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Podría ser uno de los hoteles fetiche del imaginario cinematográfico de Wes Anderson. Colores chillones, pero siempre dentro de un orden, pasillos de casa de muñecas, filtros pastel y moquetas verdes. Es ‘La Nucía Palms’, lleno de rincones dignos de selfies infinitos.
“En La Nucía se juega con colores llamativos sin que eso rompa con el filtro de elegancia y sofisticación que esta gama de hoteles quiere inspirar en el viajero”, comenta Carlos Limones, subdirector de ‘Barceló La Nucía Palms’, oriundo de la terreta alicantina. La entrada a este hotel remite al icónico Malibú: palmeras -muchas palmeras-, piscina infinita, sofás isla donde dormir la siesta rodeados de una vegetación entre mediterránea y caribeña. Dos piscinas en el jardín principal y una tercera para hacer largos -y hambre- antes de comer en un lateral de ‘La Santa María’, el bar-piscina decorado al estilo años 50, muy pop, con sillas a juego con cojines y una temática guiñando el ambiente: el viaje de Colón.
“En el 92 se celebró la Expo de Sevilla. El antiguo Pabellón de La Navegación ahora es el hotel ‘Barceló Sevilla Renacimiento’. Hilando conceptos, allí se hizo un pequeño restaurante que se llamó ‘La Santa María’. Tirando de historia, esa idea se exportó al ‘Barceló Málaga’ y luego vinimos nosotros, adoptando este concepto, pero dándole la vuelta. Quisimos que la propuesta gastronómica fueran tapas viajeras, pero una fusión entre España y Latinoamérica”, desvela Miguel Solera, director del hotel.
El responsable del complejo se sienta a la mesa mientras aparecen los primeros pases de un menú degustación donde el punto caribeño no olvida las especialidades valencianas. Tirando de archivo, ‘La Nucía’ revela que viene del árabe naziha (delicioso). Y un poco comestible sí que es este hotel alicantino, donde las tapas del otro lado del Atlántico se acompañan de un Moscatel de Marina Alta 2020, cultivado en viñedos frente al mar bajo el paraguas de la D.O. Vinos de Alicante.
A este Caribe se viaja con brújula de madera, como Cristóbal Colón, nada de Google Maps, con un código QR que destila platos como sus croquetas de ropa vieja cubana con rabo de toro. O esos guiños a Ecuador con un ceviche de camarones y chips de plátano, o una causa limeña con pulpo y mayonesa de olivas del cuquillo (una variedad que se cultiva en Alicante, Murcia, Almería y Granada). Aparece Salvador Sendra, chef viajero de sangre alicantina. “Nos inspiramos en mis viajes a Latinoamérica y, tanto en menú como en vajilla y decoración, hemos querido homenajear a la cultura criolla y la gaditana”.
Llega el mortero con su guacamole, acompañado del acento valenciano, en un universo donde los guisos calientes pasan por platos como la empanadilla frita de ají, de gallina y mayonesa de ají cachucha. Aquí hay olas, hay mar de fondo. Litoral canario, con ese mojo picón para acompañar la yuca frita. Sabores criollos como los mejillones con leche de coco y jengibre, o esa inconfundible mazorca de maíz asada, impregnada de Caribe.
Se cierra el menú con una quesadilla de ternera guisada, con crema agria y cebolla morada, que todavía deja hueco a unos postres que son casi un cuaderno de bitácora. Se llaman Descubriendo América y se componen de un arroz con leche caribeño, piña salteada y cremaet valenciano, por eso de que por muy marinero que uno sea, la terreta siempre se lleva en el corazón, y un flan de calabaza estilo Puerto Rico.
“Abrimos el verano pasado y a la semana ya estábamos al 100 % de ocupación”, cuenta Miguel. Por aquí ruedan maletas de toda la geografía española. “En La Nucía no había hoteles. Ten en cuenta que estamos muy cerca de Benidorm”. Pero esto ha empezado a cambiar cuando la propia tierra se dio cuenta de lo que podía ofrecer. “Aquí tienes deporte, playa, naturaleza... La Nucía y sus alrededores son una zona de gran tradición ciclista y de trekking. De hecho, el pueblo es considerado capital del deporte en la Costa Blanca”. Todo eso lo captó ILMIODESIGN, empresa española de diseño que bebió del paisaje de montaña y mar para aplicarlo a este hotel de cierta inspiración nórdica. Construido sobre una pendiente, 148 habitaciones llenas de personalidad mecen al huésped como las olas del Mediterráneo.
Verdes, azules y turquesas se funden con el paisaje, invitando a brindar al caer la tarde desde el ‘B-Heaven’, el rooftop en blancos y azules donde disfrutar de unas vistas de la vecina Benidorm y parte de la Sierra de Aitana. Aquí se viene en busca del sol, por eso, según cuentan en el ‘Palms’, no son pocos los clientes del norte de Europa que convierten a este hotel en su destino de larga estancia.
“Tenemos cuatro tipos de habitaciones. Superior normal: con vistas al jardín y a la piscina; Junior Suite: con dos espacios compuestos por la habitación y un saloncito, además de su balcón o terraza; las Suites, y las Habitaciones Superiores”. Todas con camas dobles y con una carta de almohadas y colchones que ha convertido a la cadena Barceló en referente del descanso y del dormir bien -muy bien-. “Te puedes llevar la almohada que te ha gustado a casa”, cuenta Carlos.
El bienestar continúa en el spa, donde se ofrecen rituales como el de Delicias Cítricas tras un buen circuito por chorros y temperaturas varias. Es el lujo de disfrutar de uno mismo, en un entorno que invita tanto al viajero solitario como a grupos de familias o amigos que quieran vivir la provincia de Alicante más allá de Benidorm. “Muy cerquita tenemos el embalse de Guadalest, la sierra de Bernia, el Parque Natural de Sierra Helada… Siempre ofrecemos a nuestros clientes la posibilidad de descubrir esta provincia, una de las más montañosas de España”.
Por la mañana, el hedonismo continúa con otro viaje, un desayuno que forma parte de la categoría de lo eterno con un sinfín de cereales y granolas, tartas ecológicas, muffins para salivar hasta el extremo y, por supuesto, una gran variedad de aceites de oliva vírgenes extra.
Es el hotel del selfie a punto, con un primo hermano pegado a él guardando las espaldas. “Tenemos también el ‘Barceló La Nucía Hills’, con 94 apartamentos con terraza privada o jardín, famoso por nuestro vergel central con vistas privilegiadas a todo el entorno”.
Todo con categoría cinco estrellas donde, al caer la noche, el viaje continúa en el ‘Buffet Naziha’ con una gastronomía 100 % saludable. Crema de verduras, sashimi de salmón con crema de pepino y curry, raviolis de queso y espinacas con salmón salteado, pollo al curry con arroz blanco y sésamo… Nunca antes el Mediterráneo se había abrazado así con otros mares. Especias, sabor, color y maletas constantes, fieles a un destino que ya brilla en el universo de la buena vida, ‘La Nucía’.
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