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Perfecto equilibrio entre tranquilidad y fervor religioso
En Beleña la vida discurre tranquila pero con ferviente fe. Y es que este municipio se convierte en épocas navideñas en un hervidero de religiosos y curiosos que se acercan a disfrutar del belén en todo su esplendor, participando de la celebración de la Feria del Belén, un evento solidario en el que se muestran todo tipo de nacimientos, siendo especialmente destacable el que cada noche alumbra diferentes puntos del municipio con más de 50 figuras formadas con ledes y que representan distintas escenas y personajes del belén. Otro de los actos religiosos que más gente reúne en Beleña es el del Vía Lucis o Camino de la Luz, una romería que se celebra cada año el primer sábado después del domingo de Resurrección y que une los pueblos de Beleña y Fuenterroble de Salvatierra, portando en carros y tractores las imágenes de madera de los apóstoles que adornan la iglesia de Fuenterroble y que fueron tallados hace años por un vecino de Beleña.
En Beleña también se puede disfrutar de la calma durante todo el año, sentándose en uno de los bancos que adornan su plaza elevada, que cuenta con paredes de piedra y árboles que dan sombra a los que quieran pararse a charlar o a observar a los más jóvenes jugando al frontón. El edificio del Ayuntamiento, con más de tres siglos de historia, o la escuela, que aún permanece abierta, son otros de los lugares de interés en un pueblo que cuenta con tres residencias de mayores.
Pero en un municipio con tanta tradición religiosa se hace inevitable una visita a la iglesia, consagrada a San Cristóbal, y a la ermita, situada a 50 metros y dedicada al patrón del pueblo: San Antonio de Padua. Muy cerca de la ermita también se encuentra otro de los lugares que merecen una visita en Beleña, la fuente pública. Se trata de una fuente cubierta por un tejadillo a dos aguas y rodeada por cuatro paredes de unos dos metros de alto que antiguamente abastecía a todo el pueblo.