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Estamos en la Vall de Bianya, a las puertas del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, en un anfiteatro natural de panorámicas que parecen dibujadas por un pintor romántico. En los días claros la vista alcanza hasta la bahía de Rosas, a 70 kilómetros de aquí. Los cielos nocturnos son ideales para la observación astronómica. Y por el horizonte asoma la mítica cumbre piramidal del Bassegoda como llamándonos a una excursión. Pero va a ser difícil arrancarnos del abrigo de los bosques de 'Mas Espuya', una masía histórica que podría ser la primera que se fundó en el valle.
Todavía se intuyen algunos de sus viejos bancales de cultivo, pero ahora la mayoría de sus 200 hectáreas están cubiertas por una densa y diversa masa forestal, que debe ser espectacular durante el otoño. Cualquiera diría que es una idea descabellada hacerse con un terreno “inútil” como este, pero dos familias han sabido ver más allá de lo superficial y han sumado fuerzas para abrir un negocio bien singular que enamora a primera vista, y que va ganando enteros a medida que se descubren sus secretos, particularmente cuando llega la hora de comer.
Álex López es una de esas personas con una madurez casi insultante, al menos para quien le saca algunos años. Antiguo empleado de banca privada en Barcelona, después de que la vida le diera una sacudida cuando apenas tenía 24 años, decidió que quería dejar de sentirse un número, dijo adiós a los atascos y tomó el timón de su destino. “Siempre he tenido mucho contacto con la naturaleza y estaba deseando que llegara el viernes para irme al huerto, así que cuando me curé, hice números y me dije que montaría unas cabañas en árboles”. Y contra viento y marea, aquí las tiene.
“Tenía muy claro que tenía que ser en La Garrotxa porque es una zona donde el 80% del territorio está protegido, sin embargo estás a una hora de la Costa Brava, de Girona o de Francia, y una hora y media de Barcelona.” Su ambición le complicó la vida debido a la falta de espacio no protegido construible, pero el destino le debía un favor y cruzó su camino con el de la familia Nogareda, que acababa de comprar 'Mas Espunya' con la idea de hacer algún tipo de alojamiento rural. Tuvieron una especie de flechazo empresarial que permanece vivo, y años después Álex sigue derritiéndose en elogios hacia sus socios: “no he visto a nadie trabajar como ellos”.
Todo comenzó con la restauración de la antigua vaquería que hoy sirve de recepción y restaurante. A la entrada, luce un dintel datado en 1789, una fecha que a Álex, enamorado de la historia, le gusta recordar que coincide con el año de la Revolución Francesa. Pero según nos cuenta, la pieza más antigua de la masía es un siglo y medio anterior a la del dintel. Se refiere a la casa señorial que vemos frente a la recepción, y que aún está por reformar para ser, quizá, un museo etnográfico que sume valor al complejo.
En el verano de 2019, después de años de trabajo ímprobo, 'Cabanyes entre Valls' abrió con sus dos primeras tiendas glamping, y al inicio de ese mismo otoño, inauguraron sus dos primeras cabañas en árboles. El éxito fue inmediato. Basta un momento de silencio descubriéndolas para entender por qué.
Alguno echará de menos el WiFi o la TV, ¿pero quién las necesita cuando ha venido a reconectar y además puede entretenerse con los entresijos del bosque… desde un jacuzzi? Las tiendas ofrecen una estancia más silvestre, ya que no tienen baño –aunque sí uno privado junto a recepción– ni luz eléctrica, sin embargo puede que ofrezcan las mejores vistas de toda la Garrotxa.
A día de hoy, este complejo solo cuenta con dos tiendas glamping y ocho cabañas que, a finales de este verano de 2024, serán diez. Pero no quieren seguir creciendo a pesar de que tienen una importante lista de espera. “No tiene sentido llenar esto de cabañas. Una de nuestras características es la intimidad”, cuenta Álex.
