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Con un ritmo acompasado y sin levantar apenas polvo, el veterano John Deere 2035, salido hace casi cincuenta años de la factoría de Getafe, rueda a trote lento con su pequeño remolque hacia la viña que Jesús y Julián han cuidado con mimo todo el año para poder recolectar menos de 2.000 kilos de uva brujidera. Mientras tanto, en los bares de Quintanar de la Orden se habla de cientos de toneladas de uva que esperan ser cosechadas en los campos cercanos. El olor a café y el tintineo de tazas y cucharillas nos marca que el día está empezando.
"Lo que surgió como un hobby en el garaje de la casa familiar se ha convertido en tres años en un proyecto innovador, de vida, que apuesta por la elaboración de vino artesano, con microvinificaciones de variedades autóctonas, locales y minoritarias salidas de cepas poco productivas. No queríamos que se perdiera este tipo de uva y de vino", nos asegura Julián Ajenjo Nieto, el economista de esta pareja de primos, y a la vez socios, que bautizaron su proyecto como 'Garage Wine'.
"Nuestros vinos salen de cepas viejas de secano", apunta Jesús Toledo Ajenjo, la otra mitad de esta aventura que salió de Quintanar de la Orden, el pueblo que les vio nacer y donde desarrollan su trabajo. "El vino se reflejará en la botella según venga el año. No se riegan las cepas ni en los momentos de más estrés hídrico. Dependemos de la Virgen de la Cueva", dice Jesús con una sonrisa bonachona y franca.
Con la misma calma que el tractor, las diez personas que van a empezar la recolección de las 1.200 cepas de brujidera, todos ellos familiares comprometidos con la causa, agarran las banastas donde irán colocando los racimos con suma delicadeza. Son las ocho y media de la mañana y, al contrario que en otras vendimias, el ritmo es pausado, sin órdenes de capataces altivos ni rugidos de cosechadoras que engullen uvas hasta reventar. De cada cepa saldrán de dos a tres kilos de uva y cada cesta acogerá unos diez kilos de estos pequeños racimos prietos y crujientes.
"La base fundamental de nuestro trabajo es el cuidado permanente del campo" nos asegura Jesús, el experto en vino de este dúo atípico que estudió durante varios años Viticultura y Enología en el IES Joaquín Costa de Cariñena, en Zaragoza. "Somos la antítesis de la viticultura manchega, procuramos quedarnos con tres pulgares por cepa, con dos yemas, para que salgan unos cinco racimos que darán pocos kilos de uva. En invierno hacemos la poda en seco y en primavera en verde. Más tarde, si es necesario, las plantas son alimentadas con abono ecológico. Clarear los racimos para quedarse con los mejores y quitar hojas sobrantes para que la luz entre mejor son tareas claves que completan los cuidados de nuestras cepas", nos cuenta con el tono didáctico que acostumbra a utilizar en sus charlas formativas que imparte por el país.
Tres horas después de comenzar la recolección de brujidera, la variedad que llegó a Quintanar desde Brujas hacia 1950 en la maleta de Cándido Cartas, el médico del pueblo, las uvas ya viajan a la pequeña y flamante bodega que sustituyó a la cochera donde comenzó 'Garage Wine' siendo un pasatiempo. El jugo de los casi 2.000 kg de estos frutos irán a reposar de inmediato, después de ser estrujados y despalillados, al lado de las otras variedades que irán llegando durante la actual campaña de vendimia.
El reconocido vino brujidero, premiado como mejor vino monovarietal en 2016 por la revista Restauradores, el cencibel y la garnacha tintorera repetirán por cuarta vez en la corta historia de 'Garage Wine', y la tinta de la pámpana blanca, convertida en protagonista después de haber sido denostada por la mayoría, y a punto de desaparecer del mapa, será una insólita exclusiva entre los monovarietales que elaboran Jesús y Julián.
Tan solo quinientas cepas de esta uva pudieron rescatar gracias a la generosidad de la tía Lucía Toledo, una mujer que, tras donarle la cosecha, murió de cáncer. La Autóctona se llamará este nuevo vino, tan difícil de elaborar como escaso de producción, que será donado en parte a la Asociación Española contra el Cáncer para apoyar la investigación. "Por ética profesional queremos devolver a la sociedad una pequeña parte de lo que Lucía nos donó", nos comenta Julián, graduado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Castilla La Mancha.
'Toledo & Ajenjo', es decir, Jesús y Julián, se definen como viticultores independientes que no pertenecen a ninguna denominación de origen, territorial ni de pagos. Aunque Jesús se considere seguidor del enólogo danés Peter Sisseck, tiene claro lo que busca: "No quiero igualarme a ninguno ni queremos que nadie nos marque el camino", subraya Jesús durante nuestra charla mientras Julián pide la palabra y apostilla: "A pesar de que las mayores críticas que podemos recibir sean de nuestro pueblo, pensamos que en el campo hay trabajo y futuro. Lo nuestro es un ejemplo de asentar población en el medio rural".
En la nueva bodega de Garage Wine colaboran ahora los que hace un rato volvieron de vendimiar. Los 300 m2 de este nuevo espacio, aún sin inaugurar, será la casa de estas pequeñas y singulares añadas que terminarán en puntos lejanos del planeta o en licorerías y restaurantes respetuosos con el mundo del vino. En la centenaria licorería 'Cabello', en el barrio de las Letras, o en la vinoteca 'Vides' de la Calle Libertad, ambas de Madrid, se pueden conseguir o degustar estos restringidos caldos. Los restaurantes 'Gaytán' y 'La Cabra', también en la capital del reino, quisieron incluir en su carta alguna de las variedades de estos vinos de colección. No busquen en las góndolas de los supermercados ni intenten, como pretendió un distribuidor chino, comprar toda la producción del año, es mejor fiarse de la calidad y comprometerse a conseguirlos antes de que estén hechos. Algunos lo practican durante años.
Quizá pueda sonar raro que con 2.000 euros por cabeza se pueda conseguir un proyecto duradero que vaya a un ritmo acompasado, sin apenas levantar polvo y con un convencimiento aplastante. Así es como Jesús y Julián, los dos primos treintañeros de Quintanar de la Orden, piensan seguir su hoja de ruta. "Vamos a crecer en variedades monovarietales cien por cien, en microvinificaciones que no pasen de los 4.000 kilos. Por mucha demanda que haya no vamos a crecer en cantidad", nos dice Jesús mientras observa un racimo recién cortado. "Nuestra meta es llegar a 15.000 botellas al año en total, de diferentes variedades. Pasarán cinco años hasta que lo podamos conseguir".
Quintanar de la Orden contó en el pasado con una tradición bodeguera de siglos, pequeñas explotaciones que fueron desapareciendo con el tiempo. Ahora, solo 'Garage Wine' sobrevive entre dos grandes, la Cooperativa Virgen de la Piedad, con una producción anual de cuarenta y tres millones de litros, y un grupo empresarial que llegó desde La Rioja hace años. Esta localidad del centro de La Mancha con setecientos años de historia, que presume también de tener la Dulcinea más grande del mundo, cuenta ahora con otros pequeños gigantes que atesoran tantos premios como años llevan con sus vinos. Que luchan contra viento y marea pisando fuerte y a trote lento.