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Este odiado 2020 dará guerra hasta el último momento. De hecho, Júpiter, Saturno, Plutón y Marte no deshacen su maléfica influencia hasta abril de 2021. Pero no quiero ser cenizo. Lo peor que cabe es desanimarse por no poder viajar a Copenhague –está precioso en Navidad– ni celebrar el ágape de 25 familiares y adláteres en un restaurante.
Si el carácter de una persona se revela en la fatalidad, el termómetro de nuestro carácter serán nuestras celebraciones navideñas. Y el mercurio de una celebración navideña es el vino.
Este artículo recoge referencias de vinos para Navidad que se mueven entre los 40 y los 120 euros, una franja de precios que no es de derribo pero tampoco de lujo asiático, y en la que figuran vinos para celebrar en condiciones. Para compensar esos gastos que no podrás hacer en pro del control epidémico. No vaya a ser que no sepas cómo gastar la paga doble y te dé por ahorrarla.
Las 'Bodegas Tradición' podrían ser las más cool del Marco de Jérez. Además de elaborar botellas de aúpa, tienen una pinacoteca que podría ser una galería de El Prado y, también conservan un archivo de legajos antiguos que documentan la historia de los vinos de Jerez. Como un museo con vino. Muy buen plan.
Pero lo que nos ocupa es su amontillado. Los amontillados tienen la complejidad extra de una doble crianza, biológica y oxidativa. Además, en este caso, abrirás uno de los mejores amontillados de España, que es como decir del mundo.
Es un vino seco elaborado con palomino, con tres décadas de crianza y nariz de frutos secos, vainilla y cuero. Por una extraña asociación de ideas, a mí me recuerda a sabayón. Funciona muy bien con entrantes ahumados, jamón del bueno y quesos curados. Con umami, vaya.
Cádiz y la Champaña comparten, curiosamente, cosas. Ninguna es la alegría de su clima o el calor de su gente, pero sí el orígen calcáreo del suelo. Aunque en Cádiz se intuye, la Champaña estuvo bajo el mar hace 70 millones de años. Yo imagino que eso sirvió de punto de encuentro entre David Leclapart –elaborador galo de champagne– y Alejandro Muchada –viticultor gaditano–.
Lumière es un vino hecho con palomino fino de cepas sexagenarias plantadas en Sanlúcar de Barrameda. El cultivo sigue principios biodinámicos y ecológicos, las uvas fermentan espontáneamente y el vino se embotella sin filtrar.
Es un blanco muy aperitivo, oxidativo, limpio. Recuerda a una manzanilla, pero es un vino sin fortificar. Tiene aromas minerales y a fruta blanca. Es perfecto para continuar con los aperitivos ahí donde se quedó el amontillado –aunque lo canónico es ordenarlos al revés–.
La xarel·lo es una variedad blanca, típica de Cataluña, que se reivindica poco y, frecuentemente, mal. Supongo que por formar parte de la tríada tradicional del cava, en la que su carácter rústico pinta algo, pero solo una tercera parte.
Enric Soler es el elaborador que ha llevado la xarel·lo a su máxima expresión –solo trabaja con esta variedad–, y lo ha hecho con un blanco de cepas con 75 años que fermentó en barricas de roble francés. El vino Nun Vinya dels Taus se crió en esas mismas barricas durante ocho meses y ha terminado oliendo a frutas blancas, miel e hinojo o regaliz. Conserva una equilibrada acidez.
Es un blanco que puede aguantar ensaladas con bien de vinagreta y queso azul, pero también acompañará perfectamente pescados asados, mariscos y aves que hayan pasado por el horno.
'Sílice' es una adega de Ribeira Sacra con una carrera ascendente tan proncunicada como la pendiente de sus viñedos. La fundaron en 2013 dos hermanos, Carlos y Juan Rodríguez, junto al enólogo Fredi Torres. Desde el principio siguieron criterios de mínima intervención en la viña, respeto por las variedades autóctonas y poca producción de uva. A esto hay que sumarle terribles pendientes sobre el Sil, por lo menos en el caso de este vino que nos ocupa.
Tantas dificultades, paisajísticas y automipuestas, dan un vino que es puro atlanticismo. Buena acidez, no demasiado grado y una cobinación de variedades –mencía, albanello y merenzao– que fermenta con raspón en depóstios de acero inoxidable y se cría con sus lías en barricas.
Sílice Finca Lobeiras 2016 es un tinto con mucho aroma a flores, frutas del bosque y mineralidad. Bastante polivalente en la mesa, aunque casa perfectamente con un roast beef.
