
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A la abuela Magdalena, a la madre Maruca y a Carmen Gloria no ha habido hombre que las echara de su bodega, ubicada en Arafo, al sureste de la isla de Tenerife. “Hasta no hace muchos años, y todavía queda un poco de eso, el mundo del vino era muy machista. Los hombres tenían la superstición de que lo avinagrábamos y no nos dejaban ni entrar. Pero en la bodega 'Ferrera' hemos sido un matriarcado, donde las mujeres han estado dirigiendo el manejo de las barricas y la venta, mientras los hombres de la familia cuidaban las viñas”, recuerda Carmen Gloria, que se siente orgullosa de ser precursora de muchas bodegueras, enólogas y viticultoras del archipiélago.
Ella se crio correteando entre las hileras de cepas y mojando el dedo en el vaso de vino del abuelo. “Siempre he sido feliz en el campo. Y aunque es un trabajo duro, nunca lo entendí como un castigo cuando había que echar una mano para preparar la tierra, podar, observar cómo brotaban con la llegada de la primavera o las largas jornadas de vendimia en familia”. La bodeguera y viticultora, primera mujer que asumió la presidencia del Consejo Regulador de la DO Valle de Güímar y uno de los pocos rostros femeninos entre los fundadores de la Bodega Comarcal de Arico, reconoce ahora que el peor momento lo vivió hace años, cuando se decantaron por embotellar sus vinos y no venderlos a granel. “Entonces ya trabajaba con mi hijo Juan Rubén y percibimos en el mercado un cierto desprecio por los vinos canarios, que ni se ofrecían en las cartas de los restaurantes de la isla. Llegué a pensar que o abandonábamos o nos arruinábamos”.
Pero ni lo uno, ni lo otro. Los vinos de 'Bodegas Ferrera' se fueron haciendo su hueco y cosechando reconocimientos dentro y fuera de Tenerife. “También tuvo su cuota de responsabilidad el hecho de abrir la finca a los clientes, para que nos conocieran de primera mano, pudieran pasar una jornada en el campo, aprendieran algo de viticultura ecológica, los degustaran y se encaprichen de ellos. ¡Benditos turistas!”, admite con una sonrisa que no se le suele borrar del rostro.
A unos 1.000 metros de altitud, donde Arafo ya se transforma en las cumbres rocosas de Siete Lomas, se extienden las bancadas con las variedades de malvasía, marmajuelo, listán blanco, albillo criollo y moscatel de Alejandría, para los blancos secos y afrutados; y de listán negro, syrah, tempranillo y baboso negro para los tintos y rosados. “Tenemos una producción de unas 70.000 botellas anuales de 13 vinos diferentes y, aunque toda la finca es ecológica, no todos los etiquetamos así por la reticencia de muchos clientes todavía a este tipo de vinos”.
Eso de la viticultura ecológica, tan en boga ahora, ya lo practicaban de manera natural el abuelo y el padre de Carmen Gloria. “Ellos buscaron fincas donde los días fueran calurosos pero las noches muy frías, para evitar que las plagas proliferaran. Además, siempre decían que los insecticidas mataban lo malo, pero también lo bueno y que las tierras se quedaban pobres y había que ofrecerles sus tiempos de descanso. En esa cultura agraria fue en la que me educaron y la que he practicado”, rememora mientras presume de las coles, brócolis y acelgas que crecen entre las viñas, “aprovechando que en invierno, desde la vendimia hasta la poda, el personal de campo no tenían nada que hacer”. En las fincas situadas más al sur, “nos salen unos calabacines, sandías y melones extraordinarios”.
Entre los vinos de ‘Bodegas Ferrera’, Carmen Gloria se siente muy satisfecha de sus Momentos. “Los llamamos así porque un día, lamentándome de en qué momento nos metimos en ese jardín de los vinos embotellados y el viñedo ecológico, mi hijo dijo: ¡Eso es, la vida del agricultor está llena de momentos, buenos y malos!”. Está el multipremiado 100% malvasía aromática, un syrah de crianza en barricas de roble francés o un dulce único de las cepas que se salvaron de las llamas. “En verano del 2023, la isla sufrió un brutal incendio que nos rodeó la finca. Pensábamos que lo perdíamos todo pero, de pronto, el fuego se quedó a las puertas. La uva marmajuelo de las viñas más cercanas se secaron, casi pasificadas, y las aprovechamos para hacer unas 400 botellas de este vino dulce que ha sido todo un éxito”.
Además, Momentos Marmajuelo es una constatación de aquello que tanto repetía el abuelo a Carmen Gloria: que sus tierras estaban bendecidas. “A principios del siglo XVIII, aquí cultivaban huertos y vides unos monjes agustinos. Fue entonces cuando la isla sufrió una serie de erupciones volcánicas, que llegaron a arrasar la entonces capital Garachico. Las lenguas de lava del volcán de Arafo, que se desplazaban por el Valle de Güímar, se bifurcaron justo antes de llegar a nuestra finca, para volverse a unir más al sur”, detalla la bodeguera.
También se comercializa muy bien el Atlanticum, un syrah y tempranillo, uvas cultivadas a 1.400 metros de altitud, en el municipio de Vilaflor, que tras su crianza durante cuatro meses en barricas de roble, se embotella y permanece otros seis meses sumergido en las profundidades del océano. Y por aquello de diversificar un poco el negocio, se han animado en los últimos tiempos a elaborar la cerveza ecológica La Maruca y unas mieles de tajinaste, tedera (“con un aroma fabuloso a coco”) y multifloral que le proveen sus 24 colmenas. “A las abejas, como a las gallinas, las ovejas y las viñas las hablo; no me contestan, pero sé que me entienden”, confiesa entre sonrisas esta mujer de campo.
BODEGAS FERRERA – C. Norte, 44. Arafo (Tenerife). Tel: 687 828 726.
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