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Logroño se plantó en 2022 en Fitur dispuesta a presentar, promocionar e impulsar Enópolis, un proyecto llamado a coronarla como ciudad del vino merced a la integración de patrimonio, cultura, gastronomía, todo el bullicio y la actividad de la calle del Laurel y la mística de sus bodegas. Porque sí, como no podía ser de otra manera, la capital de La Rioja, comunidad vinatera por excelencia, también alberga en su callejero un puñado de bodegas.
Concretamente son ocho las que se reparten por el plano de la ciudad y sus inmediaciones, en una y otra margen del río Ebro, de manera que las más alejadas entre sí (‘Campo Viejo’ y ‘Marqués de Varga’s) únicamente distan 16 kilómetros entre ellas, apenas un cuarto de hora en coche vía LO-20, Circunvalación Sur de Logroño.
Cada una con sus especificidades, entre todas componen un collage donde encontrarás una moderna bodega urbana en contraste con la primera que elaboró un vino fino de Rioja, allá por 1852. También empresas que fían su popularidad al gran calado de la mayoritaria uva tempranillo, junto a otras que apuestan por la recuperación de variedades minoritarias apenas conocidas. Unas apuestan por el minimalismo y otras pueblan sus espacios con cuadros, vidrieras y esculturas de inspiración mitológica. Unas innovaron en materia arquitectónica, y otras fueron pioneras en la elaboración ceñida a criterios ecológicos.
De ese modo, todas reflejan la grandeza y las singularidades de Rioja, primera Denominación de Origen Calificada de España, fundamento suficiente para jugar con las palabras, adoptar eslóganes como “Aquí el vino es capital” y arrogarse Logroño el título de capital del vino. Disfruta sus aromas y vístete con la paleta de colores existente entre el pálido blanco y la roja intensidad del tinto, aprovecha sus diferentes capas y no olvides las tonalidades que aportan rosados y claretes. Bienbebido a Logroño.
Marqués de Murrieta es una de las principales perlas de la enología y la viticultura españolas. No en vano, puede presumir de haber elaborado el primer vino fino de Rioja a mediados del siglo XIX por iniciativa de Luciano de Murrieta, militar peruano que, una vez instalado en Logroño, adoptó el modelo de châteaux que triunfaba en Burdeos. Y es que el origen de esta bodega, guiada hoy por el conocimiento y la intuición de la enóloga María Vargas, se remonta a 1852.
Así, esta firma va camino de cumplir dos siglos, presente en más de un centenar de países, que recientemente ha sido distinguida con numerosos reconocimientos internacionales; entre ellos figuran el correspondiente a la Mejor Bodega del Mundo, otorgado este mismo año -y en 2015- por la Great Wine Capitals Global Network (Red Mundial de Grandes Capitales del Vino) o la consideración de Mejor Vino del Mundo, reservada en 2021 a su Castillo Ygay 2010 por la revista estadounidense Wine Spectator.
Abruma el éxito de esta leyenda, que cuenta también en su catálogo con el primer vino blanco español que consiguió 100 puntos Parker (Castillo Ygay Gran Reserva Especial 1986). Fuera del vidrio, parte de su gran magnetismo reside en ‘Finca Ygay’, un viñedo de 300 hectáreas que reparte sus plantas precisamente alrededor del Castillo de Ygay, el edificio industrial más antiguo de Europa. No obstante, la reciente adición de una nueva zona de elaboración le permite contar con 35.000 m2 de superficie productiva y las décadas, y décadas, y más décadas transcurridas desde su nacimiento han permitido a los responsables de Marqués de Murrieta configurar una de las colecciones privadas de botellas más enviadas. Quién sabe, quizá guarden alguna de aquella sonada añada de 1852, la primera en ser exportada a México y Cuba.
Inmensos jardines y el museo-bodega fundacional del siglo XIX completan el atractivo de un paraje donde se respira tradición y contemporaneidad, quietud e innovación, y donde toda la energía utilizada tiene “garantía de origen 100 % renovable”. La oferta de visitas incluye, incluso, la posibilidad de terminar las mismas con un largo menú degustación de “alta gastronomía”.
‘MARQUÉS DE MURRIETA’ - Carretera N-232A, km 402. Tel. 941 27 13 80.
