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El verano siempre ha sido un tiempo de libertad y de espacios abiertos. Dejamos atrás unos meses de estrés y rutina y necesitamos aire libre, vacaciones y disfrutar aunque solo sea un par de días de una existencia distinta. Escribía Scott Fitzgerald en El Gran Gatsby, que "la vida comenzaba de nuevo con el verano". Estamos deseando coger una bolsa, meter en ella el bikini, un par de camisetas y salir a gozar del amplio mar, la playa y el cielo azul... comenzar de nuevo.
En el 'Dream Sea Surf Camp' de Benitatxell todo eso es posible. En un entorno de paz y tranquilidad total se encuentran las 21 tiendas, cada una de ellas sobre su propia parcela de entarimado de madera. El enclave está rodeado de montañas y exuberante vida silvestre, frente al radiante Mediterráneo, lo que hace la zona perfecta para explorar a pie o en las bicicletas de uso libre y gratuito para los clientes del 'Dream Sea'.
La Cala Moraig (una de las más hermosas de la Costa Blanca) se encuentra a apenas cinco minutos a pie y las playas de Xàvia están a solo un corto trayecto en coche, al igual que muchos preciosos pueblos de Alicante. Aunque ni siquiera hace falta salir si no se quiere: la piscina infinita con vistas al mar, la maravillosa música del bar, la gastronomía y los cócteles permiten relajarte a la fresca y desconectar allí mismo. En definitiva, todo lo que se necesita y más para una escapada cómoda y plena. Incluso se puede venir con mascota.
El 'Mediterranean Dreamsea' se encuentra en la urbanización Cumbres del Sol, en Benitatxell, a la cual se llega por una sinuosa carretera turística bordeada de lujosas villas e impresionantes miradores a los que asomarse al mar. El camino hasta aquí ya es un recorrido que te hace olvidar y dejar muy atrás la ciudad.
'Dream Surf' es una empresa liderada por tres surfistas, dos canarios y un alicantino, que se convirtieron en emprendedores y que ya cuentan con varios establecimientos. Comenzaron en Moliets, Francia, con un surf camp en 2012 y desde entonces han ido creciendo con tres surf camps más en Portugal y otro en Cantabria. De aquel primer campamento de colegas surfistas se fueron profesionalizando hasta llegar a contar con resorts en Bali, Nicaragua y Sri Lanka que funcionan como hoteles boutique. Este mediterranean glamping, como ellos lo llaman, es una vuelta a los orígenes de los surf camps pero manteniendo la comodidad de los resorts.
Todo esto lo cuenta el alicantino Pablo Martínez, el manager, que además fue quien encontró el lugar. Lo inauguraron el pasado año y mantiene la misma estética de los demás establecimientos, con sus tiendas tipo canadiense confeccionadas en Holanda, las mesas traídas de Bali, las sillas de ratán, etcétera. Explica Pablo que "ahora, con todo este tema del confinamiento, este concepto encaja muy bien". Es cierto que al aire libre es más fácil la distancia social, el aforo máximo es de poco más de 50 personas, la gente que trabaja lleva la mascarilla y los baños, que son mixtos, se limpian cuatro veces al día.
Esta segunda temporada se ha llenado gracias al boca a boca, aunque muchos les han conocido gracias a Instagram. Parte de los clientes son nórdicos que planifican sus vacaciones en febrero o vips que rotan por los diferentes glampings que tiene la empresa. "El concepto del glamping es surf", recuerda Pablo. "Aquí nos hemos adaptado a las circunstancias: no hay olas pero el mediterráneo es maravilloso y por eso la oferta se amplía a familias y parejas que quieran introducirse en deportes acuáticos como el kayak o el paddle surf, y practicar senderismo o yoga".
De los deportes se encarga Jordi Porcel, con el que se viaja en la furgoneta del camping hasta la Cala Blanca de Xàbia, para practicar kayak. Nada más llegar da unas indicaciones en tierra firme, la comitiva se pone los chalecos y ya está lista para navegar por las increíbles aguas turquesas y conocer partes del litoral que solo es posible ver desde el mar. Sus transparentes y casi siempre tranquilas aguas hacen de la Cala Blanca o Caleta un lugar muy apreciado no solo por piragüistas y bañistas que buscan tranquilidad sino también por los aficionados al snorkel.
Al lanzarse al agua con las gafas de buceo en seguida llama la atención el luminoso fondo de arena blanca, que da nombre a la cala y siguiendo la línea del litoral encontramos zonas en las que abunda la posidonia oceánica. La profundidad no supera los seis metros, por lo que resulta un lugar ideal para nadar rodeada de peces y observar con más detalle la numerosa fauna que abunda en su paisaje sumergido: salpas, sargos, pequeñas castañuelas, pelayas…y hasta algún pulpo.
Tanto Jordi –al que por algo apodan Ukelele Man–, como Pablo, son unos frikis de la música y han creado una ruta-concierto de senderismo inspirada en el Magical Mystery Tour de los Beatles, que únicamente realizan por encargo. "Vamos con la mochilita con unos bocatas, algunas cervecitas y hacemos la ruta con paradas de música en directo y acabamos en la cala del Llebeig", nos explica Jordi.
Cualquier tarde te puede sorprender un concierto improvisado con su ukelele o un grupete local. "Con poca cosa se consiguen grandes resultados", afirma Pablo dándonos la clave de su éxito: "nuestra máxima es el buen rollo, vendemos buen rollismo. Mantenemos unos cánones de calidad, pero siempre con la flexibilidad que permite que la gente se sienta como en casa".
También hay que destacar su gastronomía y a todo el equipo de atentos camareros y de cocina capitaneados por el chef Juan Andrés Delgado. Empezando por los desayunos (a elegir entre dulce, salado, o saludable) que en este entorno aún saben mejor y nos dan la energía para todo un día de aventuras. Las tapas de mediodía y sobre todo las cenas, con platos saludables donde prima el producto local y el pescado de las lonjas cercanas, todos los días hay pescado fresco con verduras.
Además, en la carta también encontramos un ceviche un pelín picante, saludables poke bowl de salmón o de pollo, patatitas bravas crujientes, ensalada de burrata y postres caseros. Todo ello acompañado de vino de la zona, cócteles o refrescante cerveza valenciana. A las 22.30 se cierra la cocina, media hora más tarde la música, y a las 00.00 se apaga la luz. Aquí predomina el descanso. Llega el momento de retirarse a la tienda y dormir escuchando el viento y sintiendo la brisa del mar.
Para este verano ya tienen todo el glamping lleno, pero no hay que alarmarse, aquí el buen tiempo dura hasta bien entrado octubre. Para después de agosto, en la temporada baja, quieren potenciar el yoga y los conciertos al atardecer, además de sesiones de vermut and swing los domingos. "No hay que morir de éxito, hay que ser cauteloso y mantener la esencia", concluye Pablo, "para mí es muy importante que esto no se comercialice en exceso y no perdamos lo que somos, ahora mismo estamos en el punto exacto".