Otro vino de carácter atlántico, continental o, incluso, borgoñón. Todo eso para entendernos, porque es una excelente mencía de El Bierzo.
La elabora el reputado enólogo Raúl Pérez, fermenta en fudres –enormes toneles que apenas aportan sabor de madera– y se cría en barricas durante poco más de un año. Abro paréntesis, un poco para ayudarme a mí mismo porque durante demasiado tiempo he estado confundido con el nombre de este vino: Ultreia es un saludo que viene del latín, de origen medieval, que se dan los peregrinos en su camino a Santiago. Nada que ver con Atreyu, personaje de La Historia Interminable. Cierro paréntesis.
Ultreia de Valtuille es un vino que lo tiene todo: fruta, madera bien integrada, potencia y acidez. Fantasía. En cuanto a sus posibilidades de match culinario, compite con el anterior.
Cuando se dice que un gran vino precisa uvas de la mejor calidad posible se puede hablar de este vino. Hasta donde yo sé, el "grano a grano" del nombre es literal. Las uvas se seleccionan una a una. Y eso es mucha selección porque la graciano es ya, de por sí, una variedad poco productiva.
Abel Mendoza es un elaborador de culto de La Rioja que trabaja vinos como él, de culto. Este Graciano se cultiva con métodos muy respetuosos, fermenta en depóstios de acero inoxidable y se cría en barricas de roble durante 18 meses.
Todo acaba en un balsámico, al oler el vino con aroma a moras y otros frutos del bosque tan oscuros como su aspecto. Aquí ya hablamos de un vino que aguanta, perfectamente, guisos. Y sin embargo es un vino fresco y que conserva acidez. Quien tenga paciencia para guardarlo unos años o la habilidad para comprar una añada posterior a 2015, debería.
Otra bodega de culto y otra expresión fresca de La Rioja. San Lázaro es uno de los vinos de parcela de 'Artadi', es decir, elaborados exclusivamente con la uva de un solo viñedo. Esto, en teoría, es la máxima expresión del terruño y la apuesta de máxima calidad de esta familia vinatera.
De este tempranillo solo se elaboran unas 3.000 botellas exultantes de fruta y delicadeza en las que apenas se perciben los 10 meses de crianza en barrica, característica común a todos los parcelarios de 'Artadi'.
Es otro vino de guarda. Según dicen en la bodega, podría aguantar 20 años en botella. Quien pueda comprar un par de botellas y reservar una de ellas debería estirarse.
Hace tiempo leí que esta vino es la obra cumbre de la enología española. Yo no me atrevería a decir tanto pero que es una maravilla, es indiscutible.
Mezcla de viura, tempranillo y garnacha, el único Gran Reserva rosado de la DOC Rioja nada tiene que ver con lo que se presupone a un vino de este color. Amplio, cálido, oxidativo, contundente, especiado y astringente en su justa medida. Gastronómico con todas las letras. Astronómico, también, y no por su precio, que en relación a su calidad resulta una ganga, sino porque te pone en órbita alrededor de Venus. Imposible no enamorarse.
Hay que tomarlo con aves y carnes asadas con orejones, frutos secos y otros alimentos que se asan al horno por Navidad. Unos canelones deben estar de muerte con esto. Con suerte, o influencia, se puede encontrar alguna añada anterior –hasta 2008–. Vale mucho la pena comprarla.
Es el primer año que está disponible, así que quizá el entusiasmo que siento por este espumoso es un poco precipitado. Pero qué le vamos a hacer.
Es un cava de Paraje Calificado que proviene de un pequeño viñedo de chardonnay situado frente al Mediterráneo. Según cuenta la bodega, cosecharon las uvas en un punto algo precoz de madurez para preservar la acidez y facilitar una crianza de 10 años. Reto conseguido. Es un espumoso de burbuja enana, con un marcado carácter oxidativo –esto es como decir que jerecea–, con astringencia y acidez al mismo tiempo, lo que lo hace rústico y elegante.
Merece escoltar un plato contundente.
El gran cierre es este Fondillón. Los mejores ejemplos de este estilo de vino dulce alicantino están a la altura de los mejores Sauternes o Tokajis. Es el caso.
Los Fondillones se elaboran con monastrell sobremadurada. El mosto tiene tal concentración de azúcares que alcanza los 18 grados, volúmen que le permite aguantar crianzas de dos décadas, por lo menos, antes de salir al mercado. El Recóndita Armonía es un vino de postre muy complejo. Aguantará el panettone, turrón o mazapán que le pongan al otro lado del ring.
Un último consejo, general, en cuanto al maridaje de cualquiera de estos vinos: lo mejor es beberlos solos.
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