
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Fátima Hernández (42 años) recuerda su infancia correteando entre los viñedos que se asoman al inmenso Atlántico o entre las barricas de castaño que atestaban la bodega familiar. Incluso le han contado, una y otra vez, la anécdota de cuando, siendo ella un bebé, su padre Lorenzo trajo a su mujer a conocer la última finca adquirida en La Matanza y al abrir la puerta y contemplar esas viñas abandonadas durante años, cubiertas por las zarzas y rastrojos, la madre pidió entre sollozos que la llevara de nuevo a casa con la niña.
La pequeña creció y se marchó a la Península a estudiar y trabajar, pero en 2013 decidió regresar y coger las riendas de la bodega 'LoHer' y convertirla en un referente de Tenerife. “Lo primero que hacemos es registrarla dentro de la DO Tacoronte-Acentejo [primera región vinícola de Canarias] y apostar por embotellar nuestros vinos. Mi padre se dedicaba a vender un tinto joven en garrafas de 16 litros a restaurantes de la zona”, rememora. También sustituyeron las barricas de castaño parafinadas por las de roble francés y es entonces cuando Fátima empieza a hacer ensamblajes por parcelas, vinificaciones y variedades, “entendiendo las singularidades de cada zona y suelo donde tenemos viñas”.
Ese primer año salieron tres vinos y ahora, una década después, ya comercializan 14 por temporada, unos 40.000 litros, “aunque sigo con mis experimentos”. Fátima y su padre, que continúa echándole una mano en el campo y la bodega, ubicada en La Victoria de Acentejo, elaboran tres conceptos de vinos. Están los que representan a las diferentes fincas de la familia, ubicadas en las medianías de los municipios de La Victoria, La Matanza y El Sauzal. “Cultivamos variedades como moscatel, malvasía aromática, castellana, negramol, listán blanco y listán negro”. Con esta última, la bodeguera acaba de rendir un tributo a la forma que tenían los viticultores de la zona, también su padre, de elaboración más tradicional: “En una tanquilla de hormigón metían el racimo entero, con raspón y piel, y se pisaba un poco; yo decidí introducir los racimos en tinajas de barro durante un mes, con su microoxigenación, luego prensa y un año de crianza en barricas de roble francés”.
Están los vinos San Clemente, finca del padre y el tío localizada en el municipio de Santa Úrsula, con los viñedos más jóvenes y en cotas más bajas (180 metros sobre el nivel del mar). “Con ellos elaboramos un tinto de listán negro y tintilla; y un blanco seco, que es un coupage de cuatro variedades autóctonas de Canarias, pero minoritarias en la comarca de Tacoronte-Acentejo, como son baboso blanco, marmajuelo, vijariego blanco y malavasía aromática, que envejecemos de tres maneras diferentes: una parte con sus propias lías, otra en barricas de roble francés y una tercera en ánfora en contacto con sus pieles”.
Y aunque es difícil quedarse con un vino, así como elegir al hijo favorito, Fátima le tiene especial cariño a su saga Cosecheras. “Es un homenaje a todas las mujeres de la familia que se dedican antes que yo al mundo vinícola, aunque por cuestiones de machismo y tradición de la época, ninguna lo pudo hacer de manera profesional. Antes incluso se les prohibía entrar en las bodegas, pero ahora, que yo soy la bodeguera, hago los vinos que quiero. Bajo esta etiqueta embotellamos las mejores añadas de cada temporada, con sus vicisitudes y peculiaridades. Es un reconocimiento también al hecho de que trabajamos en un ámbito donde podemos esforzarnos al máximo, dedicarle horas y horas al día, poner todo nuestro cariño y conocimiento, pero existe el factor clima que no lo podemos controlar y eso condiciona nuestros vinos de un año para otro”.
Fátima es la única bodeguera y viticultora de la DO Tacoronte-Acentejo y de las pocas de la isla de Tenerife, junto a nombres como Clara Rodríguez ('El Lomo'), Carmen Gloria Ferrera ('Bodegas Ferrera'), Dolores Cabrera ('La Araucaria') o Deborah Díaz ('El Rebusco'). “He tenido el ejemplo de muchas precursoras que abrieron camino en un mundo tan masculino y, a veces, machista, tanto en el campo, como en bodegas y Consejos Reguladores. Yo misma lo viví en mi propia empresa, donde al final decidí trabajar sola porque los hombres que habían trabajado con mi padre, no aceptaban las nuevas ideas que traía una mujer joven”. Para ella, “la valía no está en ser hombre o mujer, sino en las aptitudes, las actitudes, la capacidad de esfuerzo, la formación y la creatividad”.
BODEGA LOHER - C. Horno de la Teja. La Victoria de Acentejo (Tenerife)
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