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“Arbaso” quiere decir ancestro en lengua vasca. “Para la familia tiene dos significados”, según explica Raúl Fernández, director del 'Hotel Arbaso' , el último proyecto de las hermanas Aramburu. “Este es el primer negocio que emprenden sin su padre, Martín, ahora retirado”, añade el gerente. Con esta elegante propuesta, plasmada en un alojamiento boutique en el corazón de San Sebastián, las hijas quieren rendir homenaje a la figura de su progenitor, al mismo tiempo que pretenden elevar al máximo la esencia euskalduna para presentársela al huésped en una píldora ideal para descubrir en un fin de semana. “Aquí todo gira en torno a la tradición, cultura y materiales del País Vasco”, apunta Fernández.
Diseños de Norman Foster y de Rafael Moneo, productores locales, materiales nobles que imprimen calidez y sentimiento de hogar; la atracción de la cocina de raíces del restaurante 'Narru' o la exclusividad en medio de la naturaleza de'Basalore', la suite de lujo que atrapó a Elsa Pataky y a Chris Hemsworth en los montes de Hondarribia. La experiencia 'Arbaso' va más allá de las puertas de este hotel prémium, situado frente a la catedral del Buen Pastor y a cinco minutos de la Concha. En otras palabras: “Un hotel para abrir la cultura vasca al mundo”.
La calle Hondarribia es una de las arterias principales de San Sebastián, que propone un paseo novecentista hasta llegar al hotel. Su sede: un edificio emblemático de estilo neoclásico con trazos eclécticos donde destaca su fachada de arenisca respetando así la arquitectura original de la construcción. En febrero de 2020 se inauguró aquí 'Arbaso', un cuatro estrellas de 50 habitaciones donde el diseño cuidado, el tacto del material puro y el “respeto por los valores vascos” dan la bienvenida al huésped nada más atravesar las puertas del establecimiento.
“Hemos hecho todo con proveedores locales”, comenta Raúl Fernández. “Contamos con piezas de diseñadores como Rafael Moneo o Norman Foster”. Desde la recepción hasta las habitaciones, la identidad de Arbaso asoma en cada rincón, en la decoración, el mobiliario y hasta en el uniforme del personal, inspirado en la indumentaria tradicional vasca y diseñado por Irati Guarretxena. Algunos ejemplos son el cinturón gerriko del pelotari o el chaleco que solían llevar los harrijasotzaile o levantadores de rocas.
En las paredes destacan los llamados “muros de luz” del artista Aitor Ortiz y en los suelos, el pavimento de mármol que conecta con el de la misma calle Hondarribia. Piezas de madera de nogal y de roble, mesas de cristal y de roca, la frialdad del hierro forjado y el calor de la chimenea inundan los espacios de 'Arbaso'. Su ambiente es una mezcla entre lo distendido, lo sofisticado y lo natural en un entorno de colores blancos y verdes que simbolizan los bosques de Euskadi. Y aún no hemos subido a las habitaciones.
Izar, Xirimiri, Sustrai, Olatu, Ilargi, Sua, Zerua… son los nombres de las diferentes categorías de las habitaciones de 'Arbaso', que cuenta con medio centenar además de la suite Basalore, un baserri perdido en mitad de los montes de Guipuzcoa. Pero de ello hablaremos más adelante.
Desde las dobles clásicas con vistas a la calle o al patio zen, hasta las más exclusivas Premium con balcón que mira a la bahía, pasando por las junior suites frente a la catedral, los áticos dúplex en el quinto piso con salón y chimenea o las familiares con dos dormitorios conectados. ¿Precio? Desde 100 euros la noche.
Los huéspedes cuentan además con un gimnasio para no perder las buenas costumbres y una sauna para limpiar toxinas. Para dormir, camas king size, para escuchar música, altavoces Marshall, para los baños, amenities de la marca Apivita y para comer, el restaurante 'Narru'.
“Presentamos el producto en su esencia, con respeto y cariño, sin florituras”. Así lo defiende el equipo de Íñigo Peña, a cargo del restaurante 'Narru'. Desde la planta baja del hotel reclama la atención del comensal este espacio gastronómico, elegante y luminoso, cuyo ambiente cambia a medida que avanzan las horas del día. Lo hace desde las 7.30 de la mañana hasta las 01.00 de la madrugada, cuando cierra. Primero, tranquilo y silencioso; después agitado en las tardes al ritmo del pintxo, de la caña y el txacolí en el txoko y en la terraza ubicada en los soportales de la calle San Martín; cuando cae el sol se vuelve más sofisticado sin perder un ápice de la naturalidad donostiarra en su restaurante.
'Narru' es una marca propia a cargo del chef Iñigo Peña que empezó con un pequeño restaurante en Gros para trasladarse a la capital guipuzcoana con una propuesta que defiende una cocina de mercado y sincera donde el trato del producto de calidad es la clave para crear “platos desde la materia prima”. Un maridaje perfecto con la esencia del hotel que estamos a punto de probar.
Las mañanas empiezan con un extenso catálogo donde destacan los huevos en sus diferentes versiones como los Benedict o los Narru, con cabeza de cerdo. También hay yogures artesanales, cruasanes, ensalada de frutas y tostadas con tomate rayado y aguacate para rociarlas con su aceite, el de Casa Hierro.
