Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Cualquier época es atractiva para poner rumbo al paraíso terrenal que es la costa de Cantabria: ya sea bajo un cielo plomizo o abrazado por el sol veraniego, sus prados verdes y playas infinitas, sus escarpados acantilados y sus coquetas calas, regalan el mejor de los paisajes para desconectar y, al mismo tiempo, conectar. Da igual si es con la naturaleza o con uno mismo.
En este contexto geográfico se hallan los siete pueblitos repletos de encanto que conforman el municipio de Ribamontán al Mar, en la comarca de Trasmiera. Siete núcleos considerados, además, el escenario idóneo para la práctica de surf, un deporte que lleva años atrayendo a más y más aficionados desde los rincones más diversos del mundo.
Precisamente en uno de ellos, Galizano, a apenas 30 minutos del corazón de Santander -y a 300 metros de una de las playas más hermosas de la zona, todo sea dicho-, se sitúa este hermoso proyecto fruto del trabajo y esfuerzo de dos hermanos: el ‘Hotel Torre de Galizano’.
Marcos y Javier, tercera generación de una familia dedicada con pasión a la hostelería, supieron desde bien jóvenes que su futuro estaba encaminado a ofrecer un rincón en el mundo con el que hacer felices a sus clientes. “Mi abuelo tuvo bar, casa de comidas y ultramarinos”, comenta Marcos, director del hotel, haciendo un repaso a sus orígenes. “Mi padre se crió en ese ambiente y siempre le gustó la hostelería. Cuando se quedó vacía la posada de mi abuelo, decidió montar un hotel rural”, añade.
Aquel negocio, en torno al cual se criaron ambos hermanos, estaba a solo unos minutos de Galizano y hoy sigue teniendo sus puertas abiertas. Ellos, sin embargo, decidieron prepararse, estudiar y volar alto para alcanzar sus propias metas. “Mi hermano se decantó por la cocina y ha trabajado con grandes como Berasategui (‘Martin Berasategui’; 3 Soles Guía Repsol), Eneko Atxa (‘Azurmendi’; 3 Soles Guía Repsol) o Hilario Arbelaitz (‘Zuberoa’; 3 Soles Guía Repsol), y yo estudié turismo primero y, después, restauración”, afirma Marcos, quien reconoce que el recorrido hasta llegar a ver hecho realidad su sueño ha sido arduo.
“Decidimos comprar este palacete de indianos cántabros, como se les llamaba a quienes se marchaban a las Américas a hacer fortuna y regresaban con grandes riquezas, con la intención de hacer un restaurante y un hotel, pero a nuestra manera”, apunta el cántabro. Mientras esperaban las licencias para la restauración del edificio, al que anexaron otras dos construcciones colindantes, abrieron en él su primer negocio. “Empezamos con una taberna, dábamos raciones y abríamos la terraza para la gente que subía de la playa. Triunfó muchísimo porque, además, la oferta era algo más moderna de lo habitual de un bar, ya que mi hermano le daba su toque personal”, añade. Hasta que, en 2018, el hotel por fin vio la luz.
Los robustos muros exteriores alzados en piedra de sillería rememoran épocas pasadas, que se ven adornadas con las maderas nobles que soportan sus tejados. Solo hay que echar un vistazo desde fuera para cerciorarse de que el ‘Torre de Galizano’ tiene mucho de especial. Y es así tanto por fuera como en su interior: algo que tuvieron muy claro desde el primer momento los Marañón fue que pondrían todo su entusiasmo y ganas en plasmar en el hotel, repleto de detalles y rincones, las ideas amasadas tras largos años de experiencia en el sector.
Uno de los aspectos que más les preocupó siempre fue la sostenibilidad: en la actualidad el hotel cuenta, como fuente de energía principal, con la geotermia que obtiene a partir de las seis catas instaladas en su jardín, que se adentran en las profundidades 200 metros bajo tierra. ¿El resultado? Un importante ahorro en energía eléctrica que les hace sostenibles en un 75 %.
Los hermanos se enorgullecen al hablar de ello, y no es de extrañar: su esfuerzo e inversión les ha valido incluso alguna mención, como el premio que recibieron en 2021 en Madrid Fusión como Mejor Restaurante Sostenible. Algo que está presente también dentro del edificio. “Muchos de los ladrillos que se han usado para revestir las paredes interiores en la rehabilitación están recuperados de la antigua edificación”, nos cuenta Marcos mientras nos conduce hacia el corazón del hotel. “Otro detalle que ayuda a mejorar la sostenibilidad es que en el techo del patio interior tenemos una vidriera que permite pasar la luz y ayuda a conservar el calor”, concluye.
