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Esta casa solariega tenía muy clara su vocación ya a finales del siglo XIX. Fue entonces cuando su dueño, Evaristo Verona, un ebanista de Telde, comenzó alquilando la que ahora es la habitación número 1 del alojamiento. Según cuenta la directora del hotel, Samara Izquierdo, solo fue cuestión de tiempo que se hiciera con el resto de la casa y la fuera usando como hospedaje para aquellos que venían de paso. Una placa en un lateral de la fachada recuerda precisamente a uno de sus hijos, el catedrático Daniel Verona.
“La plaquita que está en la fachada iba ubicado en otro lugar realmente, pero cuando empezaron a picar la pared para poner la placa descubrieron un arco mudéjar del siglo XVI, en la fachada a mano izquierda. Y, por eso, se sabe que la planta baja es de ese siglo, de ahí el nombre del hotel, y la planta alta es de finales de 1800”, explica Samara en una entrevista telefónica.
El suelo de madera y las puertas de las habitaciones junto a algunas de las paredes con las piedras vistas evocan el pasado de esta casona, y cuyos dueños actuales compraron en 2016 para convertirla en un pequeño hotel que se inauguró en junio de 2019 sin pensar, como tampoco lo pensó el resto del mundo, que una pandemia lo cerraría unos meses después. Pero ya nadie quiere acordarse de eso, porque según Samara, desde finales del 2020 el hotel está funcionando con normalidad.
Cuenta con siete habitaciones que lucen el encanto de unas enormes ventanas de madera mientras juegan a convivir con colores vistosos como el verde o el azul en algunas paredes. La altura de los techos también transportan a otros tiempos, hasta que las escaleras de metal que van del primer piso a la azotea con su barandilla de cristal y la enorme lámpara dorada que cuelga del techo de cristal te traen de vuelta al siglo XXI. Todo gira alrededor de un patio interior cubierto que hace las veces de salón comedor.
Si la luz o las maravillas interiores de la casa, que funciona como una galería de arte con sus paredes cubiertas de cuadros del pintor Aythamy Armas a la venta, no fueran suficiente, la relajación llega definitivamente en una de las hamacas de la azotea, o con los pies en el agua de la pequeña piscina con vistas a la plaza de San Juan, como si aquí arriba el entorno se esforzara por sacarte del presente para vivir una experiencia cercana a un viaje en el tiempo.
La entrada al hotel a partir de las 16 horas está coordinada telemáticamente, a través del WhatsApp, con códigos para la entrada. Si eres reticente a este tipo de atención, garantizar que el contacto fluye de forma constante si fuera necesario; y la información proporcionada, bastante completa. Para los que lleguen o se marchen por la mañana, en recepción disponen de todo tipo de productos canarios como vino, miel, mermelada o joyería diseñada por artistas canarias que son un magnífico souvenir. Sin embargo, antes de partir aconsejamos probar el copioso desayuno que cuida los detalles en cantidad y calidad.
La ubicación del Hotel S.XVI, para cualquier tipo de viajero, es ideal. Telde, a tan solo 10 km de Las Palmas de Gran Canaria, está entre la capital y el aeropuerto. Muy cerca del hotel hay que darse un paseo por las calles antiguas del barrio de San Francisco, para después disfrutar de las playas de la costa o de una visita a los yacimientos arqueológicos que hay en la zona, como los asentamientos de Tufía y La Restinga o el complejo arqueológico de Jerez. Si se prefiere poner un broche natural, muy cerca se encuentra también el espectacular barranco de los Cernícalos en el que se ven increíbles saltos de aguas en algunas épocas del año. Un hotel con toda la idiosincrasia de Gran Canaria al alcance de la mano. Eso sí, solo si uno desea salir.
'Hotel S. XVI' - Plazoleta Marín y Cubas, 2. Telde, Las Palmas. Teléfono: 928 685 746.
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