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Una pequeña Compostela en tierras leonesas
El concepto de visita rápida no armoniza bien con Villafranca del Bierzo. Que nadie espere ver dos o tres simples monumentos y volver a entrar en el coche para poner rumbo a otras latitudes. Varias horas sería lo mínimo que un visitante debería dedicar a este municipio. Pero varios días sería lo más aconsejable. Porque Villafranca del Bierzo es una ciudad monumental en el sentido literal de la expresión. Como otras localidades leonesas, también Villafranca del Bierzo es un punto clave en el Camino de Santiago, circunstancia que ha marcado el carácter hospitalario de la ciudad. Además, que esta villa fuera elegida como lugar de residencia por los nobles de la comarca explica en buena parte su atractiva fisonomía arquitectónica. En el casco antiguo son de indispensable visita la Iglesia de San Francisco, que cuenta con un artesonado mudéjar del siglo XVI, la Plaza Mayor, el Convento de San Nicolás y la Colegiata de Santa María. Caminando hacia las afueras de la ciudad nos espera la Iglesia de Santiago, pequeño templo románico pero de extraordinaria importancia. En esta iglesia pueden ganar el jubileo y conseguir los favores del Santo quienes por enfermedad o agotamiento físico no puedan llegar a Santiago de Compostela. Lo conseguirán atravesando la otra Puerta del Perdón, situada en el lado norte de esta iglesia. Justo enfrente de ella se encuentra el Castillo de los Marqueses de Villafranca, del siglo XVI. En este entorno podemos disfrutar de unas impresionantes vistas sobre el río Burbia, antes de agasajar al estómago con productos de la tierra. Truchas, embutidos, empanadas, pimientos, castañas y el apreciado botillo forman parte del delicioso catálogo gastonómico de Villafranca el Bierzo.