Desplegadas en sus dos plantas superiores, este cuatro estrellas cuenta con 21 habitaciones divididas en tres tipos -estándar, premium y suite-, todas ellas inspiradas en un interiorismo moderno, sencillo y acogedor, y con un elemento en común: un jacuzzi circular que hace las delicias de los que buscan el descanso. Un objetivo que es fácilmente alcanzable en este rincón cántabro, donde al otro lado de la ventana las tranquilas calles de Galizano se complementan con la naturaleza más esplendorosa. Con la paz más absoluta. ¿Acaso se puede pedir algo más?
El otro gran sueño de Marcos y Javier se hizo de rogar un poco más. Un año después de la apertura del hotel por fin vio la luz el niño pequeño de la casa: ‘La Torre by Marañón’ es el exquisito restaurante de autor capitaneado por Javier en el que la cocina más cuidada y honesta toma forma a fuego lento, sazonada con mucho amor, dedicación y paciencia. Porque aquí gustan de hacer las cosas bien. “Me gusta nutrirme de las recetas de siempre para luego darles mi toque. Mi cocina es de sabor, de producto y bien puesta en el plato”, comenta el chef.
Javier rememora con cariño sus inicios en el mundo de la cocina, cuando no lo pensó dos veces a la hora de iniciar sus estudios en la Escuela de Hostelería y Turismo José Luis González (Santander), o cuando a diario, después de las clases, caminaba varios kilómetros hasta el restaurante del Campo de Golf de Mataleñas para poner en práctica los conocimientos adquiridos. Después vinieron muchas más experiencias de la mano de grandes como Pedro Larumbe, Eneko Atxa, Hilario Arbelaitz o el mismísimo Martín Berasategui, que reconoce como uno de sus grandes mentores. Es un cóctel perfecto entre la técnica adquirida y sus propias invenciones el que hoy se refleja en sus propuestas.
Platos en los que prima el producto por encima de todo, que en la medida de lo posible adquieren de kilómetro cero: aquello que no cultivan en su propio invernadero, como los famosos tomates de Galizano, intentan comprarlo a productores locales. La carne vacuna, de deliciosa calidad, también es de producción propia -los Marañón cuentan con ganado diverso que les surte de auténticas delicatessen-.
Ingredientes que son los verdaderos protagonistas de sus tres propuestas de menú degustación, el Tradición (55 euros), el Degustación (48 euros) y el Gastronómico (68 euros), abiertos a ser maridados con algunas de sus 150 referencias de vinos, entre ellos el blanco que ofrecen de bienvenida, producido en exclusiva para ellos en Galicia.
“Tenemos 10 mesas más un privado de tres mesas. Como máximo hemos llegado a dar 35 comidas, aunque preferimos no dar más de 30 en verano porque ya se desborda un poco la cosa”, afirma Marcos rodeado de fogones e inmerso en el ajetreo propio de la cocina. “Nos gusta hacerlo todo perfecto y despacio, y que el cliente esté bien atendido y se le reciba bien”, añade el chef.
Detalles que influyen en que, una vez en la mesa, todo sea disfrutar. Esto lo consiguen en ‘Torre by Marañón’ gracias a sus deliciosas propuestas. Recetas que cautivan desde los mismos aperitivos: su croqueta melosa de carne o su crema de alubias carico -autóctonas de Cantabria- con espuma de patata son ya una clara declaración de intenciones.
Después vendrán exquisiteces como la milhojas de foie y mango con zanahoria cítrica y brioche -homenaje a la propuesta de foie de Berasategui-, las alcachofas de Tudela confitadas con vieiras y carbonara de setas, o su guiso de mar y montaña que combina con maestría la oreja de cerdo y la cococha de merluza.
Sobre su manera de trabajar, Javier reconoce que “leyendo libros de cocina llegué a la conclusión de que hoy está muy de moda la cocina moderna, las espumas, los aires… pero siempre he entendido que si la espuma la haces de lentejas, pero no sabes hacer unas lentejas, o si haces un aire con sabor a calamar, pero no sabes hacer un caldo con sabor a calamar… la cosa va mal”. En otras palabras: hay que aprender primero de las raíces.
El rico aroma a tradición inunda el espacio cuando el jefe de sala aparece con el arroz meloso de guiso de carne y anguila ahumadas o con la lubina salvaje del Atlántico con reducción de pimientos asados de Isla servida con kale y salicornia salteadas. Para acabar el festín gastronómico y antes del postre, un carrito de quesos cántabros artesanos tienta a los más ratones de la mesa en un despliegue sin igual.
¿Una última sorpresa? Cómo no: la estancia en el hotel supone despertar con un suculento desayuno repleto de propuestas caseras de la mano del propio chef Marañón. Porque comerse Cantabria, de eso no hay duda, apetece a todas horas.
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!