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Pasillos forrados de terciopelo, maravillosas fotos antiguas de la vida marinera que te recuerdan la incesante actividad que bullía en torno al espacio que ahora pisas y un personal tan atento que desearás volver. Este romántico edificio, ahora hotel desde julio de 2018 –se inauguró coincidiendo con el chupinazo de San Fermín–, ha convertido sus 58 habitaciones en acogedores espacios donde la calidez de los materiales y las impactantes vistas te hacen traspasar el espejo, como Alicia, y entrar a formar parte de una postal. Un alojamiento lleno de encanto que ahora puedes conocer gracias a Guía Repsol: sólo tienes que registrarte en la web entre el 7 y el 18 de octubre y ser uno de los tres elegidos (consulta aquí las bases legales).
Su privilegiado enclave proporciona diversas estampas con las que quedarse extasiado, como explica su director, Mikel Zaldua, con el mismo enamoramiento que embriaga al visitante: "El puerto con las calles de las embarcaciones bien aparcadas. La bocana de la entrada del mar en La Concha; si te fijas se ve hasta Mutriko y la cornisa cantábrica. A la espalda el monte Urgull coronado por el Sagrado Corazón. También se otea el Kursaal, San Telmo y el monte Larrum en San Juan de Luz".
Acompañados por Luisa López Tellería, que ha decorado el espacio proyectado por el estudio de arquitectura Zubiria, logrando que el concepto marinero envuelva con una evocadora elegancia cada detalle, recorremos habitaciones y el exclusivo rooftop –anglicismo para designar la azotea– con mobiliario de Patricia Urquiola, donde el paisaje se vuelve a revelar un lujo. Ante la panorámica de 360 grados, dan ganas de gritar: "¡Soy el rey del mundo!", con los brazos extendidos, mientras un cliente asiático trata de inmortalizar un instante tan imposible de capturar, con su cámara.
"El hotel parte de un concepto neoclásico francés. Está en la zona romántica de Donostia y es un edificio protegido frente al mar, en una zona de ambiente marinero. Los pasillos están forrados de terciopelo en tonos oscuros que recuerdan al mar del Norte, que es de azules profundos.
Hemos usado madera de iroco y hay cuadros fractales hechos con sal y tinta. Las mesillas son como las cajas de las sardinas en las que vendían en el puerto, de diseño propio", relata Luisa López Tellería, mientras va colocando al pasar las caracolas de una mesa o los cojines del lobby.
Cada planta está dedicado a un museo próximo. Una se basa en el Aquarium, otra en el Museo Albaola en Pasajes (Pasaia), un museo vivo en una factoría marítima en el que se está reproduciendo la nao San Juan. Una manera muy sugerente de incentivar las visitas a estos centros de cultura despertando la curiosidad de los huéspedes. El museo San Telmo, el Castillo de la Mota, el Museo de Oiasso y el Museo Naval protagonizan cada uno su planta.
Nada más entrar en el hotel la escultura de Javier Zubiria, con 13 remos gigantes en referencia a los tripulantes de una trainera, ya recoge esa complicidad con las raíces de una tierra tan ligada al mar.
En las habitaciones, molduras blancas y tonos grises en las paredes. Y el cobre de los barcos enmarcando espejos y detalles en el baño. Sobre las mesillas libros, que luego los clientes intercambian con los propios.
Las maravillosas fotografías con historia que ahondan en los oficios del mar, de la fototeca Kutxateka, conforman un pequeño museo en sí mismo que incita a entrar y salir de las habitaciones con la incógnita de qué vas a encontrar en la siguiente. Algunas de las imágenes trasladan al visitante a un tiempo no tan remoto como podríamos suponer.
La iluminación de cada estancia está muy meditada, tal y como explica Luisa López Tellería. Se ha optado por colocar luces diversas para ir eligiendo la que más convenga según el momento y sobre todo para poder ver bien. Algunos cuelgan del techo y tienen un efecto muy teatral. Las sillas y sillones de las habitaciones son poltronas italianas.
En este 4 estrellas superior, la taberna 'La Jarana', con entrada propia a pie de calle, se integra también dentro de la cultura gastronómica local, con la asesoría de Ander González. "Se accede por la calle Mari –continuación del Paseo de la Concha–. Desde esa puerta hay un paseo magnífico. Se puede llegar a Ondarreta, Peine del Viento y el monte Igueldo", apunta el director.
Antes o después de caminar, los platos esperan al comensal. El conocido cocinero de 'Astelena 1997', presentador de uno de los programas más exitosos de la ETB, "ha querido poner en valor el producto fresco –explica Mikel Zaldua–. Los huevos de caserío, las albóndigas de chuleta y foie, la gilda, la ensaladilla o el rodaballo".
A este edificio de 1917 llega una mayoría de clientela extranjera. "En verano es sobre todo americano y en otoño resulta más diverso, franceses, españoles, ingleses, nórdicos, alemanes y asiático. La media de edad está entre 40 y 60 años, con una estancia media de 2,5 días, aunque según la procedencia, se alarga", dice Zaldua.
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