Actualizado: 23/08/2021
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Los más pequeños toman el control de la Navidad
Fresas tentadoras, champagne, flores luminosas, bucólicos jardines pintados a mano tapizando las paredes, vistas al patio de los nísperos y una cúpula sobre tu cabeza para caer rendido ante tanta belleza. La conocida como Capilla de Felipe V es una habitación que despierta los sentidos. Ahora que el equipo de Wes Anderson se aloja en el Parador de Chinchón, ¿qué estrella dormirá aquí?.
Cuando Pamela Anderson –la vigilante de la playa más famosa del mundo– se presentó hace unos meses en este convento agustino del siglo XVII, construido sobre las ruinas anterior del siglo XV, el personal se quedó sin habla. Lo mismo que la actriz americana al contemplar la magnética belleza de este lugar único: el Parador de Chinchón. Otros, antes que ella, habían experimentado esa sensación de relax supremo que potencia los sentidos y expulsa el estrés en una fracción de segundo al situar al cerebro en otro contexto.
Esta semana ha desembarcado en Chinchón el cineasta estadounidense Wes Anderson, que rodará aquí parte de su última película. El amplio elenco de actores y actrices hollywoodienses con el que cuenta para la cinta, entre los que destacan Tom Hanks, Scarlett Johansson, Margot Robbie, Bryan Craston, Bill Murray, Adrien Brody o Liev Schreiber, lo harán en las próximas semanas, lo que ha levantado una enorme espectación y atractivo turístico en la localidad. Antes de los dos Anderson (Pamela y Wes), el cantante y compositor escocés Mark Knopfler, Tina Turner o el actual rey Guillermo de Holanda cuando aún era príncipe, fueron algunos de sus ilustres huéspedes extranjeros. Aunque en España autores como Joaquín Sabina o Luis Eduardo Aute también han buscado la desconexión entre sus históricos muros, que albergan recuerdos de la desamortización de Mendizábal y su uso posterior como cárcel. O simplemente un placentero descanso, como Alejandro Amenábar y el equipo de su última película, Mientras dure la guerra, que usaron Chinchón como parte de sus escenarios.
Pero uno de los secretos mejor guardados de este convento es la habitación 140, que forma parte de las 20 suites exclusivas que la cadena estatal tiene repartidas solo en algunos de sus 97 paradores. Esta capilla desacralizada desprende un atractivo especial. Antes de convertirse en sugerente refugio de lujo en 2010, los japoneses lo convirtieron en un lugar fetiche y hacían cola para que el director les casase bajo la cúpula abovedada de ocho metros.
Ahora, bajo la cúpula hay una infinita cama con dosel, tan mullida que cuesta abandonarla. Solo la promesa de sumergirse en la enorme bañera, que ocupa el centro de la antigua y amplia sacristía, para desperezarse logra arrancarte del ensueño. Si giras la cabeza a la izquierda, podrás verte reflejado en el gran espejo de marco tallado dorado y sentirte más feliz que Felipe V tras ser aclamado en la plaza de Chinchón en 1706. Toca entregarse al dolce far niente sin remordimientos, mientras el aroma de los nísperos maduros de primavera se filtra por la ventana proveniente del patio cuajado de estos árboles de fruto carnoso y antioxidante.
Si te apetece un bocado, puedes picotear unas fresas y brindar con champagne, porque siempre hay algo que celebrar, dejándote caer en el sofá de terciopelo de estampado geométrico art decó. Fíjate en el papel que decora las paredes, acuarela pintada a mano en Italia e inspirada en los jardines de Aranjuez, en tonos grises y topo.
En verano, la piscina años 70 de generosas proporciones es ideal para un chapuzón y permite contemplar el convento desde otra perspectiva. Sus sólidos muros de adoquines de piedra autóctona de Colmenar, la huerta de los monjes o el jardín francés geométrico.
Perales, manzanos, membrillos, granados, olivos, nogales y avellanos jalonan el paseo hasta el pozo y la noria que en tiempos hacían girar los burros para regar con agua fresca toda la huerta, tal y como cuenta la directora del parador, Nieves Montisi. Una enamorada de este singular alojamiento que nos descubre el Cristo original del convento, colgado frente a la escalera de madera que se conserva de la época en la que los religiosos subían y bajaban de sus celdas, hace tres siglos. Y que habla con pasión de los productores locales que abastecen la despensa, como la cercana 'Huerta de Carabaña', famosa por cultivar más de 80 variedades de tomate en la vega del Tajuña.
A un paso, la plaza de Chinchón con sus 234 balcones. Y una sugerencia de ruta, tras los pasos de Goya por las calles más típicas. El pintor tuvo casa aquí, debido a su amistad con el infante don Luis, conde de Chinchón. En su cuadro La condesa de Chichón retrata a la hija del infante.
El tiempo en Chichón: Desde principios de mayo a finales de octubre, son meses de clima cálido, estupendos para visitar esta localidad de la comarca de las Vegas, definida por el Tajo, el Tajuña y el Jarama.