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Historia de La Mancha
En Calzada de Calatrava huele a historia. A los siglos que pasan por aquí, dejando levemente su rastro, como sin molestar. Se ve en sus tierras, en ese terreno que va del Castillo de Salvatierra y el de Calatrava la Nueva, tan importante en tiempos de la Reconquista y por donde, más tarde, en el mundo de la literatura, pasaría Don Quijote en su afán de desfacer entuertos. Sus edificios, sus ermitas, sus casas solariegas se han adaptado a los tiempos únicamente cuando no han tenido más remedio y nos permiten viajar a los siglos pasados y compartir el fervor religioso de sus gentes. Esto es Castilla en estado puro, donde las ventanas de sus casas esperan con las persianas bajadas a que pase el calor mientras el constante viento de La Mancha barre sus calles. Lo único que da la impresión de ser de otro lugar es la torre del reloj del Ayuntamiento, que parece más de un pueblo de los Alpes que de uno en mitad de la provincia de Ciudad Real, cuna de la misma Orden de Calatrava.
