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El vecino Xavier Estevez, arqueólogo local de Avinyonet del Penedès, estaba afanado en las tareas de desbrozar y aplanar una colina para plantar ahí sus viñedos cuando el movimiento de tierras dejó al descubierto, de manera fortuita, un yacimiento de origen íbero de gran relevancia. Las sucesivas investigaciones arqueológicas han señalado que aquí se originó el cultivo de la vid en Cataluña, así como un importante almacén de mercancías agrícolas con vestigios que abarcan 600 años de historia (desde el siglo VII al I antes de Cristo). A escasos metros de este conjunto arqueológico está el hotel boutique ‘Font de la Canya’, que no solo toma prestado el mismo nombre, sino que también rinde homenaje a su ilustre vecino.
A diferencia de lo que prima en el territorio del Penedès, cuna del cava, el hotel no está rodeado de viñedos de xarel·lo, macabeo o malvasía, sino de olivos. Cuando el anterior propietario (uno de los nietos del fundador de Danone) adquiere la finca, aquí había tres casas de labranza, que unifica en una imponente vivienda, y una almazara que hoy sigue produciendo el multipremiado aceite virgen extra de arbequina La Gramanosa. “En 2022 vende la residencia al grupo hostelero Cal Blay, especializado en servicios de cáterin y restauración, con origen en Sant Sadurní d’Anoia, que la convierte en un hotel boutique en enero de 2023”, explica el director Xavier Tarrada.
El espacio rinde tributo al paisaje que le rodea, dando protagonismo a los tonos que aceitunas y uvas van adquiriendo con el paso de las estaciones (desde los verdes a los violáceos, ocres, anaranjados o grises), presente en los elementos de decoración y mobiliario en habitaciones, salones, restaurante y pasillos. Sus ocho habitaciones, con armarios y suelos de madera, colores pastel y crema, amplias camas de colchón elaborados con materiales reciclados del mar y sábanas de 200 hilos de algodón, han sido bautizadas con nombres relacionados con el mundo de la viticultura y el yacimiento de Font de la Canya: Vitis (viña), Bacus (dios del vino), Iber (del pueblo íbero), Pinnae (topónimo del Penedés), Sitja (silo subterráneo para conservar productos), Caelum (cielo, la habitación más elevada) o Deméter y Tanit, dos diosas protectoras del campo y la fertilidad, cuyos bustos se encontraron entre los restos arqueológicos.
Tres de ellas cuentan con terraza privada y otras tres comparten una de 40 metros cuadrados, con vistas al jardín (presidido por seis palmeras) y a una panorámica del olivar y colinas que preceden al majestuoso macizo de Montserrat, siempre vigilante y guardián del Penedès, que se deja ver cuando las nubes y la bruma no hacen de las suyas. En el exterior también se encuentra la piscina de agua salada (hay otra cubierta no climatizada), la pista de pádel y un pequeño huerto. “Una de las actividades que más nos ha funcionado durante este primer año de apertura son las celebraciones de bodas y eventos de empresas. Contamos con una sala de banquetes para 300 personas, en un oasis en medio de la naturaleza”, apunta Tarrada. Para los días donde no acompañe tanto el bueno tiempo, en el interior hay un acogedor salón Oleum, donde los olivos están muy presentes.
Otro de los atractivos que ofrece el hotel ‘Font de la Canya’ a sus huéspedes es cierta autonomía para sentirse como en casa, en un entorno que además se presta para el aislamiento y la desconexión total. En la planta baja, junto al restaurante, se encuentra el open bar, donde los clientes pueden prepararse un café o disfrutar de una copa de vino de manera gratuita. Es en este espacio donde se sirven por las mañanas los desayunos.
El hotel cuenta con el restaurante ‘Terracota’, abierto todas las noches y los fines de semana en el servicio de comidas y cenas -aunque se recomienda llamar antes para reservar, por si se está celebrando algún evento-. “La apuesta de nuestra cocina, que dirige el chef Joan Lago, es por producto del entorno, con una selección de vinos donde los blancos, tintos y espumosos del Penedès tienen gran protagonismo”, señala el director. Tabla de quesos catalanes, anchoas de L’Escala, huevos estrellados con patata de Prades (prePirineo), trufa y foie, gamba roja de Palamós, pato mudo del Penedès con ciruelas y piñones o el solomillo de ternera de Girona son ejemplos de los platos que desfilan en la carta.
Alrededor del hotel se pueden realizar distintas actividades. Por los caminos que atraviesan los viñedos es habitual la práctica del senderismo y el cicloturismo -los huéspedes disponen de bicicletas eléctricas-. Es interesante acercarse a conocer algunas de las bodegas más próximas para probar sus cavas, como AT Roca -que este año ha comenzado con las experiencias de enoturismo-, Albet i Noya -de los primeros con viñedos ecológicos y biodinámicos del Penedès-, Eudald Massana, Mas Candí, Can Ràfols dels Caus o Cuscó Berga. Dándole un poco más a los pedales, llegamos al pueblo de Sant Pau de Ordal, donde los fines de semana de junio, julio y agosto podremos asistir al Mercat del Préssec d'Ordal, una variedad de melocotón muy apreciada.
Para los que busquen algún plan más cultural, además del ya mencionado yacimiento íbero, en la pequeña pedanía de Sant Sebastià dels Gorgs (con poco menos de 90 vecinos censados) se levanta un monasterio benedictino del siglo XI, con un claustro de gran belleza escultórica, que puede visitarse el primer y tercer sábado de cada mes.
HOTEL 'FONT DE LA CANYA' - Camí d'Avinyó, 12. Avinyonet del Penedès (Barcelona). Tel: 621190699.
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