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Oliva, València/Valencia
Ha intentado mudarse varias veces, pero al final siempre ha vuelto a su lugar. Un arquitecto intentó llevárselo a Copenhague, pero la distinción como bien de interés cultural y la suerte lo retuvieron en Oliva, su ciudad natal.
Todas sus piedras conservan el señorío de la familia que lo habitó. Oliva deja que sea su palacio el que exhiba orgulloso los escudos y las armas primitivas de la nobleza que en un tiempo se instaló en la villa, entre los muros del palacio de los Centelles. Llegó a ser uno de los edificios más exquisitos del Reino de Valencia, mientras que ahora, testigo noble de aquellos tiempos, se reparte entre las calles Torres, Aula y d'Osuna, debido a las continuas remodelaciones. Aunque si se quiere rescatar un elemento puramente del siglo XV, hay que fijarse en la Torre de la Comare, uno de los cuatro bastiones esquinales de planta circular que defendían los muros del castillo-palacio de la familia Centelles. Ella no ha sufrido remodelaciones, el tiempo la ha mantenido intacta, para delicia de los arquitectos que la construyeron.
Se viste de gótico, aunque el tiempo ha dejado un sutil destello de renacimiento en sus muros, unos que hablan el idioma de la Edad Media. Para entender la lengua de este palacio, su interior ofrece una exposición permanente que nos ayudará a comprenderlo.
