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No es un gigante, es un molino; de viento, para ser exactos. Sin embargo, no hace falta ser Don Quijote ni ver visiones para sorprenderse por su presencia aquí, en Getxo, casi al borde de los acantilados de La Galea. Sus grandes aspas cruzadas y su rústica silueta de mampostería resultan una presencia exótica mezclada con los bañistas, skaters, mochileros, runners, y simples curiosos que se acercan hasta aquí a disfrutar de la cercana playa y las impresionantes vistas de los miradores de esta larga ruta en paralelo a la costa. Es un náufrago fuera de sitio, que atrae inevitablemente las miradas. Habrá quien se pregunte por su razón aquí. Si pudiese arrancarse a hablar nos contaría su historia: la gran sequía que padeció Vizcaya a principios del XVIII, que motivó su construcción, al ser un ingenio capaz de funcionar sin agua. Tuvo más ‘hermanos’, otros molinos, que dejaron de ser útiles y no han llegado hasta nuestros días. De hecho, él sólo funcionó durante 60 años, entre 1727 y 1787. Afortunadamente, se mantuvo intacto y hoy acoge una galería de pintura y, pegado a él, un restaurante. Con una utilidad u otra, ahí sigue, como el último ejemplar de su ‘especie’.
Carretera de Galea, 30, 98990 Getxo
944910800
https://www.getxo.eus/turismo