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En la primera etapa del Camino Lebaniego se encuentran las Tinas de Pechón, "el niño mimado" de la familia Gómez Victorero. Magdalena y sus tres hijos, Pablo, Jorge y Patricia han volcado muchas ilusiones en este hotel, el tercero del negocio familiar después del Don Pablo y la Casona de Nansa.
Lo sabe muy bien Silvia Ortiz, que desde 2012 ayuda a la familia en la dirección de todo el negocio. Ella es la que nos atiende y nos abre la puerta de algunas de las 30 habitaciones repartidas en dos edificios gemelos que construyó la familia en este pequeño pueblo que apenas alcanza los 200 habitantes en invierno, pero que en verano supera los 2.000.
Todas las estancias son luminosas, amplias y con una decoración minimalista que esconde sutilmente pequeños rincones como una cocina. "El hotel está pensado sobre todo para familias o personas que buscan esa independencia que te da una pequeña vitrocerámica, un microondas o una nevera. Ofrecemos el servicio de un apartahotel y una limpieza diaria", detalla esta cántabra residente en La Revilla. Y añade entre risas "estas comodidades hacen que aquí en verano haya más niños que tejas en el tejado".
Desde Las Tinas proponen a las familias planes divertidos en los alrededores: desde un paseo en carro en Cades, a dar el biberón a los animales en la Granja Cudaña o hacer paddle surf en la ría. Para los más playeros, la playa Amió se encuenta a tan sólo diez minutos caminando, y para los que busquen relax, la terraza chill out es su mejor opción.
Barrio Quintana, 64. Pechón. 942 71 73 36. Precios: HD desde 79 euros.
Ya en la segunda etapa del Camino Lebaniego, la Casona, propiedad de la misma familia que las Tinas, es uno de esos hoteles coquetos donde llaman la atención los pequeños detalles. Construido en madera y piedra y con una decoración rústica y elegante, este hotel recupera una antigua casona montañosa que servía de parada de postas en el siglo XIX.
Ofrece 18 habitaciones distribuidas en tres plantas, algunas con griferías antiguas,camas con dosel (habitación 103), pequeños saloncitos a dos alturas o bañeras de hidromasaje bajo vigas de madera. Y todo con un toque british, muy de campiña inglesa. Aquí no hay una habitación igual a la otra.
El jardín es el sueño de todo niño: un gran prado verde con columpios de madera donde no parar de corretear. Al otro lado, el río Nansa, al que se puede bajar por unas escaleras de madera. “No es una zona de baño como tal, pero a la gente le gusta acercarse para mojarse los pies”, cuenta Silvia. Y ya que estamos, para dormir. Porque justo al lado del río, hay dos hamacas colgadas de los árboles que prometen una siesta con el rumor del agua como único hilo musical. La Senda Fluvial del Nansa queda cerca, al igual que la Ferrería de Cades o la espectacular cueva de El Soplao. "Una buena forma de descubrir los alrededores es en bicicleta", propone Silvia. Y para ello, el hotel presta varias bicis que guardan en la entrada.
Puente el Arrudo, 39550. 942 72 76 85. Precio: HD desde 72 euros.
El Hotel del Oso es todo un clásico del Valle del Liébana. Se encuentra en la tercera etapa del Camino Lebaniego. Se trata de un lugar donde descansar del peregrinaje, comer un suculento cocido lebaniego e incluso darse un chapuzón en una piscina rodeada de naturaleza.
Propiedad de la familia Rivas, lo que hace décadas comenzó como un negocio de ultramarinos es desde los años 80 un hotel emblemático. Sus dos edificios, uno a cada lado del río Deva, ofrecen 50 habitaciones rústicas con vigas de madera en el techo, detalles de punto de cruz en los cojines y las siluetas de osos grabadas en toallas y llaves.
Los retratos de Caridad González y Severo Rivias dan la bienvenida en el hall de este hotel de tres estrellas. Hoy jubilados, sus tres hijas son las que llevan adelante la gestión del hotel: Teresa, Irene y Cari, la pequeña, que como su madre, tiene muy buena mano en la cocina.
Llama también la atención la reproducción del Libro Beato de Liébana que tienen frente a la recepción, o los perros de la familia, que campan a sus anchas por los alrededores del hotel. Son Catalina y Braña, dos san bernardo, de seis y nueve años respectivamente. "Son el emblema de la casa", dice orgullosa Begoña, la recepcionista, vestida con un traje típico de la zona. Ella misma nos cuenta que aquí llegan clientes de todo tipo, aunque en agosto son los británicos procedentes del Ferry de Santander los que ocupan la mayor parte de las estancias.
Barrio Areños, 2, Camaleño. 942 73 30 18. Precios: HD a partir de 71,50 euros.