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Un lince del Coto de Doñana, serio, con sombrero de copa y oráculo es el logo de ‘Casa Cánovas’, un pequeño hotel de diez habitaciones situado en una antigua casa señorial de 1624, en pleno corazón de Cádiz. El dibujo es obra de Jaime, hijo de Carlos Gómez y su mujer Ninfa Delfín, que juntos han diseñado a capricho este alojamiento boutique como si fuera su propia casa.
“Queríamos un hotel muy personal, que no hubiera nada igual en Cádiz”, cuenta Carlos mientras camina por el suelo damero de la recepción, donde también hay un arrimadero de mármol, ambos originales de la casa. Un baño de luz inunda la retina al cruzar el patio andaluz por el que se accede a las cuatro plantas de la casa, una auténtica belleza con sus columnas de mármol -también originales- y una majestuosa lámpara chandelier de cristal colgando en el centro.
“Lo único andaluz que hemos mantenido es el patio y el hecho de que estamos en pleno Cádiz. Las habitaciones son otro mundo, cada una con una distribución distinta y una personalidad propia. En ellas hemos buscado ese aire de antaño que ya se ha perdido en los hoteles modernos”, desvela el empresario catalán, que ha contado con el estudio de interiorismo Luzio Design & Projects para la decoración de las distintas estancias.
Un ejemplo de esa vuelta al pasado se siente en el momento en el que te entregan la llave. “Es una llave de verdad, nada de tarjetas. Hay gente joven -mis hijos por ejemplo- que raramente han visto este tipo de llaves en un hotel. Tenemos ese toque clásico, pero sin renunciar a las comodidades del siglo XXI”, apunta Carlos, que inauguró el hotel hace poco más de dos años.
Ya en las habitaciones, imponen los altos cabeceros de estilo barroco apoyados sobre murales de papel pintado de Andrew Martin inspirados en paisajes de la naturaleza. Las camas, de tamaño King Size, llevan sábanas de algodón egipcio de 300 hilos y colchones fabricados con seda, algodón y fibras naturales. Las vigas de madera recuperadas de la antigua casa lucen en el techo, así como las contraventanas y cierres originales de los balcones o cierros gaditanos. El suelo, brillante y de color negro, es de hormigón pulido.
Los muebles son otro guiño al pasado: cómodas antiguas, sofás Chester, lámparas de cristal y espejos comprados en anticuarios, armarios de roble y algún otro detalle traído de la casa familiar de Ninfa, gaditana de los pies a la cabeza. Varios libros y lámparas doradas de latón envejecido ayudan a hacer más acogedora la estancia, mientras en la pared cuelgan grandes televisores de entre 55 y 65 pulgadas, capricho de Carlos. “Aunque ahora la gente se entretiene más con el móvil, yo sigo siendo de los que me gusta tumbarme en la cama y ponerme una serie cuando estoy en un hotel”, dice entre risas.
Una nueva sorpresa llega cuando atraviesas la puerta del baño y encuentras bañeras de Devon & Devon y duchas XXL revestidas de mármol. Los lavabos, griferías y hasta las manetas de las puertas han sido diseñados para recordar épocas pasadas, mientras que la antigua báscula o los jabones sicilianos de la Ortigia son otros detalles que dan personalidad a este hotel. “Muchas de las duchas son tan grandes que ni hemos puesto puertas; y los espejos están todos calefactados, para que no se empañen con el vaho", resalta Carlos.
Hay dos estancias que cuentan con su propia terraza privada -la 31, antiguo lavadero, y la 41- con una zona chill out decorada con muebles de forja y persianas de esparto natural. “La 41 tiene además una torre mirador desde donde es posible ver el puente de la Constitución de 1812 iluminado por la noche”, explica Carlos, que también descubre una terraza para uso común con sombrillas y tumbonas donde tomar un vino o brindar con un par de cervezas frías.
El salón- biblioteca es otro de esos espacios que embelesan. Muebles oscuros de color antracita juegan de nuevo con los dorados y la elegancia de las butacas y los textiles de terciopelo, todo en una absoluta armonía donde cada detalle ha sido cuidadosamente pensado. En el centro, una chimenea de mármol protagoniza este rincón lleno de estantes, libros y espejos que invita a relax.
“Originalmente la chimenea no estaba aquí, la trajimos del salón de la antigua casa, hoy convertido en la junior suite número 12”, cuenta Carlos que, aunque nació en Barcelona, se siente muy gaditano. “Llevo viniendo a esta ciudad desde que era un niño. Hice el servicio militar en Camposoto -San Fernando- y aquí conocí a Ninfa, mi mujer”, cuenta sin dejar de sonreír.
El lince de Doñana se quita la pajarita y sostiene un cóctel en la mano con un gesto más desenfadado. Es el momento del desayuno. Si el tiempo acompaña, se degusta en una agradable terraza de la calle Cánovas del Castillo, pegada a la piedra ostionera que reviste parte de la fachada del hotel.
En la carta, proponen bollería artesanal y distintos panes de la La Cremita, -delicioso el de cúrcuma-, tostadas de jamón ibérico, prosciutto o mortadela con pistachos; molletes con distintos rellenos -como el de vitello tonnato; o aguacate y tomate seco-; huevos, bikinis y bowls con gran variedad de fruta fresca y yogures. Todo tan apetecible que cuesta saber qué elegir.
Todo lo preparan en el restaurante situado en el edificio colindante al hotel. Allí, el chef Iván Lombardi diseña también la propuesta del mediodía y la noche con platos que defienden la cocina tradicional italiana con guiños de Cádiz. “Tenemos clásicos que siempre triunfan como la carne mechada a la tonnata, o la pasta fresca con salsa napolitana que traemos directamente de Italia”, cuenta el cocinero nacido en la Puglia.
Aunque donde mejor se saborea la fusión Italia-Cádiz es en bocados como la ensalada caprese con base de salmorejo, mozzarella de búfala y crujiente de speck, los canelones rellenos de carrillera de cerdo sobre romesco y cremoso de parmesano; o la bruschetta de pisto de verduras en compota y queso emborrado de el Bosqueño. Los postres son de otro mundo, sobre todo el tiramisú, que elabora Iván cada día; o el cannolo siciliano relleno de ricotta, pistacho y chocolate. "El tiramisú es sin duda en gran hit. La gente se lo lleva directamente a las habitacicones", concluye el italiano.
'HOTEL CASA CÁNOVAS'. C. Cánovas del Castillo, 32. Cádiz. Tel. 956 22 79 84