Las ermitas de Borriol

Borriol, Castelló/Castellón

Qué ver

Como si de ojos sagrados se tratase, desde tres montículos velan a su pueblo otras tantas ermitas; son las de San Vicente Ferrer, la del Calvario y la ermita de Sant Antoni.
El lunes después de Pascua se celebra la festividad de San Vicente Ferrer y el pueblo entero camina el par de kilómetros que le separan de la ermita para acompañar al santo. A su regreso, lo celebran con una gran mascletá. Una gran cruz de piedra señala el lugar de su emplazamiento, donde hay una plaza con bancos alrededor. Data del siglo XVII y salvo algunas reformas, no ha perdido la hechura original. Adosada a un lado está la casa del ermitaño, pues cuenta la tradición que en este lugar predicaba el santo, y en el interior de la ermita se conserva la piedra sobre la que se colocaba San Vicente y transmitía la palabra divina. Un arco de medio punto da paso a un espacioso porche en la fachada principal, con asientos recorridos laterales, de piedra, y otro arco de medio punto sale a la trasera. El muro principal se levanta algo y se corona con un alzado barroco que contiene la campana. Predomina el blanco en la entrada, mientras que en el resto del edificio se respeta la construcción de cantería y mampostería inicial.
Por el camino de ascenso a la ermita del Calvario discurren las 15 estaciones del Vía Crucis. Al llegar al lugar, sobre una plaza balconada se levantan tres enormes cruces y, enfrente, una escalera de ascenso señala la puerta de entrada a este santuario campestre de Borriol. Se construyó en el XVII pero hubo una reforma completa en el XIX y desde entonces conserva la apariencia que tiene.
La más moderna y atrevida de las tres ermitas de Borriol, es la que se dedica a Sant Antoni Abad; inaugurada en 2006, combina una estructura triangular con otra cilíndrica sobre la que se levanta una cúpula y el tejado es de una sola vertiente. Su estilo contemporáneo sobresale en el campo de pinares que la rodea, y en la festividad de San Antonio, el pueblo entero marcha en romería, montados a caballos o en carretas engalanadas hasta esta flamante construcción.