meses en barrica de roble francés, que le aporta esas notas a tabaco, a cedro, a especias y esa mineralidad, también propia del suelo arcilloso. Es su buque insignia, su vino de guarda, dentro de una trilogía que se completa con ARX e Iceni. Tintos frescos, sabrosos y equilibrados, cada uno diferente, enfocado a públicos distintos.
“No nos gusta hablar de un vino que es el hermano mayor de los otros, sino de vinos dirigidos a perfiles y momentos diferentes. Tesalia quizá sea más adecuado para guisos y carnes rojas, con un aroma intenso y gran complejidad. Es sabroso y equilibrado, carnoso y elegante. ARX es más moderno, también con bastante fruto rojo y con algo de crianza. De hecho, es un guiño al pueblo de Arcos en época romana. Iceni, por su parte, es más fresco, da más notas a flores, más fresa”. Fruta, madera e historia.
“Iceni era una tribu britana conocida por ser la de los hombres de los caballos. Estaban liderados por una reina y esa historia nos encantó. En definitiva, en nuestros vinos lo que le falta a uno, se lo da el otro”. En total 280 barricas de distintas tonelerías francesas, con un tostado medio, no muy alto. “Y de grano fino -remarca Valle- que permite crianzas mucho más elegantes, ya que el oxígeno entra más lento”.
En la ruta por el viñedo, Valle muestra cómo el vino se elabora desde la cepa. “No es lo mismo una parcela de cabernet, que irá para Tesalia, que una para ARX; seleccionamos cada parcela en función del estilo del vino que vamos a hacer. Para Iceni escogeremos la uva de parcelas más frescas, con unos rendimientos algo mayores, que se vendimie un poquito antes para que conserve mayor acidez y menor grado alcohólico. Una parcela de syrah, que irá para Tesalia, no se vendimiará tan pronto, por ejemplo”.
Viñas con estructuras pensadas para prevenir el calentamiento global y no solo eso, la conducción -la disposición del viñedo- está orientada a bajar unos cuantos grados la temperatura de cada racimo. “Esta es la gran diferenciación de ‘Tesalia’. José Ramón Lissarrague diseñó un viñedo con conducciones de protección”.
El terroir lo prueba: enormes pérgolas separan la planta más de un metro del suelo, con lo que esta se ahorra el calor propio de esta comarca. “¿Lo veis? Tenemos pérgolas con brazos muy abiertos para que se sombree la uva; como un paraguas natural. Esto es muy importante porque, poco a poco, los vinos empiezan a hacerse en el campo”.
También la bodega se hizo sobre un enorme agujero, para preservar el frescor del piso menos uno. “Está enterrada para que entre la uva sin utilizar bomba y que sea todo por gravedad”. Mucha tierra, pero también mucha tecnología, con un espectrofotómetro que analiza los taninos, los ácidos y todos los componentes del vino dentro de la propia bodega.
Pero primando la tierra; siempre el terruño. Esa Sierra de Grazalema que se recorta hasta donde se pierde la vista con puntitos de olivar, plantaciones de remolacha y garbanzo allende los campos y alguna que otra cabra payoya, cuya leche dará lugar al queso homónimo, que no para de salir en tascas y restaurantes. Esos donde el mismo Keanu Reeves probó recientemente sus vinos, los de ‘Tesalia’, enamorado de los centauros, de aquella líder britana y, en definitiva, de como reza el lema de esta bodega, de la joya del sur.
‘BODEGAS TESALIA’ - Cortijo de Torres. Arcos de la Frontera, Cádiz. Tel. 611 18 71 57.
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