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Es un ejemplo de renovación urbana, de capacidad de reciclaje, pero también una prueba de que estilo y asequible no son dos términos contradictorios, de que existe ¿por qué no? el lujo low cost. Porque lo que fuera en los años 30 una gasolinera con parking en pleno corazón de Madrid es hoy un albergue de diseño donde el confort, la tecnología y el buen ambiente se sirven sin secuestrar la billetera. Por ello, acaba de aterrizar en la ciudad y ya es un icono de los millennials.
'Generator Madrid' es la segunda apuesta en España –la primera fue Barcelona– de esta firma de hostels pijos (los famosos poshtels, que se llaman ahora) que está presente en ciudades como París, Berlín, Londres, Roma, Venecia, Estocolmo, Copenhague… y que en agosto también dará el salto a Miami. Y como el resto de sus hermanos goza de un inmejorable emplazamiento céntrico, a un paso de la Gran Vía y la Puerta del Sol y en el límite del barrio de Malasaña. "Existe un boom con este tipo de alojamientos que están subiendo el estándar de calidad en la capital", cuenta Omar Lázaro, director general de este hostal que también figura en el epicentro del ocio: cerca de los museos, los teatros, los bares, los restaurantes…
Fiel a la filosofía que distingue a 'Generator', este alojamiento ha tratado de mantener el espíritu del edificio original. Así, al igual que en Ámsterdam se conservan las gradas de lo que fue una universidad, aquí existen constantes guiños a la antigua estación de servicio: huellas de los surtidores, un mapa de carreteras trazado con azulejos y las viejas columnas blancas y rojas del parking, que aparecen por aquí y por allá desde la recepción hasta las habitaciones.
Todo ello perfectamente integrado, sin romper la esencia de esa estética industrial que caracteriza a sus interiores: un toque nórdico abierto que tiene su expresión vanguardista en la obra de artistas locales. Entre ellos, Isra Paez, autor del mural del restaurante que recrea la vida en la ciudad, y Tamara Arroyo, que ha ideado una pieza con neones para reflejar el ir y venir, la interconexión de sus habitantes.
Y es que el diseño es una de las grandes bazas de este novedoso concepto de hospedaje. ¿Puede un albergue ser cool? "Mucho, cómo no. Aunque aquí la palabra hostel aún tiene reminiscencias de baja calidad, en otros países existe otra mentalidad al respecto. A nosotros nos gusta decir que somos un hotel con habitaciones compartidas o un hostel con servicio de hotel", explica Lázaro.
El alojamiento cuenta con 542 camas repartidas en habitaciones compartidas para 4 u 8 personas y habitaciones individuales para dos. Todas con baño privado completo (también existen duchas de apoyo en cada planta), calefacción, aire acondicionado y confortables camas equipadas con luz, enchufe, USB y locker para las pertenencias. Las privadas, además, disponen de televisión con Apple TV y Netflix.
También existen, claro, zonas comunes, que son fundamentales en estos hostels por aquello de la interacción entre los viajeros: el comedor de la planta principal, el restaurante con carta mexicana y el rooftop, en el sexto piso, que es una bonita terraza con una barra en forma de container, dos jacuzzis a cielo abierto y sesiones de dj durante todas las noches. Un oasis de aire cosmopolita, abierto al público general sin necesidad de estar alojados.
Porque otro de los estandartes de 'Generator' es su capacidad de generar experiencias, su creación de eventos locales que se centran en el arte, la música y la gastronomía. "Sabemos que a nuestros huéspedes les interesa vivir la cultural local y conocer gente. Por eso en nuestros espacios los mezclamos con el público de la ciudad", señala el general manager. Y por eso también, en paralelo al alojamiento, se organizan múltiples actividades. En estos momentos, por ejemplo, tiene lugar una exposición de los estudiantes del Instituto Europeo de Diseño (IED) sobre la reinvención de la tela vaquera.
Más allá de todos sus servicios (el wifi, por supuesto, en cualquier estancia) son los pequeños detalles los que marcan la diferencia. Detalles como el Travel Shop de la recepción, donde venden aquellos artículos susceptibles de olvidarse (cepillo de dientes, tapones, cargador del móvil…); las taquillas con diferentes tamaños; las bicicletas para alquilar; el cajero automático dentro… Todo muy en sintonía con el tipo de cliente que lo frecuenta, de entre 16 y 35 años y de espíritu joven y viajero.
Aunque esto también es algo que se quiere romper. "Pretendemos enfocarnos no solo al perfil joven sino también a las familias, para las que tenemos habitaciones conectadas. Porque aunque en España es raro que la gente mayor se aloje en un albergue, en el resto de Europa es una práctica común", cuenta Lázaro, mientras por el pasillo se cruza con una mujer en edad avanzada. Será que la cosa está cambiando en esta nueva era de los hostales pijos.