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El céntrico y popular Paseo del Espolón lleva siglos acogiendo la frenética actividad comercial y financiera de Logroño, pero también los momentos de descanso y ocio de los lugareños. Alrededor de la estatua ecuestre del general Espartero pedalean los niños sus bicicletas o dan vueltas con patinetes eléctricos. Los árboles y rosales, enredados en arcos de metal, ofrecen un refugio de sombra refrescante en los días calurosos, esos donde los bancos cercanos a la fuente de las ranitas se convierten en los más cotizados. Durante las fiestas, el auditorio abierto de la Concha acoge conciertos y espectáculos.
En uno de sus laterales, en la calle Francisco Muro de la Mata, se abrió en los años 40 del pasado siglo una cafetería modernista, al estilo de las norteamericanas de aquella época, a la que llamaron ‘Ibiza’, donde se estrenó el coplista Pepe Blanco, el Marchenita. Los años pasaron, aquel afamado local cerró sus puertas y hace cuatro años, un apasionado de la música, del ocio nocturno y de su ciudad se animó a reabrirla.
David Houngberne Martínez –“aunque todo el mundo me conoce como Eddie, que es el mote que me pusieron de pequeño porque estaba de moda el actor afroamericano Eddie Murphy”- comenzó en el mundo de la hostelería como muchos otros adolescentes: poniendo copas detrás de una barra. También fue dj en festivales y en 2004 se animó a abrir su primer local. “Nunca me he quedado quieto y todo lo que ganaba lo reinvertía en nuevos negocios”.
El último de ellos es el hotel boutique ‘Ibiza Rooms’. Ubicado en la entreplanta del mismo edificio de la cafetería ‘Ibiza 1941’ -con la reapertura se decidió añadir el año de inauguración al nombre-, este alojamiento consigue que el cliente, a pesar de estar en el epicentro de la ciudad, con sus ajetreadas terrazas en los soportales y el continuo tránsito de vehículos y de gente a todas horas, pueda desconectar y relajarse. “Acometimos un proyecto de insonorización de los espacios y una remodelación completa”, asegura Eddie.
El hotel, al que se accede por el portal vecinal a través de una llamada perdida a un número de teléfono, lo conforman cuatro amplias habitaciones. Su diseño lleva la firma del arquitecto iraní Amir Amini, que se dedica a la construcción de villas de lujo. “Elegancia, pero con un estilo sobrio, sin ostentaciones”, lo define Eddie. Materiales nobles como maderas (iroko, roble y fresno), mármoles de tonos azul y verde y latón dorado están presentes en todos los espacios.
Los techos altos foseados dan amplitud y la cama king size, cubiertas con sábanas de 300 hilos de satén, invitan al descanso a unos clientes “que en su mayoría suelen acudir entre semana a la ciudad por negocios, visitas a bodegas o turismo cultural, y que lo que buscan es confort y relax al terminar la ajetreada jornada”. A escasos metros se encontrarán la concatedral de Santa María La Redonda, el Palacio del Espartero, los emblemáticos puentes de Hierro y de Piedra o la gastronómica calle Laurel.
Todas las habitaciones, que se llaman ‘Alma’ -el nombre de la hija de Eddie-, disponen de mesa de trabajo de roble, televisor de 50 pulgadas, mobiliario hecho a medida, lámparas táctiles y suelos radiante de fresno en forma de espiga. En los amplios baños, mármol italiano en las paredes y pulido en el lavabo, con tonos verdes o azules. Una de las cuatro suites cuenta con una bañera.
Hay un leitmotiv que Eddie ha querido dar a todos sus negocios: “los tiempos cambian, el espíritu permanece”. Cuando se animó a reabrir las puertas de la mítica ‘Ibiza’ apostó por un estilo vanguardista, pero que traspirara esos años de música en directo, tardes en familia y noches desenfadadas.
