Catedral de El Salvador

Albarracín, Teruel

Qué ver

Por ocho ventanales se asoma la torre del campanario. Contempla con buena vista toda la panorámica de alrededor. A un lado, mira de igual a igual al paisaje montañoso; al fondo, observa el verdor de los campos; a los pies, al pueblito que creció apiñado para sortear las crueldades de un clima poco generoso con sus gentes. Está en la parte más antigua del pueblo. La forma octogonal le hace única y sorprendente; es alta y señorial, y colorida filigrana de azueles y blancos en zigzag la coronan. Es una catedral muy femenina pero varón le nombra y de varón es la catedral de El Salvador de Albarracín.
Construida sobre la antigua mezquita árabe, primero fue catedral románica y después renacentista, que es como luce ahora; economía de las piedras y de los santuarios que ahorran la emergencia de nuevos monumentos costosos en todos los sentidos: en espacio, en tiempo, en vidas humanas y en materiales. Reconvertir lo existente es eficaz y eficiente en todas las épocas y todas las culturas. Así nos llega hoy como una joya de arte de otro tiempo que perdura en el actual. Mantiene su culto de igual forma y el visitante contempla agradecido su legado patrimonial y artístico. Reconoce la belleza y el respeto que guardan los lugares sacros.
De estilo mudéjar es el tejado de la torre del campanario; luce la cerámica sencilla y una estructura cuadrangular soporta la elevación octogonal vistosa de su planta más alta. Es una catedral de una sola nave con capillas de tipo renacentista. En el interior destaca el altar mayor, con un bonito retablo que muestra la transfiguración del Salvador, obra del imaginero Cosme Damián, del s. XVI. Delante guarda las tumbas de ilustres obispos de Albarracín. A un lado y otro, del altar se disponen dos capillas, una consagrada a San Antonio Abad, y otra a San Sebastián, ambas sencillas y austeras. Cerca de la puerta de entrada está la capilla de María Magdalena, que guarda un retablo consagrado a San Pedro. Se enreda y juega la catedral con sus nombres masculinos y femeninos, como si no importara a quien nombran y qué lucen porque así es. Todos son ella y todos son la catedral de El Salvador. Adosado tiene un claustro, que permite el acceso al Palacio Episcopal, que hoy custodia el Museo Diocesano, con una valiosa colección de tapices y orfebrería.