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Reznos

Los sonidos del silencio

Asentado en la ladera de una colina (“asomada al abismo”, como gustan de decir sus vecinos), Reznos es una modesta villa de 30 habitantes en la que uno puede encontrar, más que ninguna otra cosa, silencio y sosiego.

La vida gira en torno a la iglesia de San Andrés, a caballo entre el estilo gótico (visible principalmente en el coro, donde se encuentra la pila bautismal) y el barroco (en la estructura de las plantas). El retablo mayor, que data aproximadamente de 1400, está pintado con la técnica del estofado (a base de grises plomizos y yema de huevo). Junto a la pila, en una esquina, yace un ara romana, piedra que se cree anterior al cristianismo. La torre, de ladrillo, es de influencia mudéjar, y aún conserva la huella de un reloj que antaño regulaba los horarios de los campesinos; Reznos es, ante todo, un pueblo agrícola, dedicado a los cereales y el girasol.

No hay que irse sin visitar el paraje de los Alares, cercano a una ruta del Camino de Santiago: está trufado de encinas centenarias, algunas de cinco metros de diámetro y once de altura.

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