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La memoria vive aferrada a estos gruesos muros, en los que se esconden nada menos que siete siglos trazados a golpe de viajes, hallazgos y nuevos mundos. Porque hasta aquí, hasta lo que era por entonces un convento de los dominicos levantado en el siglo XIV, llegó para alojarse Cristóbal Colón en aquellos días decisivos en que tuvieron lugar las famosas Conferencias de Valcuevo. De este encuentro entre los doctos de la época, celebrado en la Universidad de Salamanca en 1487, habría de salir la aprobación del famoso viaje a las Indias que atravesaría el mar tenebroso. Un proyecto presentado por el almirante a la reina Isabel la Católica sin saber que con él se fraguaba el germen del descubrimiento de América.
Mucho tiempo ha trascurrido desde aquel acontecimiento que cambió para siempre el rumbo de la historia. Pero 'Hacienda Zorita' sigue exhibiendo esa solemnidad del pasado, ese silencio que reina en todas sus estancias, ese carácter clásico que, sin embargo, no está reñido con la exclusividad moderna. Este sobrio edificio que, con la desamortización de Mendizábal pasó a ser una harinera, primero, y un local en ruinas, después, acabó convertido en un Wine Hotel & Spa que fue sumamente respetuoso con la arquitectura y los materiales originales. Un alojamiento que ha sido incluido, nada menos, entre los 17 mejores hoteles-bodega del mundo por la revista Conde Nast.
Situado a veinte minutos de Salamanca, en el pueblo de Valverdón, y abrazado por un impresionante entorno natural, 'Hacienda Zorita' es hoy un oasis inesperado en el corazón de la meseta y a orillas del río Tormes. En sus tres hectáreas de superficie se esconden 17 villas con jardín privado, tres suites con vistas al curso fluvial y 22 habitaciones dobles que recrean las antiguas celdas de los monjes.
Todo en este hotel está cuajado de pequeños detalles que remiten a la historia pero sin dar la espalda al futuro. Y es este, tal vez, su mayor logro. Dos albercas antiquísimas que refrescan el ambiente, tres secuoyas colosales que garantizan la sombra, un mobiliario antiguo que marida perfectamente con el confort contemporáneo... y la joya de la corona: el molino de 1881 atravesado por el río, que ha sido reciclado en un spa con exquisitos tratamientos de vino y oligoterapia. Aquí, en el jacuzzi interior en forma de barrica, o en el otro exterior a ras del Tormes, se alcanza el bienestar absoluto con programas que combinan la propiedades antioxidantes de la uva con las bondades hidratantes del aceite. La paz del campo salmantino pone el resto, claro.
Pero la peculiaridad de 'Hacienda Zorita' no se acaba en el alojamiento. Porque este hotel es también una bodega de crianza, un secadero de jamón puro ibérico de bellota y una quesería cuya variedad curada ha sido reconocida con galardones internacionales (entre ellos, los World Cheese Awards). Y ello por no hablar de la finca bautizada como 'Hacienda Zorita Organic Farm' que, a diez minutos de las instalaciones, complementa la actividad productora.
Nada puede haber más agradable que dar un paseo por esta zona protegida junto al Parque Natural Arribes del Duero. Unas 300 hectáreas que esconden una dehesa de encinas y alcornoques, con viñedos, olivares, pastos naturales y campos de trigo. Es el hogar de un ganado que vive feliz en su hábitat, sin la más remota idea del confinamiento o el estrés. Cerdos ibéricos que se atiborran a bellotas, ovejas churras que destacan por la calidad de la leche (ya se sabe: no mezclar churras con merinas…) y cabras veratas que están en peligro de extinción –existen unas 3.500 en toda España– pero que aquí se cuidan como a princesas. Hay hasta búfalas de Campania y dos mastinas (que son hembras también) para proteger los rebaños de los lobos.
No falta, cómo no, un huerto ecológico que recupera las hortalizas y frutos autóctonos de la provincia de Salamanca, así como una plantación de hierbas aromáticas en la que crecen, por poner un ejemplo, hasta cinco tipos de tomillo. Todo esto conforma la base de los deliciosos productos asociados a la finca: los quesos ya mencionados, que están presentes en el desayuno; el jamón ibérico, que en estas tierras que es la expresión de la pata negra; las aceitunas de mesa, que proceden de olivos centenarios; los vinos, que se embotellan bajo la marca de Marqués de la Concordia y que pueden ser degustados en una estupenda bodega diseñada por el arquitecto Peridis: la sala donde se ofrece a los huéspedes una cata gratuita representa la forma invertida de una de las naves de Colón.
También en 'Hacienda Zorita' se encuentra la única acetaia de envejecimiento lento que existe en todo el país. Un lugar donde se produce un vinagre balsámico de Pedro Ximénez siguiendo el método tradicional italiano. Esto implica una larguísima reducción natural de al menos 12 años en barricas de castaño, cerezo, fresno y abedul. El resultado, un placer para los sentidos con usos múltiples (queda perfecta con la comida japonesa, la carne, la tarta de queso, la piña, la frambuesa o los helados de vainilla) se vende al módico precio de 3.200 euros el litro.
Y claro que tanta delicia no tendría sentido si no se pudiera degustar. Para eso está el restaurante 'Zorita’s Kitchen', ubicado en el edificio principal con fabulosas vistas sobre el Tormes, y el último espacio en incorporarse al conjunto: el nuevo restaurante 'Warehouse', en plena finca, con amplios ventanales por los que se cuela el campo infinito.
Un lugar donde hacer realidad la máxima farm to table que distingue a 'Hacienda Zorita'. Para ello ofrece un menú degustación con todos sus productos estrella: verduras orgánicas traídas directamente del huerto; cortes de cerdo y vacuno extraordinariamente frescos, quesos, embutidos ibéricos y una selección de vinos de la familia. Nunca la filosofía slow cobró tanto sentido en un lugar donde absolutamente todo está orientado a lo saludable.
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