La carta es la protagonista en las comidas y cenas de 'Narru'. ¿Alguna sugerencia? Para empezar, sabores del Cantábrico como la ostra, almeja, pulpo, centollo o salpicón de bogavante. De la tierra llega el steak tratar de solomillo o los raviolis de rabo de toro, así como las verduras y hortalizas de temporada.
Para continuar, pescados y mariscos de la lonja al fuego de la parrilla como el besugo, el bogavante, la merluza o el lenguado, uno de los platos estrella de la propuesta de Peña. Tampoco podía faltar la txuleta de ternera Guikar o la pluma con crema de castaña. De postre triunfa el coulant de avellanas y cítricos o la crema de queso templada con frutos rojos.
Quien quiera y, sobre todo, quien pueda permitírselo, siempre le quedará 'Basalore'. La marca 'Arbaso' dispone de una suite alejada del tráfico de la ciudad y sumergida en un entorno de campo y de montaña a apenas 20 minutos de San Sebastián. 'Basalore' es un baserri o caserío vasco, que se erige en las faldas del monte Jaizkibel para dominar la bahía de Chingudi hasta Biarritz y la desembocadura del río Bidasoa hasta Hondarribia además de los valles colindantes. Su precio: 4.500 euros la noche.
Desde Donostia, conducimos hacia Hondarribia, para tomar el camino rural que nos conduce hasta 'Basalore' que aparece como un palacete sobre la más elevada de las colinas que componen esta finca de 27 hectáreas propiedad de la familia Aramburu. Aquí corren en libertad cabras, ovejas y gallinas, bajo la atenta mirada del guarda que cuida la parcela, el caserío y las cuadras donde se cría la ganadería Wagyu Nagusi. “Una de las pasiones del emprendedor era el ganado”, explica Raúl Fernandez. “Trajo embriones de esta especie desde Australia para crialos aquí”.
“Aquí hay todo tipo de animales. Los hijos de Elsa Pataky y Chris Hemsworth se volvían locos”, añade el director. 'Basalore' fue el lugar escogido para los actores de Hollywood durante sus últimas vacaciones en Euskadi, en busca de privacidad, exclusividad y tranquilidad en mitad de la naturaleza. O las tres claves de este alojamiento. “Les montamos hasta un gimnasio en el exterior para que pudieran entrenar”, añade Fernández.
Atravesamos los muros de este caserío con dos plantas, una planta baja donde se ubican las zonas comunes y un ático donde se encuentran las habitaciones. 'Basalore' fue construida hace solo 25 años a pesar de que parezca que fue hace siglos por su estética rústica y autenticidad de sus materiales. “Para su construcción, que duró dos años, escogieron piezas de distintos lugares que estaban a punto de derribarse”, cuenta el gerente.
El resultado es este alojamiento rural y lujoso, con piezas únicas y antigüedades que se reparten por sus cinco enormes dormitorios y baños, por sus salones, espacios para juegos, cocina y comedor solariego con salida al porche de madera cubierto. Aquí fuera se pueden celebrar todo tipo de eventos o actividades, desde una sesión de descanso chill out, a una boda, o desde un evento corporativo a un gimnasio improvisado o una clase de yoga.
'Basalore' cuenta además con varios miradores con balcones de madera y vistas a los montes de Guipúzcoa, además de todas las comodidades que pueda requerir el huésped que aquí se aloje. “Tenemos dos tipos de clientes”, explica Raúl Fernández, “los que lo quieren todo hecho y los que no quieren nada”, añade. “Familias o grupos de amigos. Pueden estar aquí sin salir perfectamente”. Pero ya de salir, sea del céntrico 'Arbaso' o del solitario 'Basalore', la marca ofrece a sus clientes una serie de experiencias para continuar con la inmersión en las tradiciones de Euskadi.
Tierra, agua, aire y fuego. La casa 'Arbaso' trabaja en conjunto con la agencia Basque Destination, que propone actividades alrededor de la historia, la cultura y la naturaleza de la región. Cada elemento es el protagonista e hilo conductor de las 23 experiencias que permiten sumergirse en la esencia euskalduna en una propuesta diferente en cada estación.
A través del agua visitamos los mercados gastronómicos de Biarritz y San Juan de Luz, además de las bodegas submarinas y santuarios de la costa de Vizcaya y Guipúzcoa. Zarpamos en barco para pescar el bonito, para remar en una trainera o bucear en las profundidades del Cantábrico. Surfear sus olas se plantea como un desafío en la meca del surf en Europa que afrontaremos asesorados por un instructor experto. En este caso, lo haremos en la playa de Zarauz con Shelter Surf Eskola, un proyecto de Aritz Aramburu, considerado como uno de los mayores surfistas de la historia de España.
Por el aire volaremos en globo sobre los viñedos de La Rioja o en avioneta y parapente sobre Euskadi. También podremos optar por algo más modesto como la observación de aves en la Reserva de Urdaibai. El fuego es el elemento que vertebra experiencias como la clase de cocina en una sociedad gastronómica, un aquelarre en Zugarramurdi durante el solsticio de verano o el descubrimiento de la obra de Eduardo Chillida con el nieto del artista.
Por último, y por tierra, caminaremos por los bosques de Hondarribia, cataremos vinos, trabajaremos como un baserritarra o campesino en vasco, exploraremos la geología de la ruta del Flysch y viviremos la vendimia en primera persona en la Rioja Alavesa.
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