‘Bodegas Franco-Españolas’ se encuentra al otro lado del Puente de Hierro, a la vista de cuantos paseantes bordean el río Ebro y de quienes abandonan la ciudad rumbo al País Vasco. O a este lado, si realmente llegas a ella y prácticamente te da la bienvenida esta casa fundada en 1890 por el bordelés Frederick Anglade Saurat. Su nombre, de hecho, evoca el tiempo en que los franceses arribaron a La Rioja dispuestos a reemplazar los viñedos destrozados por la filoxera y tiene el privilegio de ser la única bodega centenaria en el casco urbano de Logroño, a sólo diez minutos a pie de la calle del Laurel y su trajín de chatos, pinchos y tapas.
Sus banderas son, desde un primer momento, Diamante -pionero entre los vinos semidulces de Rioja- y Bordón, aunque este se llamó en un principio Estilo Borgoña y, posteriormente, Rioja Bordón. No han sido pocos los cambios experimentados en un espacio donde se jactan de ser “descaradamente clásicos” y promocionan las ediciones limitadas de Bordón (Viña Sole, D’Anglade crianza y D’Anglade reserva) como los vinos que “le gustaría elaborar” en el siglo XXI al mismísimo Frederick Anglade.
En la actualidad, eso sí, se siguen las indicaciones del enólogo Rubén Provedo, un profesional que ha realizado vendimias en cuatro continentes. Él es el director técnico de una explotación comprometida con la sostenibilidad medioambiental; por eso ha instalado una planta de generación de energía solar para autoconsumo, desarrolla un proyecto de ecodiseño para vestir sus botellas con material totalmente reciclable y se plantea el objetivo de reducir la huella de carbono en más de un 50 % de sus emisiones actuales.
En las instalaciones de ‘Franco-Españolas’ se programan cada año conciertos acústicos en el marco del festival Actual, representaciones del certamen +Teatro con Diamante, proyecciones de un ciclo de Cine de verano y desfiles de prendas otoñales en su particular Día de la Moda. Y sí, el rey Alfonso XIII y Ernest Hemingway visitaron la bodega antes que tú, pero ellos no pudieron realizar una cata que enfrentara sus vinos con los ribera de Valparaíso, otra propiedad de la Familia Eguizábal, posibilidad que hoy sí se ofrece.
‘FRANCO-ESPAÑOLAS’ - Cabo Noval, 2. Tel. 941 25 12 90.
Un equilibrio armónico entre enología, arquitectura y sostenibilidad. Eso perseguía el arquitecto riojano Ignacio Quemada cuando concibió para ‘Campo Viejo’ un nuevo espacio de producción moderno y visualmente limpio, de líneas rectas, inaugurado en 2001. Es así en su reducida superficie, claro, en lo que asoma de la tierra, porque al llegar a sus dominios únicamente se vislumbra la punta del iceberg, la recepción de un gigante que distribuye sus estancias en 45.000 m2 de construcción subterránea. Espacio suficiente para albergar los 70.000 toneles de roble que descansan en su sala de barricas bajo 54 hectáreas de viñedo, aunque su enorme producción precisa el fruto de hasta 1.900 hectáreas repartidas por Rioja Alta, Rioja Oriental y Rioja Alavesa.
Fundada en 1959 y localizada a cinco kilómetros del centro de Logroño, ‘Campo Viejo’ es la bodega detrás de marcas de Rioja tan populares como Azpilicueta, Alcorta y, claro, Campo Viejo, cuyo tirón le permite estar presente en más de 70 países. Tres enólogas, Elena Adell, Elena Suárez e Irene Pérez Gutiérrez, trabajan por captar la atención del público joven sin renunciar al halo de clasicismo del tempranillo, su uva predilecta, y atreviéndose a elaborar espumosos al amparo de la D.O. Cava.
La firma anima a conocer sus prácticas sostenibles -fue la primera bodega española en certificar su Huella de Carbono por AENOR- y proclama su respeto por el medio ambiente. No en vano, uno de sus reclamos son las vistas a los montes riojanos desde su terraza, bien conocidas por quienes acuden a sus cursos de iniciación a la cata, a sus talleres de aromas o pintura, a tomar parte en premiados experimentos multisensoriales o, simplemente, a recorrer sus instalaciones y culminar la visita con un aperitivo en su wine-bar.
