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Alejandro Sánchez Abalo buscaba un medio de vida y acabó encontrando su lugar en el mundo y, de paso, una forma de hacer el suyo más agradable a todo huésped que entre por la puerta de la antigua casa de labranza de su familia. Años en desuso habían reducido la vivienda a la semiruina, pero un cuidadoso proceso de rehabilitación logró que renaciese de sus cenizas manteniendo aquella esencia de antaño y, al mismo tiempo, dotándola de las comodidades del siglo XXI.
El resultado es ‘Abeiro da Loba’, un alojamiento en pleno Camino del Norte a Santiago. Pensado inicialmente para peregrinos, si bien en sus apenas dos años de vida se ha confirmado también como destino de turismo rural y una opción cada vez más escogida por familias, parejas o grupos de amigos que ansían un cobijo a la frenética vida cotidiana en contacto con la naturaleza.
Ubicado en la localidad coruñesa de Sobrado, famosa por el Monasterio Cisterciense de Santa María de Sobrado y tradicional fin de etapa para los peregrinos que eligen la ruta del Norte, nada más acercarse, lo primero que enamora es su arquitectura. Combinación perfecta de piedra, madera y vidrio, ha conservado la esencia de la casa original de 200 años de antigüedad adaptándola a un concepto minimalista que, a base de líneas simples y de eliminar las florituras, se fusiona con el entorno.
El entorno es, sin duda, un elemento determinante en la experiencia final. Ocupa una finca de dos hectáreas en la aldea de Madelos, a seis kilómetros de Sobrado. La finca ‘A Cortiña’, quédese con el nombre. Será difícil de olvidar para todo huésped, pues “prácticamente desde cualquier punto de la casa se ve el bosque”. Lo destaca Alejandro, muy poco dado a presumir y que, sin embargo, no puede ocultar el orgullo cuando habla de cualquier detalle de su principal proyecto vital.
El bosque de castaños que rodea la casa, y que permite al huésped disfrutar de la naturaleza sumergiéndose en ella, es parte de su atractivo. La obra de rehabilitación ha sabido potenciarlo con grandes ventanales que propician que la luz natural lo invada todo y, por momentos, parezca que duermes con las hojas a punto de acariciarte.
El sueño resulta reparador, mecido por el silencio y por la ausencia de contaminación lumínica que, en noches claras incluso, te regalan un manto de estrellas. Pero no solo el sueño recompone. ‘Abeiro da Loba’ entra por los ojos por su llamativa arquitectura y conquista por la atmósfera que se respira nada más entrar. Alejandro es uno de sus secretos. Da la bienvenida uno por uno a cada huésped, le acompaña a su dormitorio y, una vez instalado, cubre sus necesidades. Las mundanas y las del espíritu. Conversa, asesora sobre los mejores lugares para visitar durante la estancia, comparte momentos y vida, haciendo la estadía mucho más hospitalaria.
Coincidimos allí con Álvaro Umpiérrez, escritor uruguayo instalado en España que aprovecha este alto en el Camino de Santiago -que comenzó en Irún- para practicar ninjutsu, arte marcial japonés del espionaje y la guerrilla, en la terraza exterior del local. ‘Abeiro da Loba’ “es una conexión con la energía, es un lugar ideal para entrenar” y ese ambiente relajado y acogedor que se genera le lleva incluso a hacer de instructor para un grupo de huéspedes.
Otros aprovechan para sentarse en la ventana de una de las nueve habitaciones y escribir o leer, para tumbarse en la hamaca instalada en medio del bosque y entrar en contacto con la naturaleza o para conocer, también de la mano de Alejandro, el proceso de cultivo de setas shiitake en tronco de roble. Y es que la finca ‘A Cortiña’ tiene múltiples posibilidades y una de ellas es este cultivo que les surte de setas para sus platos y les permite hacer labor divulgativa.
La generosidad de Alejandro no le permite guardarse nada, ninguno de sus secretos. Tampoco la historia del lugar, otro de sus atractivos. La comparte con cada huésped, al que habla con pasión de sus antepasados, que residieron en esta antigua casa de labranza -la última generación en hacerlo fueron sus abuelos, que vivieron el éxodo a la ciudad en los años 60- y de cómo Pepa A Loba, una legendaria bandolera gallega de finales del siglo XIX, se aprovechó de la hospitalidad de su familia, que la acogió para pasar la noche junto con otros tres hombres, para intentar robarles.
