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Valencia, València/Valencia
De cristal de cuarzo rojo oscuro y de pequeño tamaño: así es el Santo Cáliz que, tal vez el que mantuvo Jesucristo entre sus manos en la Última Cena. Una reliquia que permanece desde el siglo XV en una de las capillas de la catedral de Valencia. En el siglo XII se colocó la primera piedra de este magnífico edifico que se construyó sobre una Seo visigótica y una mezquita.
De estilo gótico, poco a poco iría adaptando su carácter a la época, en algunos casos con resultados excepcionales; como su portada principal, de perfil Barroco y ‘padre’ alemán, levantada en el siglo XVIII; o la torre campanario y sus 207 escalones bautizada por los valencianos como ‘Miguelete’ y auténtico símbolo de la ciudad.
Los restos de la mezquita se pueden ver si atravesamos una de las muchas puertas que tiene la catedral, la de los Apóstoles. En las paredes de su capilla Mayor cuelgan algunas de las primeras pinturas del Renacimiento que aún se conservan en nuestro país y, en la de San Francisco de Borja, cuadros de Goya. Unos instantes dentro de este templo nos traslada a plena Edad Media, no siendo difícil imaginar a los canteros, escultores o arquitectos trabajar entre sus muros, donde aún está grabada su huella.