‘CAMPO VIEJO’ - Camino de Lapuebla de Labarca, 50. Tel. 941 27 99 00.
Dentro de la D.O.C. Rioja existen hoy edificaciones concebidas por estrellas mundiales del diseño como Santiago Calatrava, Frank Gehry y Zaha Hadid. Pues bien, antes que todos ellos, Juan Antonio Ridruejo -autor también de la torre del Santander en Azca- concibió para ‘Bodegas Olarra’ un edificio que cuenta con elementos tan espectaculares como la techumbre que cierra su sala de barricas, compuesta por 111 cúpulas hexagonales que previenen cambios bruscos de temperatura. Así, la empresa detrás de etiquetas como Cerro Añón, Olarra y Añares fue pionera a la hora de conceder importancia a la arquitectura no ya sólo como continente de la actividad vitivinícola, de la elaboración del vino, sino también como argumento estético diferenciador.
De hecho, hay quien llama La gran catedral del Rioja al buque insignia de un grupo que aúna tres bodegas, pues integra también a ‘Ondarre’, creada para elaborar vinos de larga crianza -y sus primeros cavas- y ‘Casa del Valle’, que adopta el clásico modelo châteaux y asimila la filosofía de los vinos de pago. Pedro, Marcial y Luis encarnan la tercera generación de la familia Limousin Ucín al frente del proyecto y llevan a cabo distintas tareas vitivinícolas, comerciales y de administración para llevarlo a buen puerto. Los martes, los jueves y los sábados son los días escogidos para mostrar a visitantes sus instalaciones y darles a probar algunos de sus vinos más representativos.
‘OLARRA’ - Avenida de Mendavia, 30. Tel. 941 23 52 99.
‘Marqués de Vargas’ es otro sueño cumplido que encuentra inspiración en el modelo de los châteaux franceses a la hora de dedicarse a la elaboración de reservas y grandes reservas exclusivamente con las uvas de viñedo próximo. Concretamente, con las 52 hectáreas -divididas en 32 parcelas atendiendo al tipo de suelo, el clima y la variedad de uva- que comprende esa ‘Hacienda Pradolagar’ que ya plantaba Felipe de la Mata allá por 1840.
Aunque la bodega es realmente mucho más reciente, se remonta a 1989, y su construcción colmó entonces los deseos de Pelayo de la Mata, XIII Marqués de Vargas y IX Conde de San Cristóbal, y sus hermanos.
De ahí salen cuatro vinos de guarda (Hacienda Pradolagar y Marqués de Vargas Reserva, Gran Reserva y Selección Privada) de producción limitada y distinguidos por la D.O. con la calificación de Viñedo Singular. Todos ellos se pueden descubrir en alguna de las visitas privadas comprendidas por la propuesta de enoturismo del lugar, que incluye catas en el wine lounge y en la sala de barricas que pueden concluir con la degustación de un “menú de alta gastronomía” que estirará la experiencia hasta una duración aproximada de cuatro horas y media. Al margen, la familia De la Mata posee también viñedos y bodegas en Valladolid, en el Pago de Valdestremero (‘Conde de San Cristóbal’), y en Rías Baixas (‘Pazo de San Mauro’).
‘MARQUÉS DE VARGAS’ - Carretera de Zaragoza, km 6. Tel. 941 26 14 01.
‘Viña Ijalba’ se anuncia como bodega familiar pionera en la elaboración de vinos ecológicos y presume de haber contribuido a la recuperación de variedades autóctonas minoritarias. Así, junto a otros vinos ecológicos de autor, en su porfolio figuran los primeros del mundo elaborados íntegramente con maturana blanca -y eso que la variedad ya aparece referenciada en Rioja en 1622-, tempranillo blanco -mutación natural hallada en 1988-, graciano y maturana tinta. Aunque el enólogo Pedro Salguero también trabaja coupages que priorizan la reverenciada tempranillo.
Todo ello es fruto de la ilusión de Dioniso Ruiz Ijalba, quien plantó su primer viñedo en 1976 y, 16 años después, construyó su bodega sobre una antigua cantera. Desde entonces, más de 80 hectáreas de viñedo propio se extienden en terrenos recuperados de antiguas graveras y minas a cielo abierto, parajes que recuperan firmeza y fertilidad con roca y tierra, suelos pobres procedentes de desmontes de caminos. En las ubicadas en Rioja Alta, zona límite para la plantación de olivo, la vid convive con olivares de más de 200 años con cuya producción se elabora también aceite de oliva virgen extra de la variedad arbequina.