Efectivamente hay grandes distancias entre unas cabañas y otras. “Esto es un sueño hecho realidad y el objetivo principal no es el beneficio económico. Yo lo que quería era vivir un poco más libre. Y a ser posible, dejar el mundo un poco mejor de lo que nos lo hemos encontrado”.
Las ilusiones “infantiles” de este negocio no se acaban en la idea de la cabaña en el árbol. La sostenibilidad y la responsabilidad social también juegan un papel importante en su día a día. La madera de las cabañas procede de talas sostenibles, el 100% de la energía que consumen es de origen renovable, no verás plásticos de un solo uso, utilizan jabones naturales, producto alimentario de proximidad… Por cada reserva hacen una aportación a la Asociación Contra el Cáncer en Girona y, además, los beneficios por la venta de las tazas con su lema Vive, disfruta, conecta y repite van a parar a la Fundación Pasqual Maragall para la investigación del Alzheimer.
No está claro si 'Cabanyes entre Valls' hará del mundo un lugar mejor, pero aquí, en su parcela, han conseguido que reine esa libertad y tranquilidad que buscaba Álex López cuando comenzó su periplo. Se nota especialmente en su restaurante apasionado. El chef Álex Pujol Puntí llevaba 20 años de aquí para a allá, trabajando en restaurantes de primera, pero: “Estaba un poco saturado del pase diario. Aquí puedo crear mis platos con tranquilidad”. Aunque en su caso parece que ha alcanzado más libertad que tranquilidad, porque siempre anda corriendo y haciendo pruebas en la cocina para meter algún plato nuevo en el menú.
En principio el restaurante no debía ser más que un plus al negocio principal del alojamiento, pero a este paso, la personalidad de Pujol y sus recetas van a terminar haciendo sombra a las pintorescas cabañas. Una de sus claves es cómo combina la compra de producto fresco y de proximidad, con el trabajo con la máquina de vacío, que le permite alargar la temporada de algunos productos y tener un menú relativamente extenso para tan poquitos comensales. “Tuve la suerte de trabajar bastante tiempo con Tony Botella, que es una eminencia en la cocina al vacío”, cuenta agradecido.
Hoy nos propone empezar con un gazpacho de cereza con un cremoso de mascarpone, tacos de mango y boquerones en vinagre; toda una declaración de intenciones. Seguimos con un ceviche de corvina macerada con yuzu y un sorprendente helado de piparras, donde la piel crujiente del pescado rompe oportunamente con las texturas. Luego llega un magret de pato con distintas texturas de naranja que está a punto de cambiar por frutos rojos. Y finalmente un bogavante a baja cocción, con un steak tartar hecho con sus pinzas, sobre un carpaccio de apionabo. Para terminar: unas texturas de chocolate de fantasía.
La sala de este restaurante panorámico solo abre a mediodía, pero su cocina sigue trabajando para dar desayunos y cenas, tan solo que las entrega en cestas en las cabañas. La circunstancia obliga a que el menú sea algo menos sofisticado para las noches, pero ¿quién dijo que no se podía servir comida de primera en tupper? Hoy cenamos una crema de calabaza con jengibre, coco y dátiles confitados con moscatel, y una carrillera rellena con queso de cabra. Al amanecer nos dan a elegir entre patés veganos o embutidos de Can Dorca, y ponen la guinda con un croissant celestial de la La Nevateria de Olot.
El lenguaje gastronómico de Álex Pujol enamora especialmente en su sesión de mediodía, pero ahora no lo echamos de menos porque descubrimos que uno de los grandes placeres de alojarse en 'Cabanyes entre Valls' es desayunar viendo el amanecer y cenar disfrutando de la puesta de sol. O sea que no hay sombra posible entre los dos Álex y tan solo una deliciosa sinergia. Y junto a ellos, también reman talleres apícolas, catas de cerveza artesana local, masajes en las cabañas o unas afamadas experiencias astronómicas.
CABANYES ENTRE VALLS. Mas Espunya S/N, 17813, Girona Teléfono: 872 20 40 95
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