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El vino de Madrid es como esa compleja amalgama de gente proveniente de diversas partes que da vida a la región. Alegres, cada uno con su personalidad y ligado a una tierra distinta que define la uva, son un reflejo de sus habitantes, siempre en movimiento. Equilibrados de precio y con clara vocación exportadora, dejan boquiabiertos a quienes se han quedado en la etapa del vino a granel.
Mantienen una línea de calidad que mejora cosecha tras cosecha. Como dice César Ruiz de vinoteca La Tintorería: “probablemente, el punto de inflexión en esta recuperación de la calidad fue la llegada de Telmo Rodríguez a San Martín de Valdeiglesias que marcó el inicio de una serie de iniciativas desarrolladas por viticultores jóvenes, con muy buena formación y con ganas de aplicar a los viñedos técnicas y tratamientos aprendidos en lugares de producción de calidad reconocida a nivel mundial.”
Un claro ejemplo son los magníficos vinos que se están haciendo con la garnacha tinta, donde el terreno, fundamentalmente granítico como en casi toda la zona de la Sierra de Gredos, ayuda a conseguir vinos más frescos; por su parte, en Cebreros, donde hay algo de suelo de pizarra, salen vinos con algo más de calor y potencia ayudando a diversificar la oferta.
Esta apuesta por la calidad está permitiendo que, cada vez con más facilidad, se puedan encontrar vinos de Madrid tanto por botellas como por copas en templos del culto al vino como La Fisna. Uno de sus socios fundadores, Iñaki Gómez Legorburu, afirma que “siempre tengo en la carta de vinos por copas alguna referencia de vinos de Madrid, especialmente ahora que cada vez se va ampliando más la gama de vinos de precio medio que pueden competir perfectamente con vinos de cualquier otra región”.
Idea compartida por Miguel Prohens de la Enoteca Barolo, vinoteca famosa por su gran selección: “Cada vez hay un mayor interés por parte del público hacia los vinos de Madrid; especialmente la gente con una cierta inquietud en temas vinícolas tiene una aproximación muy positiva a estas nuevas bodegas que van apareciendo en la D.O”. La firme apuesta de Lavinia, dirigida por Juan Manuel Bellver, evidencia con catas y degustaciones que son vinos que interesan a los consumidores y que silenciosamente van escalando posiciones.
A algunas personas les sorprenderá que, los vinos de Madrid, hayan sido considerados los mejores vinos de España durante varios siglos. Aunque hay noticias de la producción de vino en Madrid en una época tan temprana como el siglo XIII, es por el siglo XV cuando ya el Arcipreste de Hita habla del prestigio de los vinos de Madrid y a finales del mismo siglo el Concejo imponía condiciones de venta llegándose a dictar medidas proteccionistas.
Más adelante, en la segunda mitad del siglo XVII ya se hablaba de “los vinos preciosos” de San Martín y tenían una fama reconocida los producidos en Valdemoro, Cadalso y Pelayos, aunque en Madrid también se vendían vinos de las localidades cercanas como Alcalá de Henares, Fuencarral e incluso Torrelaguna. Había registrados 63 bodegueros y la producción era consumo propio. En esta época, brota la primera epidemia de filoxera y con ella desaparecen variedades autóctonas de uva como manzanillo, pago de Colmenares, o arijes, salvándose variedades como garnacha, airén, malvar, albillo o pardillo, que fueron la base para continuar la producción.
Una pésima cosecha a principios del XIX marcó el inicio del declive de los vinos de Madrid, que se agudizó con las importaciones de otras regiones y, sobre todo, conla nueva plaga de filoxera de principios del siglo XX que significó la práctica desaparición de los viñedos. Posteriormente, la Guerra Civil y el desarrollo urbanístico de la región acabaron por marcar el punto más bajo de los vinos en Madrid, dejando de forma prácticamente total de embotellar vinos propios y centrándose en el granel con la consiguiente pérdida de imagen y calidad.
Afortunadamente, a partir de 1980, agricultores y administración madrileña se ponen a trabajar de forma conjunta para recuperar el lugar de mercado dónde tradicionalmente se posicionaban los vinos de Madrid y a partir de 1990 se le da el impulso definitivo con la creación de la Denominación de Origen Vinos de Madrid.
Actualmente la D.O. Vinos de Madrid cuenta con más de 8.000 hectáreas de viñedo agrupadas en tres subzonas (Arganda, Navalvarnero y San Martín de Valdeiglesias) donde se producen vinos de 12 variedades distintas de uvas. Las variedades tintas incluyen Tempranillo (también conocida como Tinto Fino o Cencibel), Garnacha tinta, merlot, cabernet sauvignon y syrah. Y las variedades blancas: Malvar, Airén, Albillo, viura (o macabeo), parellada, torrontés y moscatel de grano menudo. De estas uvas, las variedades que dan un carácter más definido a sus vinos son la Malvar y Albillo Real en blancos y Tinto Fino y Garnacha Tinta en tintos.
Situada en el sudeste de la región, la subzona de Arganda es la mayor de las tres que forman la Denominación de Origen y aglutina 31 municipios con algo más del 50% del viñedo inscrito en la D.O. que producen alrededor del 50% del total de la producción anual de la D.O. a través de 27 bodegas. Con clima continental y los ríos Tajuña y Henares atravesando la subzona, predominando las formaciones sedimentarias.
Con cinco bodegas, 19 municipios y el 14% del viñedo inscrito, la subzona de Navalcarnero es la más pequeña de la D.O. con una producción del 20%. Es una zona muy llana, atravesada de norte a sur por el río Guadarrama y sus suelos son también de origen sedimentario.
Y por último, está la subzona de San Martín de Valdeiglesias, formada por nueve municipios del suroeste de la Comunidad y atravesada por el río Alberche. Esta subzona es la que ha tenido una evolución más clara en los últimos 20 años cambiando un modelo basado en cooperativas por otro con una fuerte apuesta por la calidad con la aparición de pequeñas bodegas de jóvenes viticultores que con su trabajo con la garnacha de la zona han conseguido un merecido reconocimiento a nivel nacional e internacional. Su situación junto al Sistema Central que actúa como barrera de los fríos vientos fríos permite un clima más templado y mucho más húmedo que en el resto de la D.O. Sus suelos son fundamentalmente de granito y los viñedos se asientan en laderas, piedemontes y aluviones. Las 12 bodegas que operan aquí elaboran aproximadamente el 30% de la producción anual de la D.O.
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