Cristina Gutiérrez, tercera generación, dirige una bodega familiar cuyas visitas proponen recorridos que no pasan por alto el viñedo, el área de depósitos de fermentación, la sala de barricas ni el museo natural de variedades autóctonas, donde arranca el relato.
‘VIÑA IJALBA’ - Carretera de Pamplona, km 1. Tel. 941 261 100.
‘Ontañón’ reclama para sí la consideración de “templo del vino”. Lo hace en buena medida merced a la disposición de dioses y héroes mitológicos encargados de custodiar el producto durante su maduración en bodega. De hecho, el espacio alberga una colección de pinturas, esculturas y vidrieras del riojano Miguel Ángel Sáinz, que asoma incluso en las fachadas del edificio y avalaría a la propiedad a la hora de presentarse como bodega-museo. Allí se respira un aura ciertamente especial y es gracias al protagonismo que asume el arte, más o menos báquico, en la exteriorización de un culto al vino “divertido”.
De hecho, es una enorme figura de Ganímedes, amante de Zeus y copero de los dioses, quien da la bienvenida a esta propiedad de la familia Pérez Cueva, vinculada al vino desde hace casi un siglo, cuando dio sus primeros pasos en el sector en una bodega tipo ermita del barrio de Bodegas de Quel. Su traslado y evolución ha desembocado en la puesta en circulación de referencias a base de tempranillo, garnacha, graciano, viura, tempranillo blanco y moscatel. Todas fruto de la convicción de que el vino nació de las manos y la pasión de Dioniso y de que conviene sucumbir a la tentación de disfrutarlo con la debida moderación.
Las instalaciones incluyen salas de exposiciones y un patio de 1.500 m2 que invitan a celebrar todo tipo de eventos en sus distintas estancias y, de hecho, acogen parte de la programación del ciclo Jueves Flamencos. Asimismo, la gerencia tiene otras cuatro bodegas en Aldeanueva de Ebro, Fitero, Rueda y Fuentecén, sumando más de 120 viñedos en cuatro denominaciones.
‘ONTAÑÓN’ - Avenida de Aragón, 3. Tel. 941 23 42 00.
‘Arizcuren’ tiene el carácter de una bodega urbana en toda regla, pues se ubica en plena ciudad, a solo un kilómetro de la emblemática calle del Laurel y apenas 700 metros del Espolón. Allí, en la misma calle que encuentras un estudio de danza, un cerrajero o una tienda de gominolas, se recibe la uva que llega en furgonetas refrigeradas y se realizan las tareas de despalillado, encubado y fermentado, descube y prensado, crianza en barricas y tinaja, trasiegos, embotellado, etiquetado, encapsulado, expedición y venta.
Curiosa, sin duda, la ubicación de este proyecto de Javier Arizcuren, miembro de una familia de viticultores de Quel, que desde 2016 pone en valor la herencia vitícola de la Sierra de Yerga, alineación montañosa que separa las cuencas de los ríos Cidacos y Alhama, afluentes de Ebro. En lugar de grandes extensiones de viñedo, a través de sus cristaleras se observa el trajín de coches y peatones y la casa atesora el mérito de elaborar sus vinos con variedades minoritarias, con ánimo reconocido de recuperar valores tradicionales de la Rioja Oriental. Así, esquiva el monoteísmo del tempranillo y, por ejemplo, cuenta con vinos llamados Solo Mazuelo y Solo Garnacha, mientras que en Valdetrillo, Finca El Foro y Barranco del Pardo encuentras aportaciones de malvasía de Rioja, garnacha gris, Miguel de Arco, tinta Velasco y calagraño.
Las visitas que acoge a diario ayudan a conocer y descubrir las singularidades de esas rarezas y deja a la vista el hecho de que las estrecheces no son impedimento para trabajar con ánforas de barro, fudres y barricas. Asimismo, existe la posibilidad de desplazarse a Quel para pisar un viñedo prefiloxérico y brindar en un calado del Barrio de Bodegas.
‘ARIZCUREN’ - Santa Isabel, 10. Tel. 696 880 937.
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