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Las cristalinas aguas de Formentera, que asemejan este rincón del Mediterráneo a una enorme esmeralda, amanecen a principios de julio sembradas por centenares de embarcaciones de todos los tamaños y estatus. Le ganan la partida los lujosos yates, esos de metros y metros de eslora y precios prohibitivos, a los humildes llaüts de los paisanos, que alternan ahora las mañanas de pesca con las salidas turísticas para contemplar el atardecer desde alta mar. Las vallas y conos de obra, que salpicaban en primavera el paseo marítimo de Es Pujols, han sido sustituidos por terrazas y vendedores ambulantes entre los que discurren miles de visitantes. Y plantar la toalla en la playa de arena fina se hace casi misión imposible.
Pero apenas a 950 metros uno puede refugiarse en un pequeño edén diseñado para parejas que buscan tranquilidad e intimidad en una Formentera que en estos meses de verano cuadriplica su población. "La mayoría de nuestros clientes buscan huir de las masificaciones, no tener que hacer colas interminables en el buffet del desayuno, compartir una tarde romántica en nuestra piscina sin necesidad de competir por una tumbona", presume Aisha Straussfeld, propietaria del complejo de apartamentos boutique 'Can Aisha'.
En la década de los 80 del siglo pasado, la familia de esta formenterana de origen alemán transformó la antigua pista de hockey de la isla en un complejo turístico, que en 2012 vivió su última reforma. Ahora son cinco suites (only adultos), decoradas con tonos blancos, pastel y madera, equipadas con cocina, cama King size y detalles de decoración de esparto, como las lámparas o los sillones del pequeño porche de la entrada de cada uno de los apartamentos. Otro detalle pitiuso lo encontrarán los residentes en el baño, donde los amenities son de la marca 'Campos de Ibiza', una empresa de perfumes de autor que trabaja con flores y frutales de las islas.
Esos mismos aromas inundan el jardín central de 500 metros cuadrados, donde se mezclan lavandas, mentas, romeros y albahacas con surfinias y petunias de colores vivos, cactus de distintas variedades y tamaños, plantas de aloe vera... Al fondo, una pequeña sabina da sombra a un banquito donde refrescarse junto a una cortina de agua, rincón ideal para sentarse a leer o a conversar tranquilamente en la intimidad con la pareja.
El patio entarimado se completa con una piscina, reflejo de ese turquesa del mar, rodeada de tumbonas y camas balinesas, donde desconectar de todo con una siesta, un masaje o una clase de yoga personalizada. Junto a esa zona, unas pérgolas de madera dan cobijo al comedor abierto, donde cada mañana se sirve el desayuno a base de tartas y repostería casera, embutidos, frutas y zumos detox. "Buscamos un trato familiar con nuestros huéspedes en cada detalle", insiste Aisha, que gestiona este establecimiento abierto desde Semana Santa hasta mediados de octubre.
'CAN AISHA' - Carretera Sant Ferran, 375. Formentera. Tel. 616 65 49 82.
La playa de Es Pujols y el casco histórico de Sant Ferran de Ses Roques están a un kilómetro de distancia de 'Can Aisha', fáciles de recorrer en una cómoda caminata. Hacia el norte se llega a una de las playas más concurridas de la isla. Son 690 metros de paseo marítimo, escoltados al oeste por la paradisiaca playa de El Levante y al este por los acantilados de Punta Prima, con su torre defensiva. La arena fina se intercala con zonas rocosas, donde se conservan los escars, varaderos típicos de madera donde los pescadores resguardan sus llaüts. Es Pujols es uno de los referentes turísticos de la isla, con la mayor concentración de hoteles, restaurantes, tiendas y ocio, la mayoría de estilo italiano.
Al sur se llega a Sant Ferran de Ses Roques, punto de cruce de los tres principales caminos de Formentera: las carreteras de Sant Francesc, Es Pujols y el Pilar de La Mola. Esta localidad atrajo en la década de los setenta a la comunidad hippie en torno a la 'Fonda Pepe'. Además de la cercana Cala Baster, una playita rodeada por elevadas paredes calizas, y los molinos de viento, en época estival el principal atractivo turístico de Sant Ferran son el Mercado Artesanal y el Mercado Artístico, que se celebran todas las noches (a excepción de miércoles y domingo) y donde los turistas pueden adquirir obras, vestimentas, artesanías y joyas confeccionadas por artistas con inspiración pitiusa.