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Un lacónico cartel en la carretera indica "hotel" escondiendo la sorpresa hasta el final. Al desviarse por un camino de tierra que desemboca en una enorme ermita del siglo XVI, la de la Consolación, tampoco es fácil imaginar la panorámica que espera desde cualquiera de los diez cubos inspirados en el minimalismo del arquitecto americano de los 50, Craig Ellwood, famoso por sus estructuras paneladas.
"Una de mis preocupaciones es que nadie vaya con unas expectativas altas. El lujo es la naturaleza. Por el concepto del hotel, resultamos atractivos para el cliente nórdico. Alrededor del 12 % proceden de Dinamarca, Noruega, Holanda. El 60 % vienen de Cataluña y Valencia. Es una cuestión de proximidad", comenta Daniel Delgado, uno de los propietarios del hotel.
Aquí uno penetra directamente en un cuadro. La mente se vacía y solo queda sitio para absorber tanta belleza. Hipnótico. Atravesar con una linterna el campo hasta llegar al cubo. Sentarse en la silla Butterfly a contemplar la oscuridad, alumbrado solo por la chimenea colgante. Y despertar con un "¡ohhh!" cuando el amanecer revela la panorámica. Lo que antaño fue la vivienda del ermitaño hoy lo ocupan dos espaciosas habitaciones de cerca de 50 m2, una de inspiración nórdica y otra barroca.
La contemplación provoca un relajante shock. Es lo que les pasó a los propietarios la primera vez. Daniel Delgado e Ignacio Mas de Xaxas son amigos de toda la vida y socios, junto a Covadonga Folgueras, de 'British Summer', una empresa de cursos de idiomas en el extranjero y del hotel 'La Consolación'.
"Los beneficios los hemos invertido siempre en mejorar la compañía. Los viernes nos reunimos a ver qué proyecto nuevo podemos emprender. Uno de esos días coincidió que tres personas distintas nos hablaron de El Matarraña. Lo pusimos sobre la mesa y nadie lo conocía. Así que decidimos ir a descubrirlo y mirar terrenos para montar un albergue moderno relacionado con nuestro negocio", explica Daniel.
La seducción fue instantánea. "Nos encantó el lugar y nos pusimos en contacto con el alcalde. La ermita y la casa del ermitaño ya estaban. Queríamos algo muy integrado en el bosque y, como somos muy fans de Craig Ellwood, partimos de ahí para arrancar el proyecto. La idea nos llevó a un hotel singular", prosigue Daniel. "Vimos claro que había un perfil de entre 'ventimuchos' a cuarenta y tantos que les apetecía un hotel rural pero que fuera contemporáneo".
La idea era que hubiera la mínima intervención en la decoración y la máxima en arquitectura, que materializaron Estela Camprubí y Eugenia Santacana. Los cubos han sido diseñados para que nada distraiga del paisaje.
El interior está tapizado en pizarra y carece de elementos superfluos. Una tarima a modo de tatami para la cama y un contenedor lacado en rojo encierra el armario, la tele y una neverita. La bañera excavada también mira al barranco cuajado de pinos y encinas, a los que se suman olivos y almendros plantados en la finca.
"Queríamos materiales que no impacten pero que tengan vigencia. En el lobby, por ejemplo, hay un fly case como el que usan los magos, que abierto es un mueble bar y cerrado, se usa de recepción".
A diario, Gloria y Olga llevan las riendas del hotel y Daniel e Ignacio van todos los jueves. Gloria nació en Monroyo, a solo tres kilómetros de la ermita de la Consolación: "Hubo cierta inquietud, cuando comenzaron las obras, entre la gente del pueblo porque la ermita es el lugar en el que congregarse y celebrar, pero, desde que se abrieron las puertas, la relación es estupenda".
La ermita se usa dos veces al año, para la Virgen de agosto y el lunes de Pascua que, a partir de las 12, queda abierto para el pueblo. "A la una hay una misa y luego, las peñas y nosotros hacemos una fideuá para 400 personas. Montamos nuestra propia peña con los clientes y esto se convierte en una romería", apunta Daniel.
En el restaurante, un menú que se adapta a las estaciones basado en el producto de la zona, diseñado por 'Espai Sucre'. "Xano Saguer es amigo nuestro. Nos proponen cambios en la carta cuatro veces al año. Nuestra cocinera también hace aportaciones y Ricard Martínez viene a implantar la carta".
Las verduras ecológicas son del pueblo de Ráfales, muy próximo al hotel; el cordero con D.O. Ternasco de Aragón, de Torrecilla de Alcañiz, es casi obligatorio en las cartas de El Matarraña, lo mismo que el jamón con D.O. Teruel y los quesos de pastor de Peñarroya de Tastavins. Lo que diferencia al restaurante del hotel de otros de la comarca es el toque cosmopolita y la actualización de recetas de siempre.
A la hora de hacer las maletas y echar un último vistazo al pictórico paisaje, Gloria aparece con un bizcocho de aceite horneado en la cocina, con el que se despiden de cada uno de los huespedes hasta la próxima vez. Porque volver es el objetivo en ese preciso momento.