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Unas luces iluminan la tarde en la esquina de Manuel Cortina con la plaza de los Chisperos en Madrid e indican que ahí dentro algo distinto sucede. En el interior, un conocido diseñador de moda y dos colaboradores brindan con champagne. En otra de las mesas altas, dos buenas amigas se dejan aconsejar y un grupo de colegas de trabajo se toma una copa tras un día intenso. Aquí se respira hygge, ese concepto escandinavo para definir la felicidad que aportan las pequeñas cosas.
Enfrascados en acertar con el vino elegido, Javier Martín, socio de la distribuidora y tienda, e Iván Villanueva –que se ocupa de la selección de un catálogo de más de 750 referencias– explican a los clientes de dónde procede lo que van a beber, la labor del viticultor y las peculiaridades de esa bodega que han elegido entre cientos con tanto cariño y conocimiento.
Ya sea El Bierzo, Somontano, Penedés o cualquiera de las denominaciones de origen que reposan en sus estanterías, compuestas por cajas de madera, hay numerosas botellas en las que fijarse. El artesanal cava 'Mestres' con largos periodos de crianza; 'La Chanín', (Albillo Real de una viña de más de 100 años en Valmoscoso); 'Belezos Ecológico' (Tempranillo de La Rioja) o 'Utreia', el Mencía de Raúl Pérez, entre otros que se salen de lo habitual.
"Tenemos la filosofía de solo un vino o bodega por cada D.O, no hay dos bodegas de la misma y solo pequeños productores de calidad. El 70 % de lo que hay aquí son por denominación. El 30 % restante son vinos que nos gustan a nosotros y a los clientes. Cuando abrimos, no teníamos ni Rivera, ni Rioja, ni Rueda, las famosas tres erres que hay en todas partes. La gente nos decía que estábamos locos", explica Martín.
Javier Martín estudiaba económicas y ejercía de comercial de publicidad cuando conoció a Pepe Rodríguez de Vera en Albacete y comenzó a trabajar con él. "Pepe es enólogo y viticultor, y vive en la bodega en Almansa, donde elabora sus propios vinos desde el año 2010. Proviene de una familia de viticultores y sabe que para obtener una buena uva hay que conocer el terroir y cuidarlo para que exprese su singularidad en la copa". Rodríguez de Vera tiene parcelas muy distintas en Almansa, Jumilla y Méntrida, cada una con su tipicidad particular, de las que nacen vinos como 'Pituco Paraje Las Zorreras' (Monastrell), 'Atalaque Garnacha del Horcajo' (Garnacha tinta) y 'Matacán 2013' (Syrah) que solo se elabora cuando hay una excelente añada.
La sintonía entre ambos desembocó en una distribuidora, y el 14 de febrero de 2017 inauguraron la tienda. Un día muy apropiado para expresar su amor por el vino. Un idilio que les ha llevado a montar un club privado que ya tiene 300 socios para los que Iván elige cada mes dos vinos que les envían a casa por 30 euros.
"Nuestros socios se sienten parte de este negocio y vienen a vernos a menudo. En la etiqueta que cuelga de cada vino, hay tres precios: el de venta en el local, el de socio 'Cru', con un 8 % de descuento y el de socio 'Grand Cru', con un 12 % menos. Porcentajes que se hacen extensibles a todo lo que se consuma aquí", explica Iván, que ha logrado recopilar una sorprendente bodega, en la que nombres destacados conviven con jóvenes viticultores que tienen mucho que decir, entre los que se incluyen sonoras bodegas internacionales, como la libanesa Domaine des Tourelles, Cristom Vineyards de Oregón, Pegasus Bay de Nueva Zelanda, Domain Rolet del Jura o Domaine Pertuisane de Maury, al sur de Francia.
Acaban de lograr la meta de trabajar con pequeños productores de champagne, de esos que dominan la tierra y logran delicadas y expresivas joyas de autor, en los que la tradición de siglos se percibe en cada trago. Otra excusa excelente para brindar de nuevo.
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