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Inmaculado pueblo de almendras, mármol y cuevas
Un impacto súbito en su crecimiento demográfico catapultó a Algueña como municipio en toda regla. La viña, el aceite y la almendra han sido la trinidad de la localidad desde que se tiene constancia, aunque la elaboración de mármol se está haciendo fuerte en las últimas décadas. Se dice que los algueñeros son gentes dedicadas y sencillas. Se han empeñado en salvaguardar el arte del encaje de bolillos y el trabajo con el esparto y en conservar dos monumentos de forma muy excepcional. La Iglesia de San José luce dos torres gemelas. Una alberga un reloj y la otra, tres campanas. También han sido cuidadosos con las Cuevas de Algueña, que desde el siglo XVIII fueron residencia habitual de muchos vecinos. Últimamente es verdad que han pasado a ser segundas residencias, aunque cuando el clima se hace extremo no dudan en volver a disfrutar de las cualidades isotérmicas de la madre tierra.
