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En 1913 el ingeniero Salvador López Miño comenzaba a construir un faro en la zona sur de la Costa da Morte. Las obras se prolongaron casi ocho años debido a los temporales que, en invierno, obligaban con frecuencia a parar los trabajos durante semanas.
La Costa da Morte no era un lugar fácil entonces, con pocas carreteras, caminos en los que los carros que cargaban los bloques de piedra para levantar el edificio corrían el riesgo de quedar hundidos en la arena y los inviernos más recios de la costa gallega. En 1921, sin embargo, se inauguraba el faro, una torre de 14 metros que facilitaba la navegación en una zona particularmente complicada.
Un siglo después abría sus puertas el ‘Hotel Faro de Lariño’. El clima invernal del lugar sigue siendo el mismo, pero la que durante décadas fue la vivienda del farero y su familia, es hoy un pequeño alojamiento con encanto desde el que asomarse a las tormentas. Apenas 20 metros separan las cristaleras de una rompiente que durante la temporada baja se convierte en un auténtico espectáculo.
Aunque también el verano es especial aquí. El faro sigue, aún hoy, levantándose solitario en la punta que separa la playa de Lariño, con su kilómetro y medio de extensión, de la pequeña playa pedregosa de Seda. El pueblo está en la ladera, unos 500 metros tierra adentro, por lo que el lugar, aún en temporada alta, sigue siendo tranquilo.
Así define el propietario, Jacinto Picallo, su forma de enfocar este proyecto. Un lugar único exigía un alojamiento muy especial y los responsables de este proyecto de rehabilitación supieron leer el entorno. La vieja casa del farero, en la base del faro, se convirtió en un espacio único, pensado para desconectar y relajarse; un espacio que pide un ritmo diferente, más lento, más tranquilo, y ganas de empaparse del entorno.
Nueve habitaciones únicas, inspiradas por ese mar que se cuela por las ventanas. Bruma, Espuma, Viene Tormenta, Mar Picado… nombres que anuncian que cada una es diferente, diseñada para aprovechar al máximo estancias históricas y vincularse, desde su mismo nombre, a la cultura mareira de la zona.
Maderas que remiten a los barcos, pero también a los restos que el mar deposita en la playa con la marea; cepillos de fregar las cubiertas, botellas lanzadas al mar, colores que hacen referencia al horizonte, al Atlántico y a las embarcaciones tradicionales. Un interiorismo actual que se combina con los muros centenarios para que nada distraiga la atención, para que el sonido de las olas rompiendo a pocos metros del edificio sea el protagonista.
En 1966 el Ariete, un buque de la armada que viajaba de Ferrol a Cartagena, embarrancó en los bajos que hay frente al faro, a pocos metros de la costa. Entre la tripulación y los vecinos de la zona consiguieron montar una tirolina improvisada, que permitió que, uno a uno, los 168 tripulantes del barco pudieran descolgarse hasta la orilla por encima del oleaje y salvar sus vidas.
Desde entonces la villa de Carnota, en cuya costa está el faro, tiene el calificativo oficial de “Muy Humanitaria”. En homenaje a aquellos vecinos que se enfrentaron a un mar de febrero embravecido, con olas de más de diez metros, el ‘Hotel Faro de Lariño’ bautizó su espacio gastronómico con el nombre de aquel buque.
La ‘Taberna El Ariete’ es una oda al lugar y a la sencillez, un guiño a aquellas tabernas de la zona en las que la carta era sencilla y breve, pero sabrosa; en las que el punto fuerte no era una oferta inabarcable, sino la calidad del producto local bien seleccionado.
Empanadas de un obrador local, molletes rellenos de lacón con pimientos, de pulpo con queso de Arzúa-Ulloa o de mejillones en escabeche; conservas gallegas seleccionadas… Propuestas sencillas pensadas para saborear con la lluvia corriendo por el cristal de las ventanas o, en verano, disfrutando de la brisa en la pequeña terraza sin complicaciones.
No hace falta más. La zona cuenta con una gastronomía marinera que puede disfrutarse en un buen puñado de locales a tiro de piedra: desde el tapeo más sencillo en ‘A Chalana de Rucho’ a las raciones compartidas en el ‘Bar Xouba’, en el vecino pueblo de Lira; de la cocina de siempre de ‘Casa Fandiño’ a la sorprendente carta de hamburguesas del bar ‘O Moncho’.
Quien busque una experiencia gastronómica más completa, tampoco tendrá que buscar mucho. En menos de 15 minutos en coche se llega al restaurante ‘Lándua’ (1 Sol Guía Repsol), a casas de comidas centenarias como ‘A Casa da Crega’, a lugares como los restaurantes ‘Fontevella’ o ‘A Morosa’, conocidos por sus pescados y mariscos.
El ‘Hotel Faro de Lariño’ tiene encanto por sí mismo, pero es el lugar en el que está el que lo convierte en un alojamiento único. El horizonte aquí es inmenso. Hacia el sur asoma la mole del Monte Louro internándose en el océano en la boca de la ría de Muros, hacia el norte las lomas de Miñarzo. Detrás, tierra adentro, las laderas abruptas de los montes, cada vez más altas hasta llegar al mirador de As Paxareiras, a 500 metros sobre el mar, o al mítico Monte Pindo, cuajado de leyendas.
Carnota, con la playa más larga de Galicia -siete kilómetros de arenal- a un paso; aldeas como A Curra, congeladas en el tiempo; como Portocubelo, arremolinada alrededor del muelle, o Muros, uno de los pueblos más hermosos de las rías gallegas con su laberinto de callejas, soportales, escaleras y placitas de otro tiempo, también están a un corto paseo en coche.
Naturaleza; llanuras interminables por las que perderse a la orilla del mar buscando una cala oculta, un molino que aprovecha las aguas de un arroyo, rocas esculpidas por el viento durante miles de años, quizás los restos de una antigua factoría de salazón hundiéndose en la arena.
Y, de vuelta al hotel, esa habitación única, el sonido del mar rompiendo de fondo y la sensación de quedarse dormido entre muros de piedra centenaria en el extremo sur de esa comarca irrepetible que es la Costa da Morte. Mientras el faro, justo por encima, sigue guiando a los barcos que pasan, manteniéndolos a salvo, exactamente igual que hace un siglo.
‘HOTEL FARO DE LARIÑO’ - Faro de Lariño, s/n. Carnota (A Coruña). Tel. 607 77 82 40.
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