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La primera vez que el 'Faro de Punta Cumplida' encendió su linterna fue en el año 1867. Más de 150 años después, su halo de luz sigue brillando con más intensidad que nunca reconvertido en un lujoso alojamiento que promete una experiencia mágica con el batir de las olas del Atlántico como banda sonora.
El camino que te lleva hasta el faro de Barlovento es toda una experiencia al volante que merece la pena disfrutar sin prisas. Como toda la isla. Una carretera sinuosa atraviesa barrancos jurásicos y empinadas fincas de plataneras hasta que, tras una curva, aparece la salvaje costa norte de la isla con la torre del faro a lo lejos que, con sus 34 metros, se perfila sobre el azul del océano.
En la entrada de la antigua casa del farero espera Pilar Francisco, una de las encargadas junto a Doli de entregar las llaves a los huéspedes. "Yo nací a tan sólo un kilómetro de aquí”, dice sonriendo esta palmera que aún recuerda a una de las familias que vivieron aquí, "Don Ángel Recuenco y su esposa doña Arminda, maestra de la zona". “Antes había cuatro estancias, una para el farero y su familia y el resto para los aprendices”, añade Pili, cuyas palabras son pura hospitalidad.
Tras una cuidadosa restauración que duró dos años, el faro abrió como hotel en abril de 2019 bajo una concesión otorgada a Floatel, una empresa alemana dirigida por Tim Wittenbecher y Marc Nagel que, junto a la arquitecta Olimpia Isla Esteve, idearon un ambicioso proyecto. El reto era recuperar la magia de esta casa del farero -antes abandonada-, manteniendo su espíritu a través del uso de materiales originales, como las carpinterías de madera, las ventanas verdes de pino de tea o la fachada de roca volcánica de 1860.
Sus antiguas estancias se transformaron así en tres suites modernas y minimalistas que te permiten revivir esa soledad (ahora muchas veces buscada) que podían sentir los fareros torreros frente al mar, pero con las mejores comodidades del siglo XXI. La Suite La Palma es la más pequeña pero también la más romántica; mientras la Atlantic Suite sorprende con sus muros de piedra volcánica y unas maravillosas vistas al océano que puedes disfrutar desde cualquier rincón del apartamento. Por supuesto, también desde la cama.
Para cuatro personas se diseñó la Suite Farero, la mayor de todas con sus 100 metros cuadrados, un espacio diáfano que aporta intimidad a dos dormitorios separados con paneles de madera deslizantes y baños privados, además de contar con una chimenea central de leña y una cocina de película. Las librerías de la pares exhiben títulos como El Faro de la última orilla, de Stephen Marlowe; el Faro del Fin del Mundo, de Julio Verne; o El Faro de Barlovento, de José Luis Martín Vigil, que invitan a una lectura en un silencio casi absoluto.
A los apartamentos no les falta de nada: cafetera expreso De'Longhi, vinoteca y una nevera donde podemos encontrar champán, entre otras bebidas. Suelos de microcemento, muebles rústicos, obras de arte contemporáneo, sofás de piel, antiguas bombillas del faro decorativas, azulejos hidráulicos -originales y restaurados- y varias fotos en blanco y negro de las obras de la restauración completan un cálido ambiente que te hace sentir como en casa.
Testigo del paso de submarinos alemanes y americanos durante la II guerra mundial y de naufragios como el que sufrió el buque británico Pacific Star hundido por un submarino alemán en 1942, este hotel-faro se incluyó en 2020 dentro de la bolsa de regalos de lujo que entregan a los nominados de los Premios Oscar. Aunque Pili se resiste a desvelar qué famosos se alojaron en el faro, los locales aseguran que Brad Pitt se dejó caer por aquí.
Cada mañana Pili deja preparado el desayuno en la puerta de cada suite, guardado en una coqueta cesta de mimbre con productos de la isla: pan caliente, huevos, aguacate, miel, queso, jamón ibérico, fruta fresca, zumo natural... Es una gozada tomarlo en el patio canario rectangular -antes techado- que se abrió tras la reforma para que la luz natural inundara todo el espacio y poder disfrutar de las vistas sobre la torre del faro. Para las cenas, es posible encargar platos palmeros elaborados por un restaurante de la zona.
También hay un solarium con camas para tumbarse, una zona de barbacoa rodeada de 5000 m2 de jardines y una íntima plataforma para hacer yoga frente al mar. Otra joya es la infinity pool que se funde con el océano y a la que es imposible negar un chapuzón. ¿El precio en este paraíso? Oscila entre los 290 y 490 euros la noche, pudiendo alquilar el faro completo para ocho personas.
El faro ofrece una oportuidad única de sentir la belleza de esta isla cuya naturaleza es pura lujuria. Sólo hay que ascender por los 149 escalones de piedra que llevan hasta lo más alto de la torre donde se encuentra su linterna LED, instalada en 2011 siendo la primera de estas características en un faro en toda Europa. Una tecnología muy distinta a esa primera linterna que utilizaba aceite de oliva para brillar y que hoy se exhibe acristalada en los jardines del Ayuntamiento de Barlovento.
La panorámica desde esta privilegiada vigía es un regalo para la retina: el infinito Atlántico, el verdor de las plataneras y la salvaje naturaleza de la isla pintan un paisaje difícil de olvidar. Cuando cae la noche, el faro enciende una vez más su intenso halo de luz llegando hasta las 24 millas náuticas, al tiempo que el cielo de la isla se cubre de un manto de estrellas.
'HOTEL FARO DE PUNTA CUMPLIDA'. 5, 38726 Barlovento, Santa Cruz de Tenerife.
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