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Moratalla, Murcia
- "Papa ¿qué forma tiene esa roca?", pregunta la niña. El padre observa atentamente pero no se le ocurre una respuesta ingeniosa para su hija. Lo que ve es un promontorio en el que peñasco y piedra puesta por el hombre han alcanzado una simbiosis de extraña belleza. – "Es el sapo de Tiana, ¿no lo ves, papá? Tiene la corona y todo. Está sentado esperando que Tiana le bese y luego se convertirá en príncipe. Si lo vimos en la peli". El padre ríe porque no le falta razón a su hija. Al menos visto desde este lateral. Pero aún queda un trecho hasta llegar allí
¿Y si el Castillo de Benizar fuera en realidad producto de un encantamiento? Al padre le asalta este pensamiento mientras recorren el kilómetro que separa el coche de la base de las ruinas árabes. Poco a poco se van apreciando mejor los restos de paredes almenadas que antes se antojaban una corona. Pero, ¡aquí no hay camino de ascenso!. Parece imposible que nadie pudiera subir y menos vivir allá arriba -reflexiona en alto-. Los musulmanes sí que sabían donde construir sus fortalezas.