De Pepa A Loba hay libros que el anfitrión presta a sus clientes y su historia, que le contó su padre, “promotor intelectual” del proyecto, le inspiró para ponerle el nombre al establecimiento. Le añade, antes, una palabra que resume el espíritu del negocio, abeiro (refugio en gallego). Un refugio diseñado en cuartos “de batalla” con literas para cuatro peregrinos y también en cuartos dobles con opción de cama supletoria.
Un local que guarda parte del espíritu de aquellos años en los que por él pasó Pepa A Loba y que, en su rehabilitación, conservó lo máximo posible de sus elementos originales. Los viejos muros se conservaron, las antiguas vigas de la ruina marcan ahora la zona de aparcamiento, los dinteles de piedra se reutilizaron en la pavimentación del entorno. Y, junto con madera de roble, castaño, pino y ciprés de la propia finca, completan la decoración.
En esta aventura, a Alejandro le acompaña una fiel compañera, su actual pareja, María Vázquez , que cuida que no se escape ningún detalle y se encarga de la cocina los días entre semana. En temporada alta, ‘Abeiro da Loba’ también contribuye a la dinamización económica de la aldea y da trabajo a una vecina y excelente cocinera.
Nos toca una cena reconstituyente. Es habitual que la clientela contrate la habitación con desayuno, pero no todos se decantan por la cena. Los que sí lo hacen buscan “cocina casera” y se encuentran muchos platos de cuchara, como la sopa de hortalizas del día que les visitamos, con calabacín y puerro.
Como segundo plato, una tosta con las setas shiitake. La preparan con pan de pueblo horneado a muy pocos kilómetros, jamón y el queso con Denonimación de Origen Arzúa Ulloa, que hace famosa esta zona del Camino de Santiago. De postre, brownie casero con helado, que el esfuerzo del peregrino bien merece un final dulce.
El desayuno sigue la misma filosofía. Una etapa del camino es muy exigente y conviene salir bien temprano y con un chute de energía extra. Tostadas de pan de pueblo, repostería casera, fruta, zumo, cafés, infusiones. Todo cuidado con mimo y “de casa”, porque ‘Abeiro da Loba’ tiene esa aspiración de convertirse en un refugio en el que te encuentres como en casa, confortable, como un regreso a la aldea de tu infancia y al hogar en torno al que se reunían los sentimientos más puros.
“Yo encontré mi sitio aquí”, confiesa Alejandro. Se crió en Pontevedra y tan solo visitaba la aldea de su padre de forma esporádica, pero hace seis años, buscando una salida laboral en plena crisis que frustró la carrera para la que se formó -Ciencias del Mar-, animado por su padre, empezó a darle vueltas a la idea. Como paso previo, hizo él mismo el Camino de Santiago, “con el propósito de vivir la experiencia para detectar cosas que necesitan los peregrinos”, y “fruto de esa experiencia, salió esta idea”.
Dejó la capital de la provincia, se instaló en una aldea de apenas 12 habitantes y se dispuso a labrarse un futuro al tiempo que perpetuaba un legado. El comienzo fue “horrible”, pues coincidió con el inicio de la pandemia, pero han sabido ganarse un hueco entre peregrinos y turistas de la tranquilidad y, aun cuando el día se presenta gris, a sus 37 años, le da fuerza “pensar que esto perteneció a mi familia; seguir con el legado”.
Buscaba tener un medio de vida, pero también que le permitiese realizarse. Y encontró su hueco a través de compartir las experiencias de todo huésped que entra por la puerta, al principio como acartonado y, a medida que pasan las horas, invadido por la relajación intrínseca al lugar. Una pausa en el camino para los huéspedes, un suspiro para tomar aire y seguir adelante para Alejandro. “Lo que me levanta de la cama los peores días es la ilusión de verlo madurar y verlo crecer”. E incluso le ha reportado ya reconocimientos, el Premio al Desarrollo Rural 2021 de la Agencia Gallega de Desarrollo Rural (Agader) en la categoría Juventud.