Santuario de la Virgen de la Oliva

Vejer de la Frontera, Cádiz

Qué ver

El aire huele a primavera y grupos de personas marchan en dirección al Santuario. Hay devoción, bullicio, alegría o silencio; todos los sentimientos y sus manifestaciones se mezclan por el camino. Alguien marcha de rodillas; otros, descalzos. La mayoría, exultantes y en animada conversación. Todos son fieles devotos de la Virgen de la Oliva y marchan en romería cada 7 de mayo para pasar un día campestre con su Patrona.
La ermita está en la carretera que une los pueblos de Vejer y Barbate; ya existía en su origen como parte de una villa romana. Los visigodos hicieron en ella una basílica y guardaron las reliquias de varios santos, que aún se conservan. Durante la etapa musulmana sobrevivió pero fue decayendo como Santuario; es en el s. XIV cuando se reconstruyó como ermita -aparecen textos que mencionan a la Cofradía de Santa María de la Oliva-. Si no fuera por la campana situada en lo alto de la fachada principal, podríamos imaginar que llegamos a una casa solariega de campo, donde pasar los rigores del verano. Encalada de blanco, con balcón y varias ventanas en la planta baja, entramos al patio interior abierto y vemos la puerta de acceso. Antes de traspasarla, imaginamos que, más que ermita, llegamos a una casa. Dentro cambia toda la perspectiva y encontramos un verdadero santuario de fe y devoción a su Virgen, una talla de madera policromada de pino, del s. XVI, obra del escultor Martín Alonso de Mesa. Preside el Retablo Mayor, bellamente adornado con columnas, pinturas y arcos que lo enmarcan. Representa a la Virgen sosteniendo en brazos a su hijo Jesús; ella sostiene con la otra mano una rama de olivo y ambos unen sus manos con un rosario. El manto se desparrama de un lado a otro y siempre hay flores frescas a sus pies o repartidas por distintos lugares, agradecimientos de sus fieles y muestras de su fe.
La jornada de romería se inicia con una misa en honor a la Patrona, para continuar con una jornada campestre a la que asisten los devotos de Vejer y su vecino Barbate; ambos comparten fervor. Termina con un paseo de la imagen Oliva a hombros por los alrededor del recinto.