El acceso al nuevo ‘Ibiza 1941’, que luce la distinción de Solete de Guía Repsol, está presidido por un pequeño jardín vertical de flores naturales. La madera tropical del iroko, el mármol italiano, el cuero y los detalles dorados del latón se hacen presentes en cada rincón. La luz también tiene se hace un hueco protagonista.
“Por las mañanas trabajamos mucho el formato cafetería, con la barra de pinchos, tortillas -hemos ganados varios concursos- y tostadas XXL de guacamole, dulces o jamón. A mediodía, se combina la carta de mercado y las raciones con un menú ejecutivo de lunes a viernes”, explica el propietario.
A partir de las 16 horas cierra cocina, se bajan las luces y el jazz y soul conquistan el hilo musical. Hay donde elegir en la colección de destilados, con cerca de 90 referencias -con un Macallan 30 años de 6.000 euros como joya de la corona-. Los sábados es día de música de guateque y los domingos, actuaciones en directo.
La tercera pata del proyecto de Eddie es el restaurante ‘La Rosaleda 1949’, en otro de los laterales del Espolón. “Le añadimos esa fecha porque fue el año en el que se inauguró esta parte del Paseo, en la que los rosales, junto a los jardines de tulipanes, geranios, lirios y pensamientos, ganan todo el protagonismo”.
Además de la terraza, muy apetecible para los servicios de cena, en el interior se distinguen la barra y tres comedores. El primero lo preside un espectacular mármol brasileño en la pared, y es ideal para parejas o grupos reducidos de tres-cuatro personas. Luego está el comedor cúpula, para un grupo de hasta siete comensales y al fondo, un gran comedor para reuniones o reservados. El estilo de la decoración y materiales guarda sintonía con el hotel y la cafetería.
Al mando de los fogones están el toledano Miguel Hidalgo y la gallega “con raíces mexicanas”, Sandra Fortes. Ambos han pasado por las cocinas de ‘Arzak’, ‘Akelarre’, ‘Zuberoa’, ‘Pepe Viera’, ‘Tierra’ (del desaparecido Santi Santamaría) y dieron los últimos servicios de ‘elBulli’ en la temporada 2011. “Luego nos marchamos 9 años en México, en Veracruz y DF, donde montamos nuestro propio restaurante de cocina española con productos de allí”. Tras la pandemia se regresaron y pusieron en marcha ‘La Rosaleda 1949’.
Su propuesta es una carta de mercado y temporada. Base tradicional, pero con guiños a sus respectivos orígenes. Pescados y mariscos de Galicia (Pescaderías Coruñesas y Percebeiros), “aunque sin renunciar a una buena gamba blanca de Huelva o una roja de Palamós”; verduras y hortalizas del Mercado de Abastos de Logroño; la caza, como el ciervo o las perdices, de Toledo; la presa de cerdo y el jamón de las ganaderías MÍO 1898, en Los Pedroches (Córdoba); o los hongos de MicoRioja, “unos chavales que recogen setas en los montes cercanos de la comarca”.
El entendimiento entre la cocina local y mexicana se materializa en platos como el taco de chuleta con salsa tonkatsu, aguachile de langostino tigre y salsa martajada; el lomito de ciervo con royal de su jarrete y mole poblano (de Puebla), una pasta de chile, frutos secos, ajo, cebolla, sésamo… y así hasta casi 15 ingredientes; o una particular raya a la veracruzana, con un guiso de caldo de pescado y encurtidos -tomate, piparras, aceitunas y alcaparrones-. “Veracruz fue por donde entraron los españoles a México y su gastronomía es muy mestiza”, como recuerda Hidalgo.
'IBIZA ROOMS' – Calle Muro Francisco de la Mata, 4. Logroño (La Rioja). Tel. 941 263 330.
'LA ROSALEDA 1946' – Av de La Rioja, 2-4. Logroño (La Rioja). Tel. 941 202 559.
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