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Un buen ejemplo de cómo es un palacio jerezano en el que todavía siguen viviendo sus propietarios. Se comenzó a construir en el siglo XIII tras el repartimiento de la ciudad que hizo Alfonso X a los nobles que lo acompañaron en la conquista de Jerez.
Se asienta sobre una casa árabe con decoración nazarí, de la que hay restos en el palacio, convirtiéndolo en un cruce de épocas. “Aquí en el vestíbulo pueden ver una de las obras de arte a destacar de la casa, uno de los cuadros del pintor sevillano Juan de Valdés Leal. Y si pasan al salón de verano, verán el lugar donde mi abuelo, que era muy aficionado al flamenco, organizaba fiestas flamencas. Sobre este suelo debutó con 12 años una niña de Jerez cuyo nombre seguro que les suena: Lola Flores”, explica Álvaro Moreno mientras enseña el palacio, propiedad de su familia, en la que él es el hermano pequeño.
A lo largo del recorrido encontraremos azulejos trianeros en el jardín y una zona de césped sobre la que se asentaba uno de los corrales de comedias más importantes de la ciudad –ahora organizan veladas teatrales en los jardines del palacio–. “Esta sala era la antigua capilla de la casa, y aquí hice la primera comunión. Luego mi padre la convirtió en biblioteca, por lo que las dos librerías que ven son los antiguos retablos de la capilla”, cuenta Moreno mientras enseña las porcelanas de Mariano Benlliure y el Zurbarán que cuelga de la pared. En el salón verde, por cuyas vidrieras entra tímida la luz, muestra con orgullo el único objeto que conservan del Virrey: un arcón de viaje de plata que es la joya de la casa. En el cercano comedor, coronado por una lámpara de cristal de La Granja, se han sentado cinco reyes desde Alfonso XII, y Alfonso XIII celebró en ella un Consejo de Ministros.
Jerez de la Frontera