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Una parada en la ruta medieval del frío
Situado cerca de las fronteras catalana y valenciana, este pequeño municipio está poblado por pastores y agricultores. Cuenta en su patrimonio arquitectónico con un antiguo horno de pan, unos molinos de aceite y una nevera del siglo XVII, una clara muestra de su actividad agricultora. La iglesia parroquial, dedicada a San Blas, fue construida en el siglo XIV. De estilo gótico, destaca la atmósfera que crea la tenue iluminación dentro de sus muros, un entorno perfecto para la oración de los creyentes.
Fuera del pueblo hay varios puntos que merece la pena visitar. El primero es la capilla de la Virgen del Pilar, un bello edificio a 200 metros, en dirección a la vecina población de La Ginebrosa. También destaca una bóveda del frío, un edificio que forma parte de una ruta comarcal del Bajo Aragón, que muestra la importancia del comercio de la nieve y el hielo en esta región durante los siglos XVI y XVIII. Estas bóvedas de frío consisten en unas peculiares neveras de dimensiones gigantescas para conservar la nieve. Todo esto está rodeado de tierras de cultivo donde se siembra cereal, olivo y almendro.
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