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Ocaña, Toledo
¡Qué orgulloso se siente!, ser uno de los tres monumentos más interesantes de Ocaña. Ni siquiera parece importarle compartir el podio con la Plaza Mayor y la Fuente Grande. Total, él es un palacio, no pueden hacerle sombra. Caprichoso, como todo buen burgués que se precie, no fue capaz de decidirse entre ninguno de los estilos constructivos, así que eligió lo mejor de cada uno para adornar su arquitectura. El gótico, el renacimiento y el mudéjar campan a sus anchas por los muros, las piedras y los tejados de este palacio. El gótico lo exhibe en las preciosas balaustradas que recorren todo el edificio, incluso en una especie de molduras que parecen mandalas en sus puertas. El estilo mudéjar también se sube por todos los interiores del palacio, mientras se resarce en el hermoso patio rectangular vigilado por dieciocho gendarmes octogonales, los pilares que sujetan los capiteles. Son ellos, al igual que la fachada, los que dejan claro quiénes fueron los dueños y señores de este bien de interés cultural, predicando ‘a bombo y platillo’ el escudo de don Gutierrez de Cárdenas, amigo íntimo de Isabel La Católica. Un palacio hermoso, altivo y orgulloso, que además de guardar entre sus muros parte de la belleza de Ocaña, esconde también secretos reales del siglo XV y XVI y todo lo que aconteciera después.
