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Donde manda el señor Peliqueiro
El Carnaval o Entroido de Laza hunde sus raíces en los tiempos más remotos. Es, sin lugar a dudas, uno de los más importantes y singulares de España, polo de atracción para infinidad de turistas españoles y extranjeros y motivo de sucesivos reportajes gráficos y documentales debido a su belleza plástica. Aunque en este rincón de Ourense el Carnaval se entiende como un periodo mucho más largo que en la mayoría de Galicia y España, el momento cumbre es el viernes por la noche antes del Miércoles de Ceniza. Entonces, las antorchas (os fachós) desfilan por las calles y anuncian la llegada de los señores del Entroido lazano, los Peliqueiros. Estos personajes, vestidos de blanco, medias caladas, cencerros y adornos de colores esconden su verdadera faz detrás de máscaras personalizadas, elaboradas por artesanos de esta tierra y consideradas auténticas obras de arte popular. Son seres a la vez elegantes y burlones, imponentes, sobrecogedores, misteriosos y al mismo tiempo simpáticos. En la mano llevan un látigo corto como señal de su poderío y dominio.
El domingo y el martes hay desfile de carrozas y, entre medias, el lunes se celebra la farrapada, una batalla con trapos embarrados que precede a la temible bajada de A Morena, un personaje mítico que en realidad es un vecino disfrazado con una gran cabeza de toro labrada en madera y una manta a modo de capa. Este ser persigue a las mujeres y otros secuaces atacan con tierra mezclada con hormigas a todo el público que se atreva a participar en el jolgorio. Los vecinos se vuelcan con verdadero celo durante mucho tiempo antes en esta gran fiesta, y casi todos participan en los preparativos, incluso en la búsqueda y recogida de hormigas.
Durante esos días de fiesta, además de los típicos productos derivados del cerdo, se toma como postre habitual la bica blanca, un bizcocho especial elaborado con nata de vaca, azúcar, clara de huevo y harina que solo se elabora en Laza. Este exquisito dulce se acompaña con un licor también autóctono, el xastré, que es preciso ir a degustar a Laza porque no se vende al por mayor a comercios, y que se elabora con aguardiente y ocho tipos de hierbas.
Pero además, entre arquitectura popular y religiosa, este ayuntamiento de la comarca de Verín posee un rico patrimonio. Dentro del propio pueblo de Castro de Laza, hay varias casas muy representativas del estilo constructivo tradicional (e incluso una originaria del siglo XVI, muy singular). También hay varios molinos inventariados y una enorme casa rectoral con un san Pedro, ataviado a modo de papa y con las llaves en la mano, que vigila la puerta de entrada.
Entre los templos, cuatro son los que cabe destacar: Santa María de Retorta (siglo XIV) es una singularísima parroquia construida en un incipiente estilo gótico rural que conserva vidrieras, un cruceiro de la misma época en el exterior y está coronada por una torre románica y gótica. San Lourenzo de Toro (siglo XVI) se edificó tan lentamente que compagina gótico, manierista y barroco y material constructivo diverso, con piedra local más oscura en la parte inferior y otra más clara en el remate superior, junto a esta iglesia es digno de una visita el núcleo de Toro, inventariado por el valor de su urbanismo tradicional. La iglesia de San Pedro do Castro de Laza, con un primoroso retablo mayor, es originaria del siglo XVI pero fue reformada en estilo barroco y neoclásico entre el XVII y el XIX. El templo de San Xoán Bautista de Laza (XVI) es mucho más grande y se completó en estilos barroco y renacentista.