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¿Qué pasa si se junta la filosofía con varias copas de vino y un grupo de personas que no se conocen? Pues que surge una actividad bien curiosa a la que sus creadores han puesto el evocador nombre de Catas de vino socráticas. O sea, unas catas en las que, al tiempo que los asistentes (un máximo de 16) prueban los vinos elegidos, van reflexionando sobre lo humano y lo divino, y expresando a los demás sus ideas sobre temas como el placer, la felicidad, el amor… Eso sí, siempre guiados por los organizadores y creadores del proyecto: Mª Ángeles Quesada y Boris Olivas, una filósofa y un enólogo que idearon estas catas como la forma perfecta de integrar ambos universos de una manera lúdica y disfrutona.
"Las llamamos socráticas porque en ellas seguimos el método del diálogo socrático, es decir, no hay una persona que imparte una masterclass, sino que cada asistente es activo y entre todos vamos investigando y sacando conclusiones, no solo sobre lo que catamos, sino también sobre temas interesantes; vamos de la copa a las cosas de la vida", nos cuenta Mª Ángeles. "Decidimos aplicar todo esto al vino en particular porque tiene cierta magia y un carácter muy social, así que resultaba perfecto para esta actividad", añade Boris. Y ya sea gracias al mencionado método, a la atmósfera relajada e íntima que se crea o al desfile de copas de vino, el caso es que, efectivamente, hasta el más tímido al final acaba soltándose y filosofando que da gusto.
¿Hay que saber de vino para apuntarse? No. ¿Y de filosofía? Tampoco. "Hay que saber vivir, algo que hacemos todos", dice Mª Ángeles, y añade: "Se trata de comer, beber y debatir sobre temas que se plantean. Como cuando estás tomando algo con los colegas y acabas hablando de la vida, ¡pues un poco así!". En lo que al vino se refiere, "trato de escoger referencias un poco diferentes para que la gente conozca más allá del Ribera, el Rioja o el Rueda, pero, por supuesto, siempre de calidad y con algo especial que me emocione", apunta Boris.
Normalmente se catan cuatro vinos –alguno de ellos, a ciegas para incidir en los distintos placeres sensoriales que aportan–, y se acompañan de unas tapitas de mojama, lomo, quesos franceses y hasta de chocolate, para poner el punto (dulce) final. "Lo que más me ha gustado de la actividad es que no se queda en algo teórico sobre el vino, sino que es muy participativa y va más allá porque te ayuda a plantearte cosas. Realmente, es más una experiencia", comenta uno de los asistentes.
Estas catas socráticas, que se hacen en un espacio gourmet de Chamberí llamado 'Pesoneto' (Alburquerque, 3) tienen lugar una o dos veces al mes y cada una dura alrededor de un par de horas. Pero para quien se quede con ganas de más, también tienen la versión extendida, es decir, en formato fin de semana, a través de unas escapadas filosóficas un poco al estilo de la antigua Grecia, aunque en pleno siglo XXI y en la sierra de Madrid.