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Lo primero que llama la atención cuando llegas con tus maletas frente al 'Royal Hideaway Corales Resort' son sus enormes dimensiones. Diseñado en un blanco inmaculado y con forma de barco, este imponente alojamiento de 5 estrellas Gran Lujo parece querer lanzarse a la cercana playa de la Enramada, y navegar hacia el horizonte donde, entre la calima, se perfila el contorno de isla de la Gomera, situada a tan solo 39 kilómetros.
Leonardo Omar es el arquitecto tinerfeño que ha dado forma a este complejo vanguardista que se integra con el paisaje de la isla, formando a través de sus formas geométricas una elegante simbiosis con el mar, la piedra volcánica y la exuberante vegetación que rodea La Caleta.
La decoración interior sigue esa misma línea, convirtiendo el lobby en una cueva con pequeñas lagunas y en cuyas paredes de roca natural se proyectan imágenes del fondo del mar, mientras los clientes hacen el check in; o la forma de los techos, inspirados en las formas caprichosas de los corales que dan nombre a este resort que en 2020 recogió el premio de 'Mejor hotel de lujo en Arquitectura y diseño' en los World Luxury Hotel Awards.
Dividido en dos zonas –Suites y Corales Beach, ésta última solo para adultos–, el hotel ofrece un total de 235 habitaciones donde el tamaño medio de una habitación es de 100 metros cuadrados. "Las más grandes son las Penthouse, situadas en las plantas superiores. Tienen 160 m2 de interior más 100 de terrazas", cuenta María, Berruezo, directora comercial de este hotel cuyas plantas se han construido en forma de terrazas superpuestas, permitiendo así unas vistas limpias de todo el entorno.
La brisa marina se cuela por cada uno de los rincones de este alojamiento abierto en 2016. Todas las habitaciones, absolutamente todas, tienen vistas al mar. Y algunas también al Parque Nacional del Teide. "En días despejados es posible despertarse viendo el pico del Teide cubierto de nubes por un lado y el océano Atlántico, con un brillante sol, por el otro, dos microclimas de un simple vistazo", describe esta almeriense que aterrizó en Tenerife hace tres años.
Mientras las estancias del Corales Beach están más pensadas para parejas, las de Corales Suites son perfectas para familias o grupos. Ofrecen suites deluxe, dúplex y villas, cuya distribución incluye un gran salón con cocina, varios dormitorios, amplias terrazas acristaladas y, en 52 de ellas, piscina privada climatizada. "Son justo estas habitaciones las que más demanda tienen en tiempo de Covid", comenta la directora de este hotel cuyo cliente principal lo forman británicos, alemanes y belgas.
El 'Royal Hideaway Corales Resort' ofrece además tres piscinas climatizadas de agua salada con hamacas y camas balinesas, más de 10.000 metros de jardines, un spa al aire libre con tratamientos termales y masajes inspirados en la medicina india Ayurveda, y un Shopping Avenue con diferentes boutiques y hasta una galería de arte.
Al igual que el diseño y la arquitectura cobran gran protagonismo, la gastronomía también está muy presente en este hotel. No solo como un servicio más, sino como una experiencia en sí misma. Un ejemplo es 'Starfish'. A pie de piscina, este restaurante propone una carta informal para el mediodía donde imperan el pescado fresco, los productos ecológicos de la finca La Calabacera, los arroces y las carnes maduradas.
Al frente de las brasas que sacan el máximo partido de estos productos, están Víctor Bossecker y Samuel Álvarez. Ambos apuestan por una carta muy viva, que se rige por el producto de temporada y lo que cada día ofrece el mar. "El pescado se pone al peso, el cliente pide la cantidad que quiera. Y se acompaña con guarnición hecha en brasa", explican.
Entre sus hits destacan los langostinos en tempura con mahonesa ligeramente picante; las anchoas de Santoña, con piparra ecológica, tomate cherry ecológico y aceituna Kalamata; para aportar un toque amargo al plato; la cazuela de pescados (cherne negro, jurel y medregal) acompañada de papa bonita y caldo trabado; o las sobrecostillas de wagyu. Completa la carta una gran variedad de quesos –muchos de ellos canarios–, y una selección de más de un centenar de vinos de todo el mundo, donde también se destacan las Denominaciones de Origen locales.
Niki Pavanelli comanda otro de los restaurantes del hotel: 'Il Bocconcino progressive Italian restaurant'. Un italino que sugiere saborear todas las regiones de Italia de norte a sur, a través de bocados como la focaccia de Liguria –con una fermentación de 120 días–; el tartar de atún rojo con aguacate, mango, alga codium, capuchina y aire de bergamota, típico de Sicilia; o el carpaccio de gamba roja de Mazara del Vallo con vinagreta de maracuyá, helado artesano de aguacate y té matcha. "Buscamos la receta tradicional de la abuela y después le damos una clave Bocconcino", comenta el chef nacido en Bolonia.
Entre sus platos estrella también destaca el risotto de chipirones y langostinos, con carpaccio de langostino, caviar ocetra, gel de lima y textura de albahaca, para el que utiliza arroz Acquerello: y el tataki de wagyu sobre cremoso de tupinambo, carpaccio de gambas, boletus en dos texturas y trufa. "Hacemos una cocina de mercado, con producto siempre de temporada y de kilómetros cero", apunta el cocinero, aunque hay ingredientes que los trae de Italia, como el guanciale, que compra en Ariccia y con el que prepara una auténtica carbonara.
Su receta de tiramisú destructurado nació en 2008, durante su stage en 'elBulli', junto a Ferran Adrià. "Lo hacemos con un crumble en la base, petazeta, cremoso de tiramisú servido en sifón, y un baño de café y chocolate rallado que se hace en el momento de servir. Añadimos también un poco de gelatina de café", detalla este italiano que recuerda que este postre es originario de la región de Véneto.
A la oferta de 'Il Bocconcino' y 'Starfish' se suma la del chef Adrián Bosch, del restaurante nikkei 'San Hô'; y los hermanos Padrón, recién instalados en el 'Royal Hideaway Corales Beach' con su 'Rincón de Juan Carlos' (2 Soles Guía Repsol) y que proyectan aún más luz a este paraíso isleño.
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