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Este hotel fusiona la paz de una aldea deshabitada desde 1995 con las más modernas instalaciones de ocio y descanso. Pasear entre las calles y rincones de la villa o disfrutar de la tranquila biblioteca con Wi-fi se convierten en la mejor de las rutinas en este tranquilo paraíso de montaña. El entorno, en plena comarca del Maestrazgo, nos permite infinitas propuestas de senderismo e incluso una visita a unas cuevas con pinturas rupestres, en Valltorta. Para completar nuestra estancia aquí, nada mejor que pasar por el restaurante de aldeaRoqueta, con el exquisito pescado recién traído de la lonja de Vinaroz.
Aldearoqueta.
En plena comarca del Alt Empordà, rodeado de naturaleza y con las espectaculares vistas al mar Mediterráneo, encontramos este excepcional hotel rural. Las estancias amplias y los grandes ventanales desde donde contemplar el paisaje nos tentarán a no querer salir de este hotel, sin embargo, fuera de él nos esperan un sinfín de propuestas: excursiones dalinianas a Cadaqués o al Cap de Creus, contemplar la animada playa de Roses o lanzarnos a la aventura de un paseo en globo. Si visitamos el restaurante de Can Xiquet, no podemos dejar de probar las anchoas de l’Escala acompañadas de un vino con Denominación de Origen Empordà.
Fachada Can Xiquet.
Una auténtica casa rural origina este hotel, situado a las puertas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. La finca está en medio de un profundo y cuidado bosque de pinos, robles y hayedos. Si buscamos tranquilidad, hemos encontrado nuestro propio paraíso, sobre todo si reservamos una de las habitaciones con terraza. Pero si queremos emociones, también podemos encontrarlas aquí ya que alrededor del hotel podemos practicar escalada, rafting o hípica. En la cocina de la casa, la ternera y el ternasco son los protagonistas de los platos que podemos degustar en el antiguo pajar, habilitado ahora como restaurante.
Habitación con terraza de Casa San Martín.
Quien visita casa La Paca, repite. O eso afirman los dueños de este hotel rural, que toma base en una casa ajardinada construida en 1877. Su decoración colonial y los grandes ventanales le proporcionan un encanto único a cada estancia de esta vieja casona rehabilitada. Disfrutar de la atmósfera hogareña de sus habitaciones tras un paseo a caballo por el bosque, es sin duda una receta infalible para desconectar de la ciudad y la rutina diaria. En el entorno, además, podemos hacer excursiones a losParques Naturales de Somiedo y Muniellos o, si somos más aventureros, probar con una ruta en quad o una sesión de piragüismo.
Salón de La Casona de la Paca.
Un hotel para amantes del diseño, rodeado de viñas y con vistas al Cantábrico y a los montes de Getaria. Si nos gusta el mar, el vino y el descanso, en este alojamiento seremos eternamente felices. El silencio y las vistas son los ingredientes estrella de cada una de las estancias de esta casa donde todo está cuidado al detalle. Uno de los lugares con más encanto es su piscina, construida sobre las ruinas del caserío original y con vistas al increíble paisaje que nos rodea. Si nos hospedamos aquí, no podemos dejar de visitar Getaria, lugar de nacimiento del famoso expedicionario Juan Sebastián Elcano, y brindar por su recuerdo con el típico txakolí.
Porche del hotel Iturregi.
Un elegante hotel lleno de encantos en pleno valle del Tajo. Cientos de pequeños detalles dan forma a este alojamiento con 21.000 metros cuadrados de parcela en los que se incluye una casa rural, la piscina, una vieja prensa de aceite y diez villas-suites, cada una de ellas con su propio jacuzzi. Se trata de un lugar ideal si queremos hacer una escapada romántica con nuestra pareja pero también si viajamos en familia, ya que en el entorno de la casa se pueden realizar circuitos multiaventura, recorridos en bicicleta de montaña y rutas de orientación y senderismo. El único inconveniente de este hotel es que algunos años cierra durante el mes de julio o agosto.
Piscina de La Almazara de Valdeverdeja.
La luz es protagonista de este coqueto hotel-boutique, situado en el Parque Natural de Sierra Nevada. Su entorno natural es un auténtico lujo y si nos animamos a esperar la noche en su fantástica terraza-comedor de 300 metros cuadrados, podremos contemplar un impresionante cielo estrellado. Sus habitaciones son amplias y, por supuesto, con grandes ventanales y terrazas para disfrutar del paisaje. Aunque querremos quedarnos para siempre, muy cerca de aquí nos esperan infinidad de propuestas, como visitar la preciosa Alhambra, a solo ocho kilómetros, o las pistas de esquí de Sierra Nevada, si estamos en temporada de nieve, que se encuentran a poco menos de 20 kilómetros.
Habitación con terraza, La Almunia.
Un antiguo almacén de coloniales que conserva una bodega-cueva excavada en el sótano en 1813. Esa es la base de esta posada, hoy cuidadosamente iluminada. Además de un alojamiento de excepción, tenemos aquí un spa en el que disfrutar de sauna seca, jacuzzi, cromoterapia y todo tipo de masajes. Si nos alojamos aquí, además, podemos disfrutar de las posibilidades del entorno, como sus rutas de senderismo por la Plataforma de Gredos, Galayos y La Rubía o los descensos en canoa por el Tiétar. La zona también nos ofrece una interesante oferta gastronómica, con infinidad de tabernas y restaurantes en los que probar la típica sopa de tomate o el caldero de patatas.
Habitación de La Posada de los Esquiladores.
El alojamiento perfecto si necesitamos tomarnos un respiro. Situada en el pequeño pueblo de Uncastillo, en pleno Prepirineo, la Posada de la Pastora es ese lugar donde el tiempo parece detenerse. Se trata de un caserío, coronado por la fortaleza que da nombre a la villa, con solo diez habitaciones. En cada una de ellas está cuidado hasta el más mínimo detalle, creando un ambiente de lo más acogedor. Alrededor de la posada, además, tenemos tantas propuestas como queramos encontrar, desde visitar Sos del Rey Católico hasta perderse en los tesoros naturales de las Bárdenas Reales, los Mallos de Riglos y la foz de Lumbier.
Salón de La Pastora.
Existen pocos alojamientos rurales más románticos que este hotel. Desde la carretera nada permite presagiar lo que esconde esta villa de finales del siglo XIII, con fabulosos jardines y una torre de defensa convertida en suite. Este regio palacete medieval situado al pie del Pirineo es una delicia para los que buscan descanso, pero también para los amantes de las actividades al aire libre, como el senderismo, el golf o los deportes naúticos. En su restaurante, abierto para las cenas, encontramos una carta a base productos locales de temporada, todo elaborado a partir de recetas clásicas.
Torre Laurentii.
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