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De pequeña, Iria Urgell Calderón, hija del creador de 'Pachá', Ricardo Urgell, quería ser gogó y bailar en las discotecas. Casualidades de la vida, la descendiente de alguien que triunfó llevando la juerga y el desmadre a una pequeña isla, que casi nadie conocía allá por el 1973, aboga ahora por la tranquilidad, la calma y el silencio desde 'Aguamadera', el agroturismo que dirige en Santa Eulària des Riu, cerca de Cala Llonga. Claro que es una calma con chispa, divertida, activa y siempre aficionada a moverse al ritmo de la música, que Iria lleva en las venas. Porque, “desde que existe el hombre, existe el baile”, como reza el prólogo del famoso Libro Rojo de Pachá.
A 'Aguamadera' se accede por un pequeño camino sin asfaltar, polvoriento, que acaba en un oasis perturbado durante el día por la banda sonora de las chicharras y el sonido veraniego que hace el agua de la piscina al recibir a alguien seducido por su azul, que se lanza a ella sin reservas. La construcción que acoge este hotel de agroturismo es una antigua casa ibicenca de 1888, con sus corrales, convertidos ahora en habitaciones.
Una casa que ya era establecimiento hotelero y que hubo que reformar antes de abrir como 'Aguamadera', en junio del pasado año. “No tocamos los volúmenes ni las estructuras, sino que más bien fue un lavado de cara con la filosofía, de menos es más”, señala Iria Urgell. “La decoración la hicimos entre Ibiza Interiors, Emilio Lekuona y yo”.
La entrada se ha mantenido intacta a la original y no puede ser más festiva y acogedora a pesar de su sobriedad; lo mismo que los interiores, propios de una casa de pueblo con sus paredes blancas e irregulares, sus esquinas redondeadas, sus hornacinas en los muros y sus puertas de madera que la vida ha ido erosionando. Son aquellas casas que contenían muy pocas cosas, pero que contaban muchas.
“La isla ha evolucionado mucho y muy rápido”, opina Iria, “y, generalmente, los tiempos pasados siempre fueron mejores. Ahora somos más y hay más normas y prohibiciones. Queremos privacidad, y queremos preservar ese espíritu de Ibiza, de mezcla y mestizaje; pero yo recuerdo que la última etapa que llevamos Lio fue una locura. Si venía Leonardo Di Caprio o Will Smith, la gente se arremolinaba en torno a ellos y no los dejaba tranquilos. Yo creo que, aparte del ocio nocturno, se busca también otra cosa, más a tono con lo que antes era la isla”, subraya Urgell.
Los espacios al aire libre de esta finca se cuidan tanto como los interiores. Hay un gran comedor para cenar bajo las estrellas (el agroturismo solo ofrece desayuno y cena), donde también está el bar de cócteles y una gran higuera, que acoge las risas de los que despiden el día, con una copa en la mano, viendo como los colores se diluyen y todo se pasa al blanco y negro.
Cualquier rincón es un lugar especial: la piscina, frente al porche, con la imprescindible buganvilla; el antiguo spa, del anterior hotel, reconvertido en sala de yoga; pequeños bancos o mesas en las que charlar o desayunar y la sensación de estar sobre una pequeña colina desde la que solo se divisa naturaleza.
A cargo del huerto ecológico están dos mexicanos: David y Tomás, conocedores de los secretos de la permacultura para que los tomates sepan a tomate y la albahaca se huela de lejos. La huerta es el pilar de la inspiración de la carta, que sigue el ritmo de los ciclos naturales, y no al revés.
Berenjenas, kale, maíz negro y blanco, diferentes variedades de tomate, zanahorias, pepinos, fresas, lechugas, hinojos, calabazas, sandías o melones comparten espacio con girasoles y tabaco, por eso de que diferentes asociaciones de plantas tienen efectos plaguicidas. Y luego está el pequeño huerto de especies. Un regalo para el olfato con salvia, romero, albahaca, menta, perejil, hierbabuena, tomillo o lavanda. La naturaleza es siempre generosa, incluso con aquellos que le dan la espalda.
La cocina se anuncia de lejos por el calor que desprende el fuego, único medio para cocinar; ya que el gas brilla por su ausencia. “El fuego se enciende a las 7:30 de la mañana y utilizamos madera de olivo de Jaén”, cuenta Gonzalo Cerrato Laguna, cocinero madrileño al frente del restaurante, abierto también para los no huéspedes. Gonzalo empezó a los 15 años, ayudando en el negocio familiar, y ha trabajado en Londres y en Tulum, donde aprendió los secretos del fuego.
“Es una cocina que requiere otro ritmo, hay que estar más atento, poner más dedicación y cariño. Aquí hemos desterrado la química, que se utiliza en muchas cocinas para hacer espumas, suflés, merengues o para espesar las salsas. Todo lo hacemos al fuego, desde las tostadas del desayuno hasta las carnes o pescados a la brasa; pero con una elaboración simple. La mayoría de los platos tienen pocos ingredientes, aunque nos ocupamos de que estos sean los mejores”, señala Cerrato.
El fuego es ese elemento transformador, y hasta catártico, que deja un regusto especial en todos los platos de 'Aguamadera'; en sus verduras, como en los pimientos asados con pilpil de bacalao o las judías verdes; en sus postres, como el delicioso helado de remolacha con tierra de algarrobo con cacao, y hasta en sus cócteles, porque en ocasiones, las frutas o piñas de sus ingredientes, son previamente bautizadas por las brasas.
La cocina al fuego tiene la virtud de potenciar la profundidad y complejidad de los sabores. Si a esto le añadimos unas recetas sencillas, pero elaboradas y un producto de calidad, el éxito está asegurado. Todo está rico en 'Aguamadera', empezando por el pan, que no hacen ellos sino un horno de Ibiza; pero eso sí, con masa madre y elaboración tradicional.
La ensalada de albaricoque, queso fresco, rúcula y praliné de avellanas, es una bendición; lo mismo que el rodaballo a la plancha, los mejillones bouchout con hierbas aromáticas del huerto o las setas confitadas en lemongrass.
Discutiendo sobre las últimas tendencias en restauración, Gonzalo Cerrato sostiene que “ahora no se busca una experiencia gastronómica, sino un sitio donde estar, un ambiente, un lugar y la comida representa un 60% del total”. La música parece también un elemento importante, que se incorpora en muchos restaurantes y 'Aguamadera' lo sabe. Por eso, los jueves, cada 15 días, Guts presenta Campo Libre y pincha ritmos bailables: música africana, cumbia, salsa o reggae.
Es entonces cuando este pequeño agroturismo pierde la calma y concentra a un pequeño grupo de gente, de los rincones más alejados del planeta, con algunas características comunes: su amor por Ibiza, a pesar de todos los inconvenientes del turismo de masas, sus ganas de apurar el verano hasta el último trago y ese aire de libertad y rebeldía, que todavía se aprecia en esta pequeña roca del Mediterráneo.
''AGUAMADERA'. De Jesus A Cala Llonga Km 7 5, 07819 Santa Eularia D'es Riu, Islas Baleares. Tel: 623 99